Implacable, más que impecable, fue el senador Héctor Yunes Landa en el análisis de los primeros cien días del gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, por cierto, habría que ser muy ingenuo para suponer que alguien, así fuera Winston Churchill, pudiera remediar, en dicho lapso de tiempo, el desmadre que dejó en la entidad Javier Duarte y su cofradía.
En estos tres meses y pico de la nueva administración claro que se han cometido errores, el principal, radica en sostener en sus cargos a personas que han demostrado ineficacia y falta de voluntad para hacer su trabajo, a lo que se agrega las ‘chambitas’ que hace la oposición en el Congreso para dinamitar la labor del gobierno del estado.
¿Qué ha aumentado la inseguridad?, cierto ¿qué hay parálisis de le economía?, innegable ¿qué hay desdén para resolver problemas que además de dinero requieren imaginación?, salta a la vista.
Pero así como lo anterior no puede ocultarse, tenemos que admitir, si somos objetivos, que las finanzas y las instituciones estatales quedaron pulverizadas, por ello, la tarea de todos los actores políticos es contribuir a resarcir este monumental desfalco material y moral, pero cuando se está pensando en el próximo proceso electoral…está cabrón.
La bronca verdadera no es de Yunes Linares, sino de millones de ciudadanas y ciudadanos que ven con frustración como buena parte de la elite política privilegia sus intereses por encima del bien común y en esta mezquindad, entran integrantes de todos los partidos.
Por cierto, don Héctor es representante de Veracruz ante el pacto federal, por lo tanto, tiene la obligación de hacer una evaluación, igual de severa, de la administración de Peña Nieto, o qué ¿todo ha sido de excelencia con el mexiquense?
¿Tiene el valor…o le vale?
El Tlatoani impone ¿verdad?

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