Avergüenza y llena de indignación tanta podredumbre que arroja la corrupción por todos los rincones de México.

No acabamos de una cuando ya está la siguiente.
Lo de la familia Peña Nieto sacudió la estructura de poder tras revelarse fortunas millonarias ilícitas al amparo del poder; más tarde el lodo cubriría al mismo secretario de Hacienda Luis Videgaray.

Y no pasó mucho tiempo para que al arranque de esta semana The New York Times, diera cuenta cómo viven los políticos poderosos, entre otros, el exgobernador de Oaxaca, José Murat Casab, funcionario del gobierno federal y asesor del gobernador Javier Duarte.

Este angelito tiene seis propiedades –hasta el momento descubiertas- en Estados Unidos, entre ellas un lujoso apartamento en la exclusiva zona Time Warner, de Nueva York en donde se cotizan entre 20 y 30 millones de dólares las estancias.

Y anoche la misma publicación da cuenta de las propiedades de Fidel Herrera hijo, también en la urbe de hierro.

De acuerdo al NYT el hijo del ex gobernador de Veracruz, posee propiedades por 6.1 millones de dólares, casi cien millones de pesos.

¿Es posible que con sus ahorros, el joven Fidel Herrera haya sido capaz de juntar tal cantidad?

Por tanto, previsible que se la hayan dado sus padres.

Geralda Buckley Krai, asesora de riqueza, declaró al NYT que en 2007, periodo en que Fidel Herrera fungía como gobernador de Veracruz, ayudó a crear un fideicomiso para una familia mexicana llamada “Herrera” -¡vaya coincidencia de apellido!- para la compra de un condominio en el número 40 Este de la calle 55, cerca del Museo de Arte Moderno y el Central Park de Nueva York.

En la escritura, sin embargo, se muestra el nombre de Fidel Herrera Borunda, amigo del señor Murat, como representante de la empresa fantasma que compró el condominio.
Esa es pues, la revelación.

Atrás se esconde todo un entramado que hoy nos permite entender porque al final de su mandato nos dejó a los veracruzanos una deuda pública que rebasa los 40 mil millones de pesos.

Esconde además lo que en su momento pareció una nota perdida en 2013, cuando la prestigiada revista Forbes señaló a Fidel Herrera Beltrán como una de las diez personas más corruptas de México.

Y tras él toda una banda, la Fidelidad, que se ha caracterizado por el enriquecimiento desmedido. El amasamiento de enormes fortunas para la compra de propiedades en Londres y hasta en el Gran Buenos Aires, en Argentina, así como la inversión de 10 mil millones de pesos en la compra de una aerolínea que vuela en Estados Unidos, pero cuyos aviones paran en Toluca.

Esa es la herencia.

Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

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