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Su causa es mía, grito y me encuero: Del Ángel
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2014-09-17 - 09:55
Marco Antonio del Ángel Arroyo ya encontró una chamba para toda la vida.
Mientras su padre César del Ángel Fuentes lucha por su vida –padece del páncreas– en el lujoso hospital Los Ángeles, su hijo Marco recibe la jugosa herencia que por más de tres décadas atesoró su papá: las 400 encueradas y encuerados con todo y sus miserias.
Marco saltó a la fama –ya es una oprobiosa celebridad– en días pasados al tomar el liderazgo de los heroicos y nunca bien ponderados 400 Pueblos, que han vivido al amparo de Carlos Salinas, Dante Delgado, Fidel Herrera, Reynaldo Escobar y hoy día de conocido y localizado personaje del Palacio de Gobierno de Veracruz.
Este imberbe decidió mostrar sus desnudez –decía mi madre que ¡Gracias a Dios se inventó la ropa!– y hacer a un lado su fino traje Armani, su blanquísima camisa de Boss, su corrientucha corbata de Scappino y sus bien boleados zapatos, que hasta parecían zapatillas, de Ferragamo, conservando –desde luego– sus calzones que vaya a saber qué esconden, seguro nada importante aparte del olor.
Pero bueno, decidió encuerarse porque la talega vale más que la ropa de marca, porque la pena de mostrarse encuerado deja de sonrojarlo cuando el oro brilla en su ya de por sí abultada cuenta bancaria y porque hoy día las chambas buenas ya no existen.
Las reseñas periodísticas no mienten cuando reseñan que el hijo de César del Ángel –quien es diputado plurinominal por regalo del papá, gracias a su heroica lucha social en favor de quienes menos tienen, sobre todo ropa– determinó, sin más, quitarse los trapos que lo cubren y sumarse a la protesta con los 400 Pueblos.
De calzoncillo negro ajustado –¡al carajo la lonja!–, zapatos lustrados –¿cuidado y se enloden eh?–, el cabello desaliñado –¡para que la escenificación sea creíble!– y sonrisa despreocupada, un tanto cínica para mostrar valor, fue como se presentó este priista para protestar, al ritmo de cumbia, en la ciudad de Xalapa.
Marco, que no marquito porque ya es grande, memorizó el discurso.
"Ya lo he hecho antes, soy un integrante más y me uno a las demandas de mis compañeros. Hay diferentes formas de manifestarse, hay quienes cierran calles, dejan sin agua a la población, nosotros bailamos y nos quitamos la ropa para pedir justicia", dijo en entrevista el nada apestoso protestante, ya que ni modo se untara tierra para pasar por campesino o abrazara a una encuerada para que le contagiara el olor.
Marco Antonio, émulo del magister equitum y cónsul Marco Antonio, amante de Cleopatra, no tiene empacho en gritar:
"A los compañeros los han despojado de sus tierras, los han golpeado a muerte; y su causa es la mía, y yo grito con ellos, exijo con ellos y me encuero como ellos", gritoneó, pero no los dejó pasar a su casa al final del mitin –¡no vayan a tomar posesión del refri!
Pero, ¡ups!, como no puede señalar y denunciar y mucho menos denostar a sus patrocinadores del gobierno, pues se avalancha en sus protestas contra Patricio Chirinos, un borrachín que fue gobernador de Veracruz el siglo pasado y que ni fu ni fa…
“La organización campesina exige resultados a la Comisión de la Verdad para investigar agresiones contra los campesinos entre 1992-2002. Acudimos a la reivindicación por la violación de garantías y derechos humanos en relación a la privación de libertad, despojo de tierras y ejecución de campesinos que ocurrieron en gobiernos pasados".
Olvidó precisar que los 400 Pueblos tampoco estaban de acuerdo con la invasión británica a las Malvinas y que el papa Francisco duda que exista el infierno.
Pero bueno, de lo que se trataba era de fincar una causa o justificación social sin broncas para esconder la real, que es crear focos de distracción ante problemas reales.
Por ello el pasado viernes, a dos cuadras de la catedral de Xalapa, se dejaron sentir los gritos, música y la inevitable olorosa presencia de los 400 encuerados y encueradas.
Por ello en la plaza pública se vieron cuerpos moviéndose con un repertorio variado de cumbias. Todos en pelotas, mientras del otro lado decenas de cámaras, celulares y mirones que sonreían.
Y fue justo en ese momento, en la función Moda, que Marco Antonio del Ángel hizo su presentación.

Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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