Hoy celebramos el Día Nacional de la Protección Civil en memoria del temblor de 1985 en la ciudad de México.
Los desastres naturales marcan de distintas maneras la vida de las personas. Dejan a su paso destrozos, amén de muchas historias de valentía, coraje y determinación.
Yo conozco de cerca una de estas historias.
Aquel 19 de septiembre, un niño que celebraba ese mismo día su cumpleaños número 12 perdió a su padre bajo las ruinas del Hotel Regis.
Los romanos en algunas ocasiones representan a la diosa Fortuna con los ojos vendados, llevando el timón de una barca en sus manos, recordándonos así que la vida cambia de rumbo en un minuto. Al niño de la historia en cuestión, en un minuto le cambió la vida. Con el tiempo, poco a poco, con mucho esfuerzo la reconstruyó.
Hoy vivimos embates de desastres naturales en casi todo el país. El huracán “Ingrid” y la tormenta tropical “Manuel” han dejado vidas, caminos, puentes y casas que levantar de nuevo.
A este escritorio llegan con frecuencia historias de pérdidas y confieso que para resolverlas mi ejemplo a seguir es el protagonista de la historia que acabo de relatarles, quien está cumpliendo hoy 40 años de edad.
Aquel niño decidió trabajar arduamente por su estado natal y tiene una especial sensibilidad hacia las personas damnificadas por los bandazos de la naturaleza y de la diosa Fortuna. Cada vez que ve a una madre sola que trabaja por sacar a sus hijos adelante, cada casa inundada que visita, cada pequeño huérfano de Conecalli que lo saluda con cariño le dan sentido a su historia personal. Él es el primer convencido que la reconstrucción de una vida es posible, y lo he visto trabajar sin descanso para lograrlo.
Feliz cumpleaños número 40 gobernador.