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LA DE 2, FIRME
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2014-11-12 - 10:01
El solo hecho de no haber ingresado este martes la iniciativa de reforma constitucional para armonizar los periodos electorales locales con la federación, desató la bufalada.
Que si se está tambaleando; que si la embestida de una parte del sector empresarial, misma que se suma al abierto rechazo de los dos senadores interesados, José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa; que si ya hay una nueva propuesta de cinco años ingresada por el senador Fernando Yunes.
En fin, toda una guerra que sólo tiene alas de papel periódico, como dirían los clásicos.
Lo que es un hecho, sin embargo, es que nunca será lo mismo la tertulia y componer el mundo tras una tacita de café, que observar las consideraciones nacionales y federales en el tema de la sucesión de 2016, en donde la estrategia sólo la acuerdan los primeros priistas, el federal y el estatal.
Y es que el tema adquiere tintes dramáticos cuando se argumentan gastos millonarios en la organización electoral –que los hay sin ser motivo real–, así como retracción en la economía y la inseguridad –que no sucedió cuando don Fernando Gutiérrez Barrios– e incumplimientos de programas sociales y no aplicación de políticas pública –cuando está visto que en la de seis ha habido gobernadores que no hicieron nada.
Localizadas voces de la vieja guardia y también desposeídos de la nueva, le echan leña al fuego buscando sacar raja, particularmente a sabiendas que una vez aprobada la de dos y con un candidato ungido, la cargada va a ser incontenible.
El “¡Te lo dije, hermano, yo siempre supe que él sería!”, será el nuevo tono de los cafetines. “¡Es mi compadre!”, “¡Nos conocemos desde chavos!”, serán las nuevas banderas de los que habrán de declararse priistas de toda la vida.
Hoy, sin embargo, meten ruido; tiran bolas de humo a ver si pega y transitan en esa fantasía de la inviabilidad de una gubernatura de dos años, cuando el fondo de la iniciativa va encaminada, en esa encarnizada lucha por el poder, a no dejar pasar a los Yunes, a buscar por todos los medios cerrar el círculo de la Fidelidad-Duartismo sin estridencias, sin venganzas, sin juicios sumarios, sin crucifixiones.
La de dos y el antecedente de una reforma a la revisión de las cuentas públicas en el cierre sexenal y no después como ocurre ahora, es parte de lo mismo.
Un gobierno de dos años pretende en los hechos la apertura generacional de una clase política que busca incorporarse, que viene haciendo fila y que eventualmente sería entreverada con la gente experimentada abriéndose al mismo tiempo a la pluralidad, al pluripartidismo.
Y es que, ante el empecinamiento de “yo voy a ser gobernador, que no te quepa la menor duda”, es que se busca terminar con lo dinástico y abrir la oportunidad, no a la Fidelidad o al Duartismo, que ya la tuvieron, sino a toda clase política que aspire a participar en la cosa pública.
Que si a Fidel le falló y Javier la empeoró, es otro tema. Hoy la consigna en concordancia con el centro es por un gobierno de coalición tanto en la de dos –2016-2018– como en la de seis –2016-2022.
Ya mismo la de dos, que no la de cinco, es el punto.
Y no tendría que ser en otro sentido partiendo de la base de lo dicho por el propio gobernador Javier Duarte, que su empeño y principal decisión la empezó a construir en 2010 justo el día en que tomó posesión.
¿Más claro?
Dicho por Jesús Reyes Heroles, ratificado por Ruiz Cortines, de que la decisión más importante de todo gobernante es elegir a su sucesor… se equivoque o no.
¿Por qué tendría Duarte que construirla para un Yunes, máxime cuando uno de ellos ya se la sentenció?
Él, Duarte, viene de una generación en donde aprendió a hacer política al estilo Fidel y Fidel al estilo Hernández Ochoa y Hernández Ochoa al estilo López Portillo, y así pa´tras hasta el infinito, justo cuando la Revolución se bajó del caballo y empezó a gobernar con los militares para más tarde con los cachorros de la Revolución y terminar con los pirrurris, neoliberales y en la alternancia en 2000 con los reaccionarios.
Ésa es nuestra realidad.
Buena o mala, ésa es la historia política en donde la máxima suprema ha sido que el poder no se reparte; en donde se gobierna con los amigos; en la cual la lucha por el poder es cupular y entre camarillas sin mediar la consulta nacional.
Hoy que se apela a tantos recursos colaterales, incluido el mediático para justipreciar la democracia y la lucha social, se desdeña esa realidad con la cual hemos vivido pegados por siglos, el poder imperial.
Ya mañana habrá de autorizarse la de dos, o la de cinco, y se sabrá quién fue el ganador para regresar en un suspiro a la adoración del “tlatoani”.
Así ha sido la historia del PRI. Toda llena de matices. Con buenos, malos y feos; con políticos, policías políticos y gatilleros; con intenciones democráticas, pero también con corruptos y ligados al crimen organizado.
Para Veracruz vienen tiempos de decisiones y con ellas nuevas esperanzas siempre fallidas, como en cada sexenio.
Hoy, por lo pronto, se percibe presión de quienes aspiran, pero también certeza de quienes deciden. Todo es cuestión de tiempo. Nadie muere en la víspera.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo

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