Respecto de la quiebra financiera del estado de Veracruz, provocada en gran medida por el saqueo del erario público, hay dos posiciones de cómo enfrentarla:
Por un lado el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares (y millones de veracruzanos, entre los que se incluye el mismo Flavino Ríos), pide que la Federación se haga corresponsable y aplique una suerte de rescate financiero.
En contraparte, José Antonio Meade, con el visto bueno del presidente Peña (además de contar con el beneplácito de un pequeño grupo de veracruzanos que quieren que el estado le “reviente” en las manos a Yunes), dice: endéudense más y ajusten (recorten) el gasto.
En torno a la visión de la tecnocracia, aclaramos que argumentan que la ley no faculta al gobierno de la República para enviar más dinero del acordado en el convenio de coordinación fiscal, o sea, el presupuesto estatal, agregan a esto, que la crisis económica global obliga a una reducción del gasto, a la disciplina presupuestal pues.
Lo anterior puede resultar impecable en términos teóricos, pero ¿es responsable la ciudadanía de la entidad por el brutal robo del erario y las consecuencias que de ello derivan como el despido masivo de trabajadores y el recorte (más aún) al gasto social?
Desde luego que no, lo ocurrido en Veracruz no tiene precedente en materia de corrupción en la historia del país: partidas presupuestales desaparecidas, compra de medicamentos falsos y caducos, adeudos a proveedores y empleados de gobierno, depredación de la reserva técnica del Instituto de Pensiones, desvío de las partidas destinadas a municipios y la UV, uso de los programas sociales para campañas políticas y un sinfín más de raterías.
Por lo anterior, el gobierno de Peña Nieto debe hacer una excepción y entrarle al rescate, el problema en sí, no es de Yunes, no creemos que él pase apuros para pagar la “luz” y hacer el súper, la bronca es de millones de paisanos que no tienen “economía”, apostarle a la paciencia del ciudadano, es un triple salto mortal sin red de Meade y compañía.
Que revisen sus prioridades: tener contento al FMI o al elector. Les recomendamos leer a Maquiavelo.
La macroeconomía está para servir al hombre…no el hombre a la macroeconomía…dijera el clásico.

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