"Que te pago con moneda que me enseñaste a acuñar", cantaban Los Churumbeles de España, y justo ese mismo estribillo parece entonar también Gustavo Madero. No es sino una sopa de su propio chocolate para Felipe Calderón y amigos, quienes durante el sexenio pasado hicieron exactamente lo mismo: adueñarse del PAN.

Eso dicen, a modo de justificación, los que saben o creen saber. El caso es que qué daño, querido lector, le causan al partido tales pugnas. Ni a quién irle…

Efectivamente, a Margarita Zavala le cerraron el paso en su intentona por la diputación plurinominal. ¿Es justo que la exprimera dama pague y asuma los costos de una guerra pueril entre maderistas y calderonistas?

No es justo, pero así de ingrata es la política. Te llevas, te aguantas. Madero responde, y fuerte, a un grupo que nunca se caracterizó por su tersura ni es precisamente delicado: el Don Felipe y su gente cercana. Sin embargo, mucho pierde el PAN ante la ciudadanía y rumbo al 2015. No les auguro grandes cosas, de seguir así divididos.

Tal y como lo escribí en Twitter, a diferencia de otras mujeres que conozco, a Margarita Zavala no la hizo Felipe Calderón. Sus méritos son propios, sus credenciales también. Es, -para qué nos hacemos guajes negándolo-, tremendamente preparada y competente. Panista de cepa, de aquella generación hoy difusa donde quienes entraban a la política y al servicio público, privilegiaban la decencia por encima de cualquier otra cosa.

Pero Margarita Zavala no se achicopaló con el desaire y enseguida, tras conocerse que no fue incluida entre los candidatos a una diputación plurinominal, elevó su presencia mediática. Anuncia que buscará dirigir al partido, como te anticipé, pues "o cambia el PAN, o dejará de ser un instrumento de representación ciudadana", consideró. Aquí, querido lector, cabría hacerte una pregunta ante las próximas elecciones intermedias: ¿Te sientes representado por alguno de los partidos políticos que actualmente existen?

Lo dudo. Nadie en nuestro fuero interno, ni siquiera muchos de los que participan en política, se sienten así, realmente incluidos e involucrados.

El caso es que Margarita Zavala le quiere entrar a la gran apuesta o rifa del tigre, que supone conciliar a los panistas para que vuelvan a ser opción no sólo en las elecciones que ya tenemos a la vuelta de la esquina, sino hacia 2018. ¿Podrá con tan titánica empresa la esposa de Felipe Calderón?

Alguien por ahí me decía que la bronca de Margarita es que es muy buena persona, y que ello no cabe en política. Coincido: es una gran persona y qué pena que gente así no tenga ya cabida o se considere a la bondad como una limitante para ejercer un cargo público. Por eso estamos en problemas, ¿o no?

Esta historia, lejos de acabar, apenas comienza. El ánimo de lo que muchos sintieron tras el descalabro de Margarita lo pudo retratar, y espléndidamente, por cierto, el extraordinario monero Paco Calderón. Un podio representando al PAN, hasta arriba en primer lugar del mismo, un pedazo de leña, muy chiquito, como retrato de lo que Paco Calderón opina de Gustavo Madero, y haciéndole sombra al podio, una enorme margarita que brilla y emana luz propia.

Y no es que Margarita Zavala sea más grande que todo el partido. Ello sería, tanto imposible como pretencioso. Pero coincido con Paco Calderón, por lo menos en cuanto a imagen pública respecta, Zavala se lleva y de calle a Don Gustavo.

Margarita brilla, Gustavo en cambio, es un operador político excepcional al que a últimas fechas todo parece salirle a pedir de boca. ¿Será eterna su buena fortuna? Nada lo es y menos en política, rueda o péndulo si los hay.

¡Aguas que Margarita viene, y viene con todo! No la subestimen. En la dupla que formó con su marido ella es, sin lugar a dudas, el engrane que la hace girar. De no existir Margarita Zavala, Felipe Calderón jamás hubiera sido presidente de México. Así de sencillo.