Escuchaba a uno de los invitados que estuvo hace unos días en Casa Veracruz tratar de congraciarse con mi hija Carolina, de seis años, preguntándole: “¿Y tú, qué quieres ser cuando seas grande?”.
Esa pregunta tan simple sonaba fuera de lugar para la generación de mi abuela, había hasta un dicho popular en aquella época que decía: “Mujer que sabe latín ni encuentra marido ni tiene buen fin”. La generación de mi madre ya se había abierto más el camino, aunque todavía cargaban con el supuesto de que casarse y tener hijos era la meta máxima de cualquier mujer, además de que sus derechos políticos estaban en una tierna infancia. Recordemos que fue hasta 1953 que el presidente Ruiz Cortines, veracruzano por cierto, otorgó el derecho al voto a mis congéneres; mi generación encontró el camino más andado y hay cada vez más mujeres en el mundo laboral, hasta llegar a la generación de mi hija Carolina, quien ante la pregunta que le hacían se quedó un momento pensando y respondió: “Quiero ser pintora, amazona, matemática, gobernadora y bailarina de ballet”.
La importancia de asegurar que nuestras hijas tengan las mismas oportunidades que nuestros hijos, ya sea en el ámbito académico, laboral, tecnológico, político o social es de vital importancia para Veracruz. El sector femenino representa más del 50 por ciento de la población y para lograr mover a Veracruz hacia delante necesitamos de la suma de todos los talentos posibles.
Que nuestras niñas y niños sepan que pueden llegar tan alto como las estrellas a través de sus estudios, planeando su vida, tomando decisiones basadas en valores éticos y proponiendo soluciones innovadoras es crucial. No podemos seguir pensando bajo los mismos esquemas que seguía mi generación ¡y ya no digamos la de mi abuela!
Datos duros del USDOL (Departamento de Trabajo de los Estados Unidos) demuestran que las profesiones más demandadas en 2012 no existían en 2004.
El lunes platiqué con Esmeralda, una chica con un talento excepcional para la programación, cuyo pensamiento sistemático la hace tener habilidades muy valiosas para las profesiones del siglo XXI. Ese mismo lunes retomó su taller de robótica, salió de Casa Veracruz con propuestas laborales de dos empresas distintas y con el apoyo total para ella y para Juan Carlos (el otro chico veracruzano seleccionado) para ir a la NASA en cuanto esta institución los requiera. De ella nació la petición para el gobernador de ampliar el taller de robótica del Instituto Tecnológico de Gutiérrez Zamora, misma que atenderemos con mucho gusto, orgullosos de nuestros jóvenes.
Hoy contesto a aquel dicho de “mujer que sabe latín” que le decían a nuestras abuelas con la siguiente frase: “Mujer que sabe java script, HTML5, C++, PHYTON o RUBY, encuentra trabajo en donde ella decida”.