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DUARTE, MEDALLA DE ORO
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2014-11-17 - 10:02
“Dos son mejores que uno; porque tienen una buena recompensa por su trabajo. Porque si caen, uno levantará a su compañero, pero qué desgracia para aquél que no tiene a otro que lo ayude a levantar” Eclesiastés 4:9-10.

En una entidad, Veracruz, tan convulsa, con herencias malditas e inacabadas traiciones y deslealtades políticas, el lugar común –al igual que péguenle al negro– ha sido la crítica a la autoridad establecida.
Hoy, sin embargo, difícilmente se le puede regatear al gobernador Javier Duarte el éxito total en la organización de los Juegos Centroamericanos, particularmente luego de observar tan magna inauguración que nos hizo recordar el gran pueblo que somos, la historia que nos une y las raíces que nos atan.
La del viernes fue una muestra clara, fehaciente, de que es posible la unidad y la concordia en medio de la peor crisis política, social y económica que vivimos a nivel estatal y nacional.
Cual magia, el evento de apertura de los Juegos Centroamericanos nos hizo voltear para mirar nuestra esencia y recordarnos nuestra grandeza en lo cultural y lo político, así como con nuestras tradiciones, bailes y alegría jarocha.
La piel de quienes observamos la ceremonia se nos puso chinita cuando escuchamos el himno; la conmoción que nos provocó una menor de edad que pide ponernos de pie en señal de unidad, de paz, de no a la violencia.
El Totonacapan estuvo presente.
Los jarochos con sus sones. Los 5 mil atletas. Nuestra bandera nacional. Los mensajes de apertura –en donde el presidente Enrique Peña Nieto infortunadamente no pasó la prueba del estadio, tal como sucedió a Gustavo Díaz Ordaz y a Miguel de la Madrid– y las caderas de Ricky Martin que por momentos provocaron que se olvidara nuestra tragedia.
Pero la vida sigue.
Ya mismo en la cruda del fin de semana volvemos a recordar a nuestros caídos, sin embargo, queda la percepción de quien puso lo mejor de sí mismo para que el evento internacional nos recordara nuestra grandeza.
Un galardón para Javier Duarte.
Para el imaginario no queda claro si hay perdón u olvido a todo lo que hemos vivido en Veracruz en los últimos años, pero sí una idea nítida de que nuestra tierra es más que los criminales que la azotan; es muchísimo más que los enemigos que todos los días erosionan a la institución y degradan a nuestros mejores hombres; es algo más que esas raterías e irresponsabilidades de funcionarios venales.
Es más allá que ese afán de arrebato de parte de una familia necia por el poder dinástico.
“Miguel, te tengo una mala noticia, todo salió bien”, le escribió en una ocasión Alberto Silva a Miguel Ángel Yunes Linares; la sentencia cobra vigencia de nueva cuenta tras el éxito del arranque de la justa deportiva, cuya inauguración fue de primera.
Y regresamos, en efecto, a nuestra realidad, pero queda un rayo de esperanza y confianza renovada en la institución que está por encima de los hombres.
Se abre al mismo tiempo una oportunidad de oro para que el propio Javier Duarte lleve a buen puerto su gobierno, en donde hoy sí queda comprobado que es posible remontar nuestra fatalidad, eso que muchos denominan destino manifiesto.
Arranca el quinto año de gobierno.
El tiempo se acaba y no. Vienen para Veracruz buenas cosechas. La Cumbre Internacional de Jefes de Estado y de Gobierno que habrá de mostrar de nueva cuenta al solar nacional, al extranjero y a nosotros mismos, en medio de tantos sobresaltos, que es posible la paz, la no violencia y la armonía.
Y es que hoy, después de lo visto en el marco de los Centroamericanos, queda demostrado que debemos confiar y creer en Veracruz, y que su institución de gobierno se merece el beneficio de la duda.
Han sido tantas las descalificaciones que se han registrado en cuatro años, que pareciera que ni pueblo ni gobierno somos capaces de nada.
Y no es así.
Y aunque para algunos lo del fin de semana sólo fue una versión virtual y fantasiosa de lo que quisiéramos ser, para los más, sin embargo, es el darnos cuenta que Veracruz resuena en los pasillos de la historia, en su grandeza, tras haber soportado en cuatro ocasiones los embates de la guerra de distintas invasiones extranjeras.
Es el Veracruz, por decir lo menos, de la jarana, el son, el huapango; es el Veracruz que brilla a lo largo de los más de 700 kilómetros de playas. Ese Veracruz de La Parroquia, del petróleo y azufre; de los cítricos y la más importante reserva de agua natural del país; de la ganadería y silvicultura y la más rica ventana al mar… es, para acabar pronto, la bodega, el granero del país.
Todo ello sin olvidar que es la cuna del liberalismo, la sede del gobierno trashumante de Juárez, la entidad que más cultura política y políticos mismos ha dado a la república.
El primer puerto de América y albergue de casi 8 millones de veracruzanos en una ribera que colinda con cinco estado del país.
Lo sucedido en el marco de una justa deportiva ha servido para recordarnos la gran tierra donde vivimos, en donde infortunadamente nos desgastamos con grillas baratas y en notas rojas que si bien nos ponen en interminable luto, también deberían llamarnos a la unidad, una unidad no de membrete, sino de exigencia ciudadana, sin máscaras por la justicia social.
Así pues, Veracruz –pareciera que lo estamos descubriendo– es uno de los estados más dinámicos de la república por sus actividades comerciales y culturales. Es poseedor de uno de los puertos turísticos y mercantes más importantes a nivel nacional, cuyo nombre es el mismo que identifica al estado.
Y ha sido protagonista indiscutible y aportador de una rica historia para México; por su situación geográfica es un punto estratégico en la relación de México con el resto del mundo.
¿Que si todo ello no lo sabíamos?.. Por supuesto que sí, pero había necesidad de que nos lo dijeran en ese foro y con ese escenario.
Javier Duarte, después de esa muestra armoniosa y responsable, queda en una sólida posición de cara a los veracruzanos; su popularidad se levanta de manera sensible, notable, no vista ni cuando tomó posesión en 2010.
Y a nivel nacional se reposiciona en señalado liderazgo que habrá de preocupar a quienes hasta hace unos días estaban ciertos que sus opiniones sobre temas de sucesión no tendrían ningún eco en el centro del poder y conflicto.
Dos horas de música, color, sonido y un llamado a la paz, la unidad, la amistad y la concordia, sirvieron para que todo un pueblo descubriera el legado heredado.
Es el Veracruz que hoy detentamos. Cuidémoslo. No lo perdamos. Aún es tiempo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo

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