¡Vaya, pues! Como no podemos arreglar nuestros propios asuntos, tenemos buenos vecinos que bondadosamente se ofrecen a ayudarnos. Y eso que el pundonor nacional ha estado siempre a flor de piel a lo largo de toda nuestra historia.
Washington está siempre atento de nosotros. El secretario de Estado, John Kerry, acaba de declarar que ayudarán al presidente Peña Nieto en estos difíciles momentos. Tienen mucho interés en el bienestar de los dos pueblos, el suyo y el mexicano.
Hay que ser agradecidos. Lo expresó el gobierno mexicano: "Estamos agradecidos del ofrecimiento del gobierno norteamericano, aunque la ayuda la consideramos complementaria a los nuestros esfuerzos en la materia".
Las dudas sobre la constitucionalidad del Plan Mérida no impidieron que aceptáramos asistencia técnica, financiera y material de los Estados Unidos para combatir al narcotráfico, hasta el grado de que la CIA se sintió suficientemente confiada para lanzar el extraño programa Rápido y Furioso, mandándole armas a los narcos para así rastrear sus pistas.
Los Estados Unidos siempre han estado pendientes de México. Hace más de 100 años, el choque en nuestro país entre liberales y conservadores era tan intenso, que los dos partidos estuvieron a punto de destrozar a la nación. La invasión de los franceses en 1862 fue una aventura aparentemente fácil, pero contrariaba la doctrina Monroe.
Cinco años duró la intervención de Napoleón III en México. Terminada la Guerra Civil norteamericana, las armas confiscadas a los confederados derrotados quedaban a la disposición de los liberales juaristas. En 1867 el presidente Andrew Johnson acercó 100 mil soldados a la frontera, listos para apoyar a Juárez, al tiempo que el emperador francés recibía en París las presiones del embajador norteamericano para que retirara sus tropas de México.
Hoy, muchos años después, se supone que deberíamos seguir agradeciendo el apoyo norteamericano. La notoria incompetencia del gobierno de Peña Nieto ha llegado al grado de dejarnos un penoso desprestigio internacional por la impunidad del crimen organizado y ahora el horrendo drama de Ayotzinapa.
Sin hallar alternativas, el gobierno tiene que continuar las estrategias del anterior, valiéndose del Ejército y de la Armada para pacificar regiones incontrolables. La imagen del país se deteriora cada día más. Peligran los intereses económicos de los inversionistas extranjeros y los de Estados Unidos son prioritarios.
Ante el cuadro de general desconcierto en México, el secretario John Kerry sintió necesidad de hacer oír el parecer de su país. Esta semana sentenció que "los responsables del crimen atroz que representa la desaparición de los normalistas tendrán que rendir cuentas ante la justicia".
La cancillería mexicana correspondió a tal declaración señalando que el apoyo estadounidense demuestra el excelente espíritu que enmarca la cooperación bilateral en materia de seguridad y justicia y que "la cooperación complementa los esfuerzos nacionales, permitiendo un diálogo franco y respetuoso enfocado a promover los intereses de sus sociedades en esta materia". Relaciones Exteriores terminó agradeciendo todas las acciones de la administración del presidente Barack Obama, que conduzcan a la verdad sobre el caso de Ayotzinapa y al deslinde de responsabilidades correspondientes…".
No sólo es México. A Estados Unidos también le preocupa Venezuela. Desde mayo el Congreso pensaba imponer sanciones a ese país. Ayer la Cámara de Diputados norteamericana aprobó una ley que impone sanciones a funcionarios venezolanos acusados de violaciones a los derechos humanos de opositores que se manifestaron durante las protestas ocurridas en febrero y mayo de este año.
La propia Cámara adoptó de manera unánime una iniciativa, ya aprobada por el Senado, para prohibir la entrada a EUA de los presuntos responsables de represión, además de bloquear sus bienes en suelo estadounidense. "Los individuos que están detrás de las violaciones de derechos humanos en Venezuela no podrán seguir escondiéndose y serán responsabilizados". Con esto se subraya que "el Congreso norteamericano escucha, ve y siente el sufrimiento del pueblo venezolano".
Si alguien se ha preguntado sobre la política de Estados Unidos hacia América Latina, la respuesta está en las acciones dirigidas a nuestra área en materia de seguridad. Es tema de mayor prioridad que la lucha contra el narcotráfico. "Tenemos que asegurarnos que ningún líder latinoamericano permanezca en el poder indefinidamente", dijo Kerry ayer en el Departamento de Estado, en un alarde de prepotencia.
Si no ponemos pronto nuestra casa en orden, seguiremos perdiendo soberanía en aras del anunciado bloque norteamericano que Estados Unidos interesadamente promueve.
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