A estas alturas ya resulta sumamente difícil discernir qué es peor: altos funcionarios con su séquito de aduladores entre otros servidores públicos de igual o menor rango que ellos, dispuestos a responder “las que usted quiera señor” a la pregunta de ¿qué horas son?, algunos comunicadores que sólo saben ser comparsa del gobernante en turno ocultando sutilmente lo malo y exagerando ampliamente los aspectos positivos esperando postrados y con la mano extendida alguna dádiva, convirtiéndose así en abyecta propaganda oficial alternativa; o la actitud de aquellos que se dedican a atacar por atacar al gobierno de manera obsesiva, sin ningún fundamento ni afán de criticar constructivamente, en el caso de algunos periodistas, para ver si los sobornan para que dejen de agredir con la pluma; otros, como miembros o simples partidarios de agrupaciones y partidos de oposición, lo hacen simplemente para justificar su existencia como opositores, y así buscan cualquier pretexto, por mínimo que sea, para arremeter contra la autoridad, sin detenerse ni ante esparcir como verdad comprobada lo que son simples rumores, o exagerando geométricamente los males verdaderos; los individuos comunes y corrientes que sólo desfogan frustraciones personales cargándole toda responsabilidad y culpa al gobierno de propias deficiencias y taras. Difícil diferenciar si una crítica o alabanza es sincera, sin doble intención.
Por lamentables acontecimientos recientes, nuestro estado de Veracruz ha estado en la atención principal de todos los medios de comunicación a nivel nacional y hasta internacional, de manera injusta en mi apreciación.
En un departamento de la colonia Narvarte en el Distrito Federal, fueron asesinadas cinco personas, cuatro mujeres y un hombre, entre los que estaban dos jóvenes que habían residido en Xalapa: Rubén Espinoza y Nadia Vera. Uno, fotógrafo de algunos medios; la otra, originaria de Chiapas, pero estudiante de la Universidad Veracruzana (UV), quien residía en Xalapa, involucrada en actividades de protesta. Ambos militantes de izquierda, enconados críticos del presidente Peña Nieto y del gobernador Duarte de Ochoa. A Espinoza lo amenazaron (aunque nunca puso denuncia formal) y decidió que las amenazas provenían del gobierno del estado, específicamente del mandatario estatal, y que por eso se iba de Veracruz. Ella había grabado un vídeo (en el que se muestra junto a una imagen del “Che” Guevara como protector de pantalla) responsabilizando al gobernador Duarte de “lo que pudiera pasarle”.
Y aquí la fortuna parece haber jugado su papel, porque de acuerdo a los datos, peritajes y testimonio del único detenido recabados hasta el momento de escribir el presente, todo indica que la muerte de los dos jóvenes que tuvieron que ver con Xalapa en cierto momento, fue daño colateral.
Pero a través de la historia, no sólo en México, sino también en todos los países, los izquierdistas siempre han sabido sacar provecho de sus “mártires”. Ellos ya decidieron que el culpable es el doctor Duarte y nadie los va a sacar de su sonsonete.
Es injusto porque el desprestigio no es sólo para el gobernador o el gobierno del estado, sino para todo el estado de Veracruz. Baste el hecho que de las personas que se dedicaban a alguna actividad periodística y que fueron asesinadas en nuestra entidad, sólo de dos ha quedado claro que fueron muertos por su actividad periodística.
Empero, quienes decidieron sacar provecho de la situación, de los lamentables hechos, ya urdieron su “verdad” y nadie los va a sacar de ahí. Ellos no van a aceptar nada fuera de lo que ellos quieren que se diga. Pasa igual que con los familiares (y más que los familiares los dos abogados de extrema izquierda que los asesoran) de los 43 alborotadores secuestrados y asesinados en Iguala. Por más que se presenten datos, pruebas materiales, peritajes, testimonios, no van a aceptar ninguna versión que contradiga el linchamiento que tienen en su agenda. Y en el caso que nos atañe, van a acusar al jefe de gobierno Miguel Mancera (porque los hechos ocurrieron en el Distrito Federal, no se nos olvide) de estar encubriendo al doctor Duarte; cuando se dé algún veredicto y éste no cuadre con sus deseos irracionales de declarar culpable al gobierno del estado de Veracruz van a achacar al Estado (del país, no sólo el de Veracruz) de estar en una confabulación malévola contra los “luchadores sociales”.
Irónicamente, con su intransigencia, los izquierdistas anulan la posibilidad de presionar para esclarecer cualquier punto no claro que pudiese presentar el caso. Los “activistas” van a rechazar a priori, de antemano, cualquier decisión judicial que no sea la que ellos quieren. Así que, sea como sea, se van a lanzar contra las autoridades del Distrito Federal con acusaciones, manifestaciones, peticiones de renuncia, etc. El jefe de gobierno Mancera debe esperarlo, y ante necios no hay posibilidad de conciliación.
Los ciudadanos, sea cual sea nuestra profesión, oficio o actividad, vivimos amenazados por la delincuencia, por una inseguridad que sí, parece ser mayor que en otros tiempos, en todas partes, no sólo en Veracruz ni aún en México, porque es una tendencia internacional por la pérdida o inversión de valores y un materialismo exacerbado, principalmente. El saldo ignominioso de esa tendencia desemboca en hechos lamentables y trágicos como el ocurrido en la colonia Narvarte, que se pasó a traer, incluso, a la pobre señora que hacía la limpieza, que tuvo la mala fortuna de llegar en mal momento, cuando las ocupantes del departamento y Rubén Espinoza ya tenían desde la noche anterior ingiriendo alcohol.
La Procuraduría del Distrito Federal le está dando cauce a la resolución del caso y el o los responsables habrán de ser detenidos tarde o temprano pero, como dije anteriormente y no dejaré de insistir en ello, los que aprovechan perversamente las circunstancias de la situación para inculpar a su adversario ideológico, en este caso el gobernador Duarte, no van a aceptar ningún veredicto que no satisfaga su afán de linchamiento y las acusaciones seguirán, las manifestaciones se darán como hasta ahora, organizaciones internacionales (que siempre tienden a la izquierda, por cierto) exigirán sin tener información imparcial de lo que sucede en nuestro país en nuestro estado. Es injusto, repito, porque el desprestigio no es sólo para el gobierno del estado o el señor gobernador, sino para todos los veracruzanos.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.
raulgm42@hotmail.com



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