06 de Mayo de 2024
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EL PRINCIPIO DEL CAMBIO
Jorge Fco. Cabral Bravo
2014-12-03 - 09:57
A Erick Alejandro Lagos Hernández y Marlon Ramírez Marín, con solidaridad y afecto

En ciertas ocasiones pensamos si, ante nuestros problemas colectivos, requerimos tan de buena suerte o además de algunos milagros. En la política, como en todo espacio del acontecer humano, existe la buena suerte y, también, ¿por qué no?, existen los milagros.
La distinción entre una y otros es de naturaleza causal y no resultante.
La buena suerte sería sacarse la lotería comprando el boleto premiado. El milagro sería sacársela sin siquiera comprar boleto. La consecuencia es la misma, pero el origen es distinto.
La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si tú controlas el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que utiliza esas palabras. Así definió el escritor Philip K. Dick la desinformación.
El periodismo que circula en las redes sociales está todavía distante de la seriedad que implica el quehacer informativo. Hay más pasión que argumentos y desde luego está movido por un natural resentimiento.
Los opositores del sistema se apoyan en las redes para despotricar sin reflexionar qué resultados darán sus explosivos comentarios.
Desde luego hay casos interesantes y serios, pero son los menos.
Vivimos momentos de enorme crispación, indignación colectiva y de desorientación, de aparente falta de brújula. Los rumores que se manifiestan en las redes sociales y en los medios de comunicación son contradictorios y hasta dañinos para la salud pública, apareciendo frases graves, que la corrupción nos ha rebasado y la violencia está desatada en la república, ocasionando que las redes sociales estén a todo vapor echando mano del ingenio mexicano y enviando mensajes al por mayor, como fuente inagotable de severas críticas.
Sin embargo, las cosas no pueden ni deben quedar en ese plano, es fundamental dar cauce legítimo a los cuestionamientos y problemas presentes en aras de superar la actual crisis. No será fácil tranquilizar las aguas. ¿Hay solución? Las crisis tienen solución cuando se aceptan, se conoce la justa dimensión que tienen y se encaran.
México está ante un severo quiebre institucional, estructural, pero junto con la solución política y jurídica tiene que haber una corrección en la conducta pública.
Es cierto, en los televisores vimos a un presidente preocupado, con pleno reconocimiento del problema. Lo anunciado por el mandatario va dirigido a lograr una refuncionalización de instrumentos jurídicos existentes y a promover acciones de supervisión en la adjudicación de contratos, así como una inmediata reactivación económica de la zona sur-sureste de México que reduzca la brutal brecha existente entre las regiones del país.
El presidente propuso 10 acciones para lograr un México con paz, justicia, unidad y desarrollo.
Una gran duda invade a la sociedad.
¿Serán ahora sí capaces sus funcionarios competentes de hacer efectivos estos propósitos correctivos planteados por el Ejecutivo federal?
¿La sociedad volverá a creer en que por decreto terminará la corrupción, el favoritismo en los contratos que licita u otorga el gobierno?
¿Los actuales encargados de combatir el crimen organizado podrán con las propuestas presidenciales ser más eficientes en esa tarea formidable?
No habrá magia que resuelva los problemas, sino diagnósticos precisos e iniciativas pertinentes.
Controlar el poder es un paso indispensable para que las leyes funcionen. De otra forma, lo que se tiene es un estado en el que las leyes sirven para gobernar, pero no dan certeza a los ciudadanos. Eso destruye la democracia.
En México la corrupción y la impunidad es tal, que los propósitos presidenciales pueden resultar insuficientes y superados.
Nadie es indispensable ni existen superhombres que resuelvan los problemas estructurales con su solo prestigio.
La sociedad, aunque el presidente advirtió que los cambios no serán fáciles ni de resultados en el corto plazo, espera que la transparencia y la eficiencia deberán ser los ejes del cambio. Ahí el desafío; el futuro no está en los logros consumados. Éstos son el principio del cambio.
En otro tema, los partidos políticos se preparan para la selección de sus candidatos.
Si los tiempos no se adelantan, en enero deberán conocerse los candidatos de los principales partidos políticos.
Los precandidatos de todos los partidos intensificaron sus acciones con tal de ser vistos por sus respectivas dirigencias y obtener su candidatura.
Respecto de otros procesos similares, los partidos se enfrentan hoy a un escenario inédito.
La carga negativa que tienen los cargos públicos a partir de las recientes revelaciones de los nexos de algunas autoridades estatales y municipales con la delincuencia organizada y la interminable red de corrupción que se teje a todos niveles, son dos temas que han despertado a una población hasta hace no mucho aletargada.
Los perfiles tienen que ser distintos por varias razones: la primera es dotar de credibilidad al proceso electoral; la segunda tiene que ver con el recelo natural de la sociedad sobre los nombres de mujeres y hombres que pelearán por un cargo de elección popular en junio de 2015.
Los candidatos, todos, tendrán que surgir de una camada de transición que permita al sistema político aplicar los cambios necesarios para la estabilización sin el amago de un terremoto social.
En Veracruz se espera contar con una diputación federal fuerte y mayoritaria en el Congreso y que sea el estado con más aliados legislativos que defienda la causa del Ejecutivo federal.
Desde luego el riesgo que existe es que el desencanto de la sociedad con sus políticos y partidos se traduzca en una elección con el mayor porcentaje de abstencionismo en la época actual.
¿Qué harán los partidos para recuperar la confianza y el voto ciudadano?

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