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RENATO TRONCO, CHANTAJISTA
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2014-11-07 - 10:12
“Hay muchos caciques y pocos indios”, anónimo

Los políticos mexicanos sufren lamentablemente de un padecimiento mental; “quien desea ostentar el poder, loco se ha de volver”, cita un refrán popular y en Veracruz, muchos de sus políticos padecen este complejo mitómano que les produce grandes, pero en verdad grandes dividendos.
Es la pseudología fantástica, un trastorno psicológico que provoca en el político afectado una tendencia conductual a mentir y mentir y seguir mintiendo, situación que le proporciona una serie de beneficios inmediatos, como admiración o atención, pero sobre todo dinero a raudales.
Es el caso del diputado local Renato Tronco, quien actúa bajo esta patología; amante del protagonismo en todas sus expresiones, este representante popular, que más avizora esbozos de gángster o mafioso, amaga, amenaza, toma y ejecuta cuanto aire sopla por el sur veracruzano.
Erigido ahora en víctima de sus mentiras, pretende presionar al gobernador Javier Duarte para que le sea concedida la diputación federal por el distrito de Coatzacoalcos rural, como si realmente se lo mereciera.
Tronco, que alto honor hace a su apellido, se ha hecho acreedor al mote de “El apestoso”, por así llegar al recinto legislativo, despidiendo aromas, que podríamos excusar si supiéramos que desarrolla faenas de campo, cosa que se sabe no realiza por ser el verdadero terror de Las Choapas.
Amparado en su fuero, el brillante charro de levita –y no de levita por la usanza charra, sino porque materialmente flota de tan mentiroso que es– siente que las puede todas por ser el cacique de la región sur de la entidad.
Se le olvida que los veracruzanos acusamos de memoria histórica, y recordamos sus constantes faltas a las sesiones del Congreso, en donde estuvo a punto de ser separado del cargo por güevón.
Tampoco se olvida la payasada, y por demás ridiculez, de llegar a caballo a la toma de protesta como diputado local, como si el señor viajara en caballo por las autopistas del estado.
Y a nadie demostró y mucho menos convenció su camión de gestión de famosa empresa alemana –Mercedes Benz– que no costó tres cacahuates, y que él mismo se jactó en señalar cercano a los 2 millones de pesos.
Vinculado con criminales y caciques, Tronco pasa de una impunidad a otra, siempre bajo la sombra protectora de Fidel Herrera, que seguramente ha visto en este folclórico político una fuente lateral de ingresos y poder.
Conviene que en este Veracruz de realidades apremiantes, sean investigados personajes de esta calaña, que en nada dudamos repita el escenario del edil de Iguala, José Luis Abarca, pues de entrada la pinta de gángster ya la tiene.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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