Raúl González Martínez
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“Las personas que dejan huella son sabios que atan sus sueños a la esperanza, a servir con amor incondicional, a dar; confían, gozan abundantemente de la vida; disfrutan lo que viene y lo que va, lo que fue, lo que es y lo que será.”
Ramón Durón Ruiz
La tendencia de escribir únicamente acerca de circunstancias y cuestiones negativas nos domina a veces por el afán de atraer lectores. Las malas noticias atraen a las masas y muestra de ello es que por lo general las secciones policíacas de los periódicos son las que más éxito tienen entre el público. Creo que todos los que tenemos la edad suficiente recordamos la legendaria “Alarma” y el gran tiraje que tenía a nivel nacional. El precio de la publicidad en esas páginas rojas es considerablemente mayor que el de otras secciones de la misma publicación.
Y esa tendencia no es exclusiva del pueblo en general, sino también de algunas personas instruidas, que suelen enfocarse en las crisis económicas, la inseguridad, la corrupción en los gobiernos, etc.; y todas estas cuestiones negativas existen y deben ser denunciadas, sin embargo, a la par se van dando circunstancias buenas, positivas, que simplemente son ignoradas porque estas no “venden” entre el público en general. Por ejemplo, los aumentos de precio en los productos se publican a ocho columnas; la baja y estabilización de los precios de esos mismos productos (porque sucede) se relega, cuando mucho, a una pequeña nota en las páginas interiores, si es que se llega a publicar.
Están también algunos religiosos que saben que lo que atrae al populacho es andar pronosticando terribles desastres naturales (como si no los hubiese habido siempre), guerras fenomenales, crisis económicas de magnitud apocalíptica, tiranos mundiales que “han de venir ‘porque así está escrito’”, que si bien como creyentes, efectivamente vemos un deterioro paulatino, principalmente en el aspecto moral, hay oposición de gente que permanece fiel a los valores eternos y sabe que, con la ayuda de Dios, el bien habrá de vencer, tarde o temprano; si no en esta vida y en este mundo, en el más allá.
Y es que reditúa el excitar la tendencia natural de los hombres al morbo como advierte san Agustín: “… ¿qué placer hay en contemplar un cadáver despedazado, que causa horror? Y, no obstante, si se encuentra uno tendido en cualquier parte, acude la gente a entristecerse, para palidecer.” (“Confesiones”, Porrúa, p. 229). Es también la actitud de quienes, como suele decirse, cuando tienen una dona se quejan del hoyo.
Por el contrario, el hombre de fe siempre sabe destilar lo bueno aún de la situación más adversa.
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Cuando mi hermano, que acude a diario a correr y hacer ejercicio a los campos de la USBI, vio en la televisión la imagen de Crisanto Grajales, dijo emocionado: “A él lo conozco”. Y es que, en efecto, orgullosamente xalapeño, Crisanto Grajales Valencia, acababa de obtener la medalla de oro para México en los Juegos Panamericanos Toronto 2015, en la extenuante disciplina del triatlón. Con emoción lo vimos arrollar la cinta de la meta con una angustiante expresión de entre dolor, cansancio y júbilo, adelantando tan solo por dos o tres zancadas al joven estadounidense Kevin McDowell.
Intentando hacer el 1-2 para México junto con el moreliano Irving Pérez, realizaron una gran carrera manteniéndose en los primeros lugares en las etapas de natación en el mar y bicicleta, para cerrar contundentes en lo que es su fuerte, la carrera final de 10 kilómetros. Fueron coordinando sus carreras para presionar a sus competidores, y Crisanto realizó un cierre fenomenal, aunque no pudieron evitar que el triatlonista de Estados Unidos –que también hizo una gran carrera, hay que decirlo – se les colara en medio llevándose la de plata. México hizo el 1-3, y el xalapeño en lo alto del pódium logró ese momento siempre emocionante del sonar de nuestro himno nacional y del izamiento de nuestra bandera a lo más alto.
Su triunfo adquiere un tinte heróico, tomando en cuenta que compitió con un dolor en la espalda, por una lesión sufrida apenas la semana anterior al evento. ¡Enhorabuena Crisanto!
Y esta es la clase de acontecimientos de que me gustaría escribir siempre. La prueba de que el esfuerzo, la práctica, la disciplina, la lucha, dan fruto. Testimonio y ejemplo para todos, principalmente para nuestros niños y jóvenes; para que se den cuenta que sí se puede, sea así en el deporte, en los estudios, en el trabajo, en los negocios, ¡en la vida toda! Y que para lograr sus sueños no necesitan más que unos cuantos requisitos de actitud, no tan difíciles, como mantenerse alejados del alcohol y las demás drogas; dejarse sostener y animar por la fe en Dios en primer lugar, y la fe en sí mismos en segundo. Y es que, sin darnos cuenta, podemos ir envolviendo a niños y jóvenes con nuestra negatividad, con nuestro pesimismo sin fundamento. Esto es grave, porque más que por situaciones materiales de pobreza y falta de oportunidades, es por razones psicológicas como la indolencia ante la vida, el hastío, la vaciedad existencial, por la que hay jóvenes y casi niños a veces, que caen en conductas nocivas como ingresar a grupos criminales o hasta terroristas en algunos casos, o que deciden evadir la realidad hundiéndose en la oscuridad del consumo de alcohol y otras drogas.
Y no se trata de evadir las situaciones difíciles o caer en la banalidad, sino de enfrentar con valor, ánimo y entusiasmo lo que venga; de instilar en nuestros niños y jóvenes la actitud de revertir las malas situaciones y extraer lo bueno de ellas (que siempre lo hay).
Cuentan de cierto pastor estadounidense que siempre empezaba su sermón con un comentario positivo y de agradecimiento. Un día hacía un frío terrible, bajo cero, y los congregantes en el templo esperaban con curiosidad qué iba a decir ese día el predicador. Lo escucharon decir: “Gracias Señor porque no todos los días son tan fríos como este.”
Es la misma situación del vaso medio vacío y medio lleno. Las actitudes diferentes de personas ante una misma situación es lo que hace la distinción. El estado de este mundo material siempre va a ser el de la rueda de la fortuna; a veces arriba, a veces abajo. Lo importante es mantener el equilibrio en nuestra mente.
“Lo imposible no es más que el espantajo de los tímidos y el refugio de los flojos.”
Napoleón Bonaparte
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.
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