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De “Pavo Real” a Pavón
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2015-01-07 - 08:54
Nada dijo que fuera fácil ser comunicador oficial de un gobierno, menos del que hoy vivimos en Veracruz en donde de manera repetida se suceden desencuentros en la relación prensa-estado amén de agresiones y asesinatos de periodistas.

Ser responsable de lo que malamente se llama la comunicación social de un gobierno es algo más que saber operar una computadora o ser diestro en redes sociales, como presume Juan Octavio Pavón González.

Estamos hablando de mil medios de comunicación entre impresos, radiotelevisivos y virtuales -600 oficialmente registrados, según Gina- que, en efecto, requieren de un mecanismo cibernético para abastecerlos de información las 24 horas del día, pero fundamentalmente del diálogo y la apertura; del respeto al disenso; de apoyos publicitarios y de participación en los jugosos convenios.

Llega a la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería un novato que fue empujado desde la Casa Veracruz, no necesariamente por Javier Duarte, para cerrar la administración Duartista apoyado en el falso andamiaje de la modernización prensa-medios, cuando está comprobado históricamente, al menos en Veracruz, que en su trato con los hacedores de opinión no se puede descartar el modo interpersonal.

Es un quehacer tete a tete, artesanal, dirían los clásicos. Es algo más que un boletín. No es con el chayote disfrazado como se alcanza el reconocimiento a las políticas públicas.

Pero además y esto lo afirma quien ya ocupó la misma oficina, es la casa del jabonero: cuando no caes, resbalas. Nunca quedas bien; siempre hay quien se siente ofendido, al igual que los mal agradecidos que reciben todo y al otro día que dejaste la posición terminan defenestrándote.

La relación prensa-estado es pues un tobogán no para iniciados que si bien merecen toda la oportunidad del mundo, debe preverse -por motivos de seguridad estatal y estabilidad periodística- un blindaje a través de un periodista verdadero o, como en el caso de Alberto Silva de un político de largo brazo izquierdo para prometer sin cumplir y dejar a todos contentos, incluido el jefe, por supuesto.

El nuevo jefe de prensa llega pues al infierno con el estigma de una prensa ofendida, lastimada, masacrada y lo peor: el pasado fin de semana con un nuevo colega –también taxista- Moisés Sánchez Cerezo desaparecido en un mar de contradicciones y explicaciones poco convincentes que para estas horas ya están golpeando a la cabeza del gobierno.

En otra proporción algo similar sucedió con en Ayotzinapa en donde un problema local transitó por lo estatal, nacional e internacional y es hora en que el gobierno de Enrique Peña Nieto no ve la salida.
Bienvenido pues señor Pavón.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo

[Los contenidos, estructura y redacción de las columnas se publican tal cual nos las hacen llegar sus autores.]

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