29 de Abril de 2024
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LA INSOSLAYABLE BREVEDAD - Javier Roldán Dávila
¿Por qué el padre Solalinde tiene más información que las autoridades?
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2017-03-23 - 05:44


Menores, creen que la confianza se gana con marketing político

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Cuando se dieron los trágicos sucesos de Iguala y desaparecieron los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, el primero en señalar que los jóvenes habían sido incinerados fue el padre Alejandro Solalinde, no faltó quien lo tachara de alarmista y loco.

Tiempo atrás, de visita en Veracruz, el párroco, fundador del albergue ‘Hermanos del Camino’, señaló que la entidad, sobre todo en la zona de tránsito de trabajadores migratorios, estaba plagada de fosas clandestinas. Como suele ocurrir, la respuesta de los dos anteriores gobernadores de Veracruz, fue ordenar una campaña mediática para desacreditar al religioso.

Por desgracia, las denuncias de Solalinde se han cumplido y hoy sabemos de dos fosas que acumulan, hasta el momento, alrededor de 300 cadáveres, sin embargo no es todo, se afirma que en Tierra Blanca, Acayucan y Córdoba, existen zonas de entierros clandestinos con un número incalculable de restos humanos.

Obvio que al presbítero no le llega una iluminación divina, sino que, son los devotos los que le informan de lo que ocurre en sus comunidades. No hay actividad material, por más cuidado con que se haga, que no se atestiguada por alguien más aparte del perpetrador.

En este sentido, insistentes son las campañas de las autoridades civiles, para que la ciudadanía contribuya a combatir el crimen por medio de la denuncia anónima, la cuestión radica en que nadie confía en los funcionarios, saben que de hacerlo, no sería extraño que se vieran inmersos en problemas.

El cura referido, da auxilio y consuelo al desvalido, fustiga al poderoso, señala al criminal, no se arrodilla ante la amenaza, por ello, ha ganado la admiración de muchos al margen de sus inclinaciones políticas, en realidad, esto último, es peccata minuta.

Contrario a lo anterior, las instituciones civiles, gracias a chanchulleros funcionarios, gozan de un desprestigio tal, que muy pocos creen en ellas.

Para cerrar, diríamos que si Solalinde caminara por nuestro barrio, muy probablemente le invitaríamos a la mesa de casa y le contaríamos nuestras cuitas. Si el paseante fuera un miembro de la seguridad pública, lo más seguro es que bajaríamos las cortinas.

Somos lo que hemos hecho, no lo que decimos ser.


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