Gustavo Madero, el líder del PAN en el País, dice que León es una vergüenza nacional. Dolido aún por la derrota de 2012, el dirigente panista lanzó además ataques misóginos contra la alcaldesa Bárbara Botello. No es la primera vez que un militante del PAN recurre a este discurso, es el sello de la casa avalado desde lo más alto.

Los leoneses no dan vergüenza, al contrario, dan muestra de madurez política. Lo hicieron en 2012 cuando votaron por la alternancia cansados de pésimas administraciones albiazules que impidieron que León avanzara.

Este gobierno, el primero encabezado dignamente por una mujer, cumplió a los leoneses con más obras que nunca. No son puentes “del amor”, es infraestructura para quienes más lo necesitan, para los que estuvieron olvidados por años.

La primera presidenta municipal, a quien Madero denuesta, logró que por primera vez las mujeres tuvieran una casa: el Centro de Atención y Desarrollo Integral para las Mujeres (CADIM), sede del Instituto Municipal de la Mujer y espacio para combatir la violencia de género. Esto es algo que nunca hicieron –o quisieron hacer- los gobiernos del PAN. Ya entendemos por qué.

Las gestiones de Bárbara Botello permitieron que a León llegaran cantidades importantes de recursos de la Federación, algo que nunca hicieron los alcaldes panistas, ni siquiera con un presidente de la República originario de Guanajuato.

Eso es de dar vergüenza.

En 2010, segundo año de la última administración del PAN, la Federación envió 250 millones de pesos a León. En 2013 la cifra que consiguió Bárbara Botello fue de 588 millones, y para 2014 el monto fue de 770 millones. ¿No le dará vergüenza a Madero?
Ayer Madero le levantó la mano a Héctor López Santillana. En serio, ¿no le da vergüenza? Si como funcionario público fue tapadera del ex gobernador Juan Manuel Oliva en el gran engaño del sexenio (Cereal y Pastas Finas), ¿qué esperan que haga desde la Alcaldía? ¿Realmente a quién servirá?
Madero escupe al cielo. Se le olvidan los señalamientos por corrupción desde San Lázaro con sus moches. Se le olvida que tuvo que correr a su coordinador y vicecoordinador de bancada (Luis Alberto Villarreal y Jorge Villalobos) por la dipufiesta. Se le olvida que gente de su partido llamó “prietos” a los perredistas, y “simio” al jugador Ronaldinho. Se le olvida de la fiesta que organizó Jorge Preciado, cercano a él, en el Senado de la República, mariachi y bebidas incluidas.

Por eso no extraña el carácter misógino de las declaraciones de Madero. La duda es, ¿quién le da ánimos para hacer semejantes comentarios? ¿Montana?