“La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión.” – Aristóteles.

Para que todo gobierno alcance una buena conducción afirma Giuseppe Duso en su compendio “El Poder, para una historia de la filosofía política moderna” deberá estar dotado de un capitán dotado de experiencia y cualidades que no están repartidas por igual entre todos. Es decir, implicaría que quienes participan del gobierno sean especialistas de sus áreas y que conozcan de lo suyo.
Lamentablemente la mayoría de los casi 82 funcionarios que han acompañado al gobernador Javier Duarte a lo largo de su mandato se formaron bajo el amparo de lo que ahora los académicos y columnistas denominan como Fidelduartismo.
Una especie de maximato mal ejecutado que a la sombra del ex gobernador Fidel Herrera y el mandatario en funciones, han conformado una nueva filosofía para gobernar, basada en el principio fundamental del juego mexicano de la pirinola, en donde el “toma todo” se transformó en “llévate todo”.
Y esto se lo comento porque al revisar una vez más el trabajo académico del Dr. Hilario Barcelata Chávez a través del Observatorio de las Finanzas Públicas (OFP) de la Facultad de Economía de la Universidad Veracruzana (UV), damos cuenta de que, mientras en otras administraciones el principio fundamental de sus ejercicios consistía en atender y ejercer el presupuesto en la atención de las necesidades apremiantes de los veracruzanos, esta nueva clase política lo ejecuta totalmente en contra.
Bajo el titulo “Los Malos Manejos del Presupuesto Público en Veracruz” el académico de la UV afirma que en 2013 el gobierno estatal no gastó un total de 5 mil 947 millones de pesos que ya tenía autorizados para su ejercicio, de los cuales 3 mil 103 millones de pesos, es decir, más de 50 por ciento lo concentran seis dependencias: la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) con un subejercicio de 2 mil 181 millones de pesos, la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) con 995 millones de pesos, la de Salud con 902 millones de pesos, la de Desarrollo Social (SEDESOL) con 443 millones de pesos; la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) con 293 millones de pesos, la de Gobierno con 252 millones de pesos y la de Medio Ambiente con 227 millones de pesos de subejercicio.
En algunos casos este subejercicio representa una parte muy importante del presupuesto total de estas dependencias, como es el caso de la Secretaría de Infraestructura y obras cuyo subejercicio equivale a 65 por ciento de su presupuesto autorizado; lo mismo sucede con la Secretaría del Medio Ambiente que tuvo un subejercicio de 32 por ciento, la de Desarrollo Social de 21 por ciento y la de Gobierno 17 por ciento de su presupuesto.
Nótese que en el rubro de creación de infraestructura y obras públicas y en desarrollo social es en donde más dinero se dejó de ejercer, más de 2 mil 600 millones de pesos, lo cual sin duda tuvo un efecto negativo sobre el desarrollo económico del estado.
La pregunta aquí es: ¿A dónde se fue ese dinero que no se gastó en lo que debió gastarse?
Para 2014 la situación fue más grave ya que se autorizó un presupuesto de 12 mil 244 millones de pesos para obras de infraestructura, pero de acuerdo con el IV Informe de Gobierno, el 75 por ciento del total de esos recursos no fueron sido liberados, es decir, no fueron utilizados.
Aquí el subejercicio se concentra primordialmente en la SIOP, la que presenta un subejercicio de 2 mil 452 millones de pesos, es decir el 82 por ciento del presupuesto asignado para obras que es de 2 mil 995 millones de pesos. Lo mismo sucede con el Instituto de Espacios Educativos cuyo subejercicio es de 1 mil 391 millones de pesos, el 90 por ciento de su presupuesto. También es notorio el caso de Servicios de Salud de Veracruz con mil 212 millones de pesos de subejercicio, el 72 por ciento de su presupuesto y la tan cuestionada SEDESOL con un subejercicio por 847 millones de pesos, el 93 por ciento del total presupuestado para obras.
No se entiende por qué un gobierno puede presentar una situación financiera de esta naturaleza. Si los recursos ya están autorizados, si las obras ya están planeadas, ¿por qué no se ejecutan? Y si se hacen ¿por qué no se libera el recurso para pagarlas?
Una vez más la pregunta es: ¿A dónde se fue ese dinero?

Al tiempo.

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