29 de Abril de 2024
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La política… ¡a madrazos!
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2015-05-19 - 09:22
¿Quién apoya al gobernador?

Cuando la política deja de ser un arte y se aparta del diálogo, de la negociación y la concertación para dar paso a la violencia verbal, las palabras altisonantes y amenazas de cara al circo mediático, es que estamos transitando por la ingobernabilidad.
Imposible imaginar a los grandes estadistas o incluso gobernantes de medio pelo dejarse gobernar por signos de división interna o descomposición de los ideales de buen gobierno.
Lo del altercado Nemi-Benítez no es más que el reflejo de lo que sucede dentro del aparato en donde se transita de la preocupación a la desesperación.
Indiscutible que hay quienes sienten pasos en la azotea y ahí, presentes, quienes apanicados buscan evadir culpas y echar responsabilidades a sus pares. Son reflejo de que, en efecto, permearon las admoniciones federales.
Por ello el temor, la angustia.
Es el miedo que se traduce en escarceos de violencia, en una falta de respeto a la institución y a su jefe supremo encarnado en el gobernador Javier Duarte.
Se está transitando de la inmovilidad al sálvese quien pueda. Y ello queda demostrado al reventarse el hilo por lo más grueso ya que no es común que en público se peleen dos funcionarios del primer nivel teniendo como réferi ¡Oh, paradoja! a los periodistas en significativo evento en que se recuerda a don Rafael Hernández Ochoa, cuyo gobierno se caracterizó por la probidad y la lucha contra la corrupción.
Habrá que coincidir que el quehacer público en Veracruz se ha vuelto un circo de tres pistas. No hay seriedad, hay golpes bajos, intereses personales y mucha demagogia.
En Veracruz hace una década se perdió el sentido del ejercicio del poder. No se acabó de entender que gobernar es un arte que requiere de inspiración, intuición y oportunismo.
Y no hay que ser un sabio para entender que un buen gobernante debe ser un visionario para saber qué es lo que va a hacer y a dónde nos quiere guiar. Requiere inspiración, intuición y oportunismo. Y en ese marco, por supuesto, está el control de quienes van de la mano, de sus colaboradores, que es la gente más cercana a la cristalización de sus afanes políticos.
Para un gobernante es imprescindible ser receptivo y permeable a las emociones de los subordinados, atento a las sutilezas, discriminativo con los detalles, resolutivo en las decisiones, versátil ante las adversidades, elegante en las formas y pragmático en el fondo. Pero por encima de todo, exento de egoísmo y conocedor y dominador de sus propias pasiones.
Hoy Veracruz está urgido de concordia, de diálogo y acuerdos.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo


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