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Reflexiones, retos y perspectivas de la elección
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2015-06-11 - 09:31
Concluidas las elecciones del medio sexenio, es indispensable volver a pensar en el futuro de nuestro país y de la economía en términos responsables y realistas.
El Presidente de la República es uno de los principales ganadores de la elección 2015: su partido, junto con el Partido Verde y Nueva Alianza tendrán seguramente mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.
¿Significa eso un refréndum de apoyo al gobierno? No, sólo significa que el PRI obtuvo más votos que sus adversarios y que la estrategia del Verde fue eficaz. Otros factores que explican el éxito relativo del partido en el gobierno es la irrupción de Morena que debilitó al PRD e hizo ganar al PRI en varios distritos bastiones de la izquierda: que el 30% de la población aprueba la gestión del presidente y por tanto votan por su partido y que los partidos de oposición fueron débiles y timoratos para catalizar el descontento.
La dirigencia del PAN podrá decir, y con razón, que retuvo Baja California Sur, que ganó Querétaro, y dio batalla en Colima, pero los números son los números y en la pasada jornada le fue peor que nunca.
El 20.91% que le dio el electorado es reflejo que algo anda mal en Acción Nacional, porque ese nivel de preferencias es una humillación para el partido más antiguo de México.
Desde mucho antes de la alternancia al PAN no le iba tan mal en una elección federal.
Madero hace maromas estadísticas para lucir lo que se obtuvo, pero no puede ocultar que fue incapaz de contener la debacle que ha venido experimentando el PAN. Acción Nacional ha venido perdiendo de manera sostenida en cada elección federal entre cuatro y cinco puntos porcentuales.
Por primera vez, desde 2003, el partido en el gobierno obtiene mayoría relativa en unas elecciones intermedias. Y, sumados sus votos a los del Panal y el Verde logrará forjar un bloque mayoritario para lo que resta del sexenio. Algo que no sucedía desde 1967. Pero en realidad, el PRI no superó por mucho el peor de sus resultados históricos, cuando Roberto Madrazo quedó en tercer sitio con el 22.26% de la votación.
Para algunos es sorprendente que el PRI no haya sido barrido porque creen que hay un enojo generalizado en su contra. Pero no parece ser así. Pierden comparado con la elección de Peña Nieto, y con lo que han tenido en cualquier otra elección intermedia, de forma que sí hay castigo.
Los tres mayores partidos (PRI, PAN Y PRD) perdieron peso de manera significativa en las preferencias del electorado. El porcentaje combinado que obtuvieron en las pasadas elecciones fue del 63.6% de la votación válida. Tres años antes habían obtenido el 75.9%. Y doce años atrás en las primeras elecciones intermedias de la era de la alternancia, habían conseguido el 81.9%. Es decir en un lapso de dos sexenios, perdieron en conjunto 18.3 puntos porcentuales de la votación. Si esta tendencia se extrapolara linealmente, entonces para el 2018, habría que quitarles 4.6 puntos porcentuales más.
La lectura que pretende hacer el PRI en el sentido de que los resultados electorales representan un triunfo implicaría una miopía, pues la tendencia a la baja que tiene la “minoría mayoritaria”, es muy evidente y lo deja lejos de un panorama complicado para las elecciones locales del próximo año y la presidencial del 2018. La izquierda se convirtió en una fuerza política, que, si se uniera sería un serio aspirante a la Presidencia. La suma de los votos de los partidos que pueden caracterizarse en esa tendencia (PRD, MORENA, MOVIMIENTO CIUDADANO Y PARTIDO DEL TRABAJO) fue de 30.3%.
Prácticamente el mismo porcentaje del PRI.


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