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LOS JUEGOS, ¡ALTO A LA VIOLENCIA!
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2014-11-14 - 09:01
“Para que nada nos separe, que nada nos una”, Pablo Neruda

Arrancan los Juegos Centroamericanos.
Arribamos finalmente a tan esperado y para muchos tan angustiante día. Ahí está el escenario. Imposible cantar victoria ante las feroces embestidas de quienes desde hace una década hacen soberanos esfuerzos porque a Veracruz y a quienes nos gobiernan, les salgan mal las cosas.
Y es que los veracruzanos arrastramos una –acaso más de una– maldición.
Sea porque a los opositores no gusta quienes están en la silla de mando, sea porque fieles creyentes al poder dinástico sus disputas son llevando como rehenes a los veracruzanos, o sea por torpezas y corruptelas sin fin, el caso es que cargamos con un sello de maldición en el que la consigna es que todo nos salga mal.
Arrancan los Juegos Centroamericanos.
Luego de condenas, censuras, descalificaciones y pronósticos de que las instalaciones no iban a quedar en tiempo y forma, de que la lana se había desviado, de que era inminente el cambio de sede… nada sucedió.
Las voces que sentenciaban y juraban por ésta el peor de los desastres en Veracruz, hoy, más que guardar silencio, se mantienen al acecho, a la espera de nuevos argumentos, falaces o no, o una desgracia que les permita nuevas embestidas.
Ruegan a Dios que les caiga, como a Marijose, un muertito del cielo para justificar el “¡Se los dije!”.
Arrancan los Juegos Centroamericanos.
Se entendería que en ese marco diéramos una tregua y que los defenestradores encapuchados y opositores a Javier Duarte –con razón o sin ella– abrieran un espacio a la concordia sin olvidar sus banderas ni el leitmotiv que los impulsa, pero no.
Anhelan una hecatombe.
Desde luego que no se está apelando al mundo feliz en donde finjamos que todo está muy bien y cantemos de la mano, pero valdría la pena que en las siguientes dos semanas observemos con prudencia una justa que costó y seguirá costando mucho a millones de veracruzanos, que somos los que a final de cuentas patrocinamos y respaldamos eventos como el que hoy nos ocupa.
Arrancan los Juegos Centroamericanos.
No llamemos al aplauso a los Migueles o Juanes, ni a los Albertos o Pedros, tan sólo consideremos que en respeto al anfitrión, que no necesariamente es Javier Duarte, sino todos los veracruzanos, hagamos de la justa un escenario, no de perros y gatos, sino de amistad y concordia.
El pretender que le vaya mal al gobierno es buscar en modo alguno que nos vaya mal a todos.
Un evento ensombrecido por la violencia y la muerte no necesariamente es tema de gobierno, sino de todos.
El mostrarse, o más bien ocultarse tras una máscara, es un una cobardía del mismo tamaño que la no acción de la ley. El lanzar condenas sin haber colaborado con un grano de arena es comodísimo, pero ilegítimo. El esperar que lo malo venga al igual que propiciarlo, es una canallada.
Arrancan los Juegos Centroamericanos.
No se puede regatear a los organizadores su mejor esfuerzo. Es más lo que está en juego que una afortunada condena o advertencia de fracaso.
Las obras de infraestructura ahí están. Los deportistas también: el hospedaje, la alimentación, la transportación y la cara bonita de las ciudades también ahí están. Todo listo para un escenario que nos dará lustre como un pueblo que en medio de la crisis aspira a la superación por la vía de la unidad.
Vamos apostando por unos juegos limpios. Consideremos que si no fue ahora, ya no fue.
Éste no es un asunto de boletín de prensa, es un tema de conciencia, de apostar por nosotros mismos y so riesgo de caer en un lugar común, consideremos que es un buen momento para solidarizarnos.
Decía Alain Touraine, que el sistema político debe extraer principios de unidad a partir de la diversidad de los actores sociales y que lo hace a veces invocando los intereses del estado, y otras, al contrario, elaborando compromisos u organizando alianzas entre grupos de interés diferentes.
En la unidad, decía mi recordado amigo Fernando Gutiérrez Barrios, citando a Espo, “la unión nos hace tan fuertes como débiles la desunión”, y la nuestra es una buena oportunidad para mostrar que las diferencias de dentro no deben exponerse hacia afuera.
Arrancan, pues, los Juegos Centroamericanos, demos…
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo

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