En Veracruz se vive una grave crisis en materia hídrica, el problema no es menor, si tomamos en consideraciones que las autoridades en materia ambiental del gobierno federal reconocen que el 80 por ciento de los ríos, arroyos y afluentes de agua dulce están contaminados con heces, cloro, y desechos industriales.
Más grave, cuando la fuente de la información es la propia Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), la que simplemente no atienden los pasivos que día con día enfrenta la entidad.
A pesar de que por el suelo veracruzano escurre por sus 18 cuencas el 30 por ciento del agua dulce del país, nada se hace para captar y almacenar este recurso que en otras latitudes es causa de guerras y litigios por su manejo y preservación.
Las afirmaciones del integrante de la Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (LaVida), Guillermo Rodríguez Curiel evidencian el desinterés y la falta de continuidad en el discurso del actual gobierno estatal.
Y es que aun cuando el propio gobernador Javier Duarte enarbolará la bandera de la preservación y conservación del Medio Ambiente, durante su mandato se ha presentado la mayor cantidad de accidentes ambientales de todo tipo, derrames de crudo en ríos y arroyos, contaminación industrial, la exploración y explotación de petróleo por vía del fracking, así como la contaminación por robo de combustibles y gasolinas son tan solo algunas de las causas de estos pasivos.
Afirma Rodríguez Curiel que en el caso de los Ingenios Azucareros del estado, la problemática es recurrente, al menos dos veces por año, al término de sus procesos de producción y ante la obsolescencia de la maquinaria y sus equipos se hace necesario el lavado con sosa caustica la misma que es arrojada sin empacho a los ríos, arroyos o lagunas del estado, provocando una severa mortandad de peces y especies que subsisten en estos hábitats; ejemplo de ello, lo recientemente ocurrido en el municipio de Úrsulo Galván en la Laguna La Cabana.
Más grave aun cuando el ambientalista responde al cuestionamiento de este reportero sobre si en Veracruz existen al momento identificadas zonas urbanas con altos niveles de contaminación de sus fuentes de agua potable, el integrante de LaVida afirma, las región Huasteca, el municipio de Papantla en su localidad Emiliano Zapata, en Tierra Blanca, y especialmente en el corredor industrial de Minatitlán, Cosoleacaque y Zaragoza en donde la contaminación es tal, que ningún habitante en sus cabales es capaz de consumir agua de la llave, por temor a enfermar por el alto contenido de metales pesados.
Pero la problemática se vuelve más preocupante cuando refiere que los señalamientos vertidos por grupos ambientalistas e investigadores médicos demuestra la relación directa de casos de enfermedades crónicas como la “insuficiencia renal” que padecen poco más de 500 habitantes de Tierra Blanca por la contaminación de sus mantos freáticos, tema que ha sido negado por las autoridades de salud en innumerables ocasiones, ante el tamaño de problema social que representa.
Lo grave afirma el activista es que aun cuando las autoridades ambientales de Veracruz han sido informadas de esta serias observaciones, omiten, evaden, justifican y hasta se deslindan de la responsabilidad aludiendo que es un tema de competencia federal y viceversa.
El tema no es menor, si visualizamos que en cualquier otro país de primer mundo, un problema como el recientemente ocurrido en Úrsulo Galván habría sido motivo de escándalo y sanciones multimillonarias, con indemnizaciones por millones de dólares, y si no, solo basta que busque el caso llevado al cine de Erin Brockovich.
Ahora los veracruzanos se preguntan ¿hasta cuando se quedarán los ríos llenos caca?


Al tiempo.

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