27 de Abril de 2024
INICIO
Política Columnas Municipios País Orbe Educativas Cultural Sociedad Negocios Farándula Deportes Sucesos
-
La casa arde
.
2015-05-14 - 09:05
Decir que México tiene un severo problema educativo es una obviedad con la cual todos estamos de acuerdo, pero hay muchos menos consenso si discutimos cuál debería ser el objetivo, y cómo lograrlo.
En una columna reciente, Sergio Sarmiento habla de la saturación en el mercado laboral que proviene de “masificar” la educación universitaria.
Ese exceso de oferta de profesionistas provoca una mala remuneración y subempleo estructural (jóvenes con título universitario que prefieren manejar un Uber), como dice Sergio en su columna.
En mi opinión, la “masificación” es consecuencia, no causa. Creemos que un título universitario debe ser un fin en sí mismo, y lo consideramos la llave hacia un empleo bien remunerado. Muchos que no deberían estudiar una carrera, porque no tienen la inquietud intelectual para hacerlo, asisten a una universidad.
Su desempeño será malo y errático, y sí, acabarán manejando un Uber para generar ingreso.
La falta de estructura meritocrática en la educación universitaria lleva a que muchos jóvenes estén ahí porque tienen pase automático o porque sus papás pueden pagar la colegiatura, pero no porque tengan capacidad o vocación de estudio. Como he dicho antes, una universidad será sólo tan buena como sus estudiantes, la calidad depende, en gran medida, de la capacidad para reclutar a los mejores candidatos.
También ocurre que muchos no se dan cuenta de la ínfima calidad de las escuelas en las que estudian, hasta que se enfrentan al mercado laboral.
Apostaría a que hoy le es más fácil conseguir trabajo bien remunerado a un joven que sepa hacer un sitio de Internet o mercadotecnia utilizando redes sociales, que a miles de egresados de carreras de “comunicación” o “diseño” que probablemente jamás tendrán un empleo relacionado con sus estudios. Urgen escuelas vocacionales que desarrollen a jóvenes con las habilidades que el mercado demanda.
Por otra parte, creo importante desarrollar instituciones que eduquen por educar, ofreciendo alternativas similares a las de licenciaturas estadounidenses, enfocadas a jóvenes con inquietudes intelectuales más desarrolladas.
Tener a élites (intelectuales, no económicas), más pensantes, debe repercutir en una sociedad más robusta. Detectar talento, independientemente de estrato social, es lo que genera competitividad internacional. Una parte importante de lo que lleva a los mejores estudiantes del país a altos niveles de desempeño en áreas científicas, tecnológicas o humanísticas, es precisamente la capacidad para aprender a pensar a partir de un sistema que no es para todos, pero que sí es de gran beneficio para aquellos jóvenes más motivados, y con mayor nivel de desempeño académico.
Evidentemente, un reto colosal proviene de incorporar a quienes tienen capacidad intelectual, pero no recursos económicos, a este tipo de educación. Tenemos que hacer un esfuerzo mucho mayor para detectar a jóvenes que tienen la inquietud, voluntad y talento para estudiar, y dotarlos con apoyo económico y logístico para que se sobrepongan a los enormes obstáculos que enfrentan. Es imperativo expandir programas de becas a escuelas de alta calidad a todos los niveles.
Sólo así podemos tener una mínima esperanza de lograr movilidad social en un país en el que la brecha entre ricos y pobres es obscena y creciente.
En estos días le comentaba a usted, que no es el único factor pero pudiéramos considerarlo como un empujón definitivo: los mexicanos estamos hartos de ver y escuchar campañas políticas simplonas, vulgares, huecas.
No habría que hacer encuestas para detectar que la ciudadanía rechaza lo que escucha en radio y ve en televisión sobre lo que muestran los partidos políticos y sus candidatos.
Si bien la tendencia universal es hacia servicios de paga en los que la televisión abierta pierde terreno, también es cierto que el público muestra un notable cansancio hacia los productos que se les ofrece. Entre otras cosas por la insaciable mutilación de la oferta.
Hartazgo respecto a la clase política en general, que se refleja en afirmaciones tales como “todos son lo mismo”, “no nos sentimos representados”, “ya les perdimos la confianza a los partidos y a las autoridades”.
La lista parece interminable. Nos obliga a un urgente alto en el camino y hacernos preguntas obligadas como: ¿podemos convertir ese hartazgo en oportunidad de cambio?
El hartazgo puede significar la mejor y más grande oportunidad de cambio y transformación, o llevarnos a un rumbo que otros países ya han transitado con terribles consecuencias, como cuando el hartazgo provoca el desprecio por las instituciones y la democracia, dando vida a los mesías, los populistas y los autoritarios. Por los lobos con piel de oveja.
Es tiempo de que las élites, los partidos políticos, las autoridades en los diferentes niveles de gobierno y los encargados de impartir justicia escuchen este hartazgo y respondan a la exigencia ciudadana. Se trata de la oportunidad de convertir el hartazgo en el parteaguas que requiere nuestro país. Desde hace tiempo que las luces de las redes sociales nos demuestran que la sociedad mexicana es más madura y democrática de lo que los políticos suponen. La ciudadanía es el contrapeso indispensable para dar el gran salto democrático. Más allá de siglas y colores partidistas, la posibilidad de transformar al país está a la vista.
Se aproximan la elecciones y muchos ciudadanos contemplan la posibilidad de renunciar al poder de su voto, optando por desacreditar cualquier esfuerzo y propuesta.
Muchos ven como deseable acompañar alternativas que debilitarían aún más la vida institucional. Ambos escenarios entrañan riesgos reales de pérdida de libertades y de un mejor futuro. Se trata de una oportunidad, no de un desafío a la legitimidad o integridad de la clase política.
Los analistas de Estados Unidos coinciden que en México en épocas electorales, no lo dicen, pero resulta claro que pudiera ser un atractivo, es decir los debates políticos, el desfile de ideas, el despliegue de talento, pero ocurre lo contrario.
Mal asunto el que la sociedad no sepa cuáles son los propósitos, las metas, los planes y programas de los diferentes partidos y de sus candidatos y tenga que soportar un carrusel de vacuidades repetidas hasta la náusea.
En lugar del desaliento que provoca este hartazgo, es tiempo de responder con propuestas inspiradas en grandes ideas para construir un camino más sólido de cumplimiento a sus promesas.

Los contenidos, estructura y redacción de las columnas se publican tal cual nos las hacen llegar sus autores.

Otras Entradas

Lo más visto