“Con la pena del mundo informo a la opinión pública que no amo al tenorio Héctor Yunes”, Edgar Hernández

El próximo viernes 5 de junio en el marco del Día de la Libertad de Prensa, el “Club de Periodistas A.C.” con medio siglo de historia, determinó entregar sus distinciones anuales en Veracruz.
La escritora Lidia Cacho, el director de TV-UNAM, Ernesto Velázquez, el director editorial de Excélsior, Pascal Beltrán del Rió y quien esto escribe serán galardonados con una presea por la “Defensa de la Libertad de Expresión”.
Hago público mi agradecimiento al representante del Club de Periodistas A.C en Veracruz, Uriel Rosas, un periodista que por más de 30 años ha dedicado su vida al periodismo y a engrandecer la presencia de esta organización en la entidad.
En doble sentido mi agradecimiento a la familia Sáenz de Miera, a José Antonio, el legendario “Charro”, fundador del Club de Periodistas, ya muerto, y a la que hoy sigue con el legado, Celeste Sáenz, quien hoy me distingue con el Premio Estatal de Periodismo.
Ya antes, su padre, me consideró en tres ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, como “El mejor reportero del año”, por la corresponsalía de guerra en centroamérica y por la mejor entrevista del año.
En fin, oportunidad además para reflexionar sobre las relaciones prensa-estado que no viven sus mejores momentos. Están severamente erosionadas desde hace diez años al decidir los respectivos jefes de estado veracruzanos tomar en sus manos tan delicado manejo.
Decía Gonzalo Martínez Corbalá que mal andamos cuando un gobierno decide dejar en los políticos el manejo de los medios.
En Veracruz, en el presente sexenio el talón de Aquiles de Javier Duarte ha sido precisamente la prensa. Han pasado tres coordinadores y los medios siguen sin encontrar los caminos del diálogo al confundirse las negociaciones con los dineros.
Hoy mil 600 millones de pesos se necesitan de urgencia para equilibrar, pero como no hay la prensa está brava con el gobernador.
En paralelo el tema de los 13 periodistas asesinados en este sexenio se convierte en el estigma de un régimen que estuvo totalmente rebasado en esta tortuosa relación.
Y para quien ve que esto ya se acabó y que ahora lo que importa es nadar de a muertito hasta el “destape” y luego fin del sexenio, se equivoca. La efervescencia de los medios sigue creciendo.
Hay irritación. Los periodistas están buscando información por todos lados. El juicio sumario espera para quien de inicio jamás pensó en tan trágico final.
Hoy en el marco de la Libertad de Prensa poco hay que festejar.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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