05 de Mayo de 2024
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Veracruz, cementerio de periodistas
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2015-05-07 - 10:43
La tarea de todo gobernante debe ser lenta, discreta, paciente, a realizarse cada día y a través de los años por el esfuerzos, la obstinación, la perseverancia.
Bien decía Max Weber que para todo político debe primar el idealismo moral sobre el realismo político.
Pero acaso eso no se entiende en Veracruz en donde todo en política es rápido, inconsecuente y sometido al voluntarismo de quien no acaba de entender que lo único que no se puede permitir, tal como lo predicaba don Jesús Reyes Heroles, es mancharse las manos de sangre.
En horas de la noche el pasado lunes fue encontrado muerto otro periodista, quien fue masacrado y tirado en una comunidad oaxaqueña aledaña a Tierra Blanca de donde era oriundo este humilde comunicador de nombre Armando Saldaña Morales, quien enseñó a su familia “a denunciar, porque si no, ¡no avanzamos!”-
Denunciar le costó la vida.
Hoy Veracruz encabeza la lista nacional de periodistas asesinados. En esta tierra –como dicen los clásicos- de “Frutsis y pingüinos” queda comprobado que sí es delito ser periodista. Van doce y aún faltan 18 meses para que termine la pesadilla sexenal.
Y sigue sin pasar nada.
Desgarra leer la crónica del diario jalapeño “Oye Veracruz” en donde reseña que en la calle de Venustiano Carranza, en Laguna Chica, Veracruz, los únicos ruidos que se escucharon la noche del pasado 5 de mayo fueron por los rezos de los familiares del periodista Armando Saldaña, asesinado de cuatro balazos en la cabeza y tirado kilómetros adelante, en Oaxaca.
¿Qué decir?
Oaxaca, Oaxaca ¡Bendito Oaxaca! que permite al Fiscal veracruzano de apellido Bravo, desmarcarse; de derivar la culpa a las autoridades de allá como si los 12 asesinados a lo largo del sexenio no fueran el referente histórico de lo que pasa en Veracruz en las relaciones prensa-Estado.
“No le debemos nada a nadie”, repite una y otra vez la viuda María Isabel Jasso, mientras uno de sus cinco nietos observa el ataúd del periodista masacrado abierto, velado en una sencilla morada a paso desnivel de color verde.
Recuerda Isabel que en sus 34 años de casado nunca le comentó sentir miedo por su labor periodística, de su pasión por narrar frente a un micrófono las notas de política de Veracruz.
La voz de Armando era muy conocida en Xalapa. Todas las mañanas a través de Aván Noticias trasmitía sus reportes desde Tierra Blanca. Siempre puntual, siempre agudo. Fue el primero que empezó con las denuncias de los delincuentes conocidos como “chupaductos”.
Hoy el periodista está muerto.
Creamos pues que el asesinato es una bronca de Oaxaca. Cerremos los ojos años y no consideremos que Armando Saldaña reporteó durante más de 25 años para numerosos medios de comunicación de Veracruz, como El Mundo de Córdoba, La Crónica de Tierra Blanca, y más recientemente en las emisora “La K Buena”” y “Aván Radio”. Vamos a comprar el deslinde de la Fiscalía veracruzana que alega que el cuerpo fue encontrado en Acatlán de Pérez, Oaxaca a diez kilómetros de Veracruz.
Aceptemos la versión oficial, pero no perdamos de vista lo que dice la Sociedad Interamericana de Prensa al responsabilizar de manera directa a las autoridades veracruzanas de la ausencia de seguridad para con los periodistas que de manera cotidiana son masacrados.
Hoy a la sumatoria de periodistas caídos necesario evocar a Regina Martínez a tres años de haber sido masacrada y sometida a ese entramado de verdades a medias de parte del sector gobierno empeñado en enturbiar la realidad, de matizarla, de descalificarla como lo hicieron con el periodista “fotógrafo de fiestas infantiles” Gregorio Jiménez de la Cruz, o con el periodista “taxista” Moisés Sánchez ejecutados por el crimen organizado para ocultar la real mano que se mueve detrás, tal como se empujó la verdad oficial en el asesinato de Milo Vela y Yolanda Ordaz.
Y a la sumatoria debemos preguntarnos ¿quién sigue? Y lo más importante ¿cómo nos vamos a defender?
Ya recuerdo en algún momento de la historia, allá por los ochenta, cuando el M-19 –después las FARC- en Colombia que tenía sometido al país bajo el imperio de las armas y no se sabía si eran más cruenta la guerrilla o la fuerza pública.
Por aquellos días los periodistas portaban playeras y chamarras con la leyenda “¡Soy periodista, no dispare!
En los países bananeros, Guatemala con el Ejército de Liberación Nacional y los Kaibiles, en Nicaragua con los sandinistas y la guardia nacional somocista, en El Salvador con los escuadrones de la muerte de “Arena” y el Frente Farabundo Martí, la “Policía Civil” de costa Rica… y así hasta el cono sur con los “Montoneros” argentinos y los genizaros de Chile y Paraguay con sus “Listas negras” de los enemigos del gobierno.
Bueno, pues en todos esos sitios la represión siempre recaía en la prensa, que valga la reafirmación nunca sería exterminada… La prensa siempre daría cuenta del fin de los gorilatos.
Es por ello que bien se dice que los periodistas somos una especie inextinguible.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo

Los contenidos, estructura y redacción de las columnas se publican tal cual nos las hacen llegar sus autores.

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