VERACRUZ, ha sido una de las entidades más importantes en materia político electoral. Se le conoce a nivel nacional, como la joya de la corona, y en este sentido, ha sido preocupación política de todos los partidos que participan en la lucha electoral.

Sin embargo, en este momento, por diversas razones, el Estado de México, ocupa el mayor tiempo de la clase política nacional, ya que de los resultados que se tengan en las próximas elecciones, se podría tener un panorama político más claro respecto de lo que puede suceder en las elecciones presidenciales y desde luego con repercusión en los estados, como Veracruz, que tendrán también, su propia sucesión gubernamental.

Hasta ahora, el acomodamiento de las circunstancias están permitiendo que el Partido Revolucionario Institucional, a pesar del golpeteo normal que ha recibido en su contra, e independientemente de la mala fama adquirida por los pésimos gobernantes que ha tenido y de eso se sabe mucho en Veracruz, esta tomando la delantera, dejando muy atrás a las demás organizaciones políticas y a sus respectivos candidatos.

El Estado de México, se ha convertido, pues, en la principal atención política del país y por lo tanto, todas las miradas están dirigidas precisamente a los acontecimientos que se van suscitando cotidianamente en el plano político, de tal manera que un triunfo priista, significa, de alguna manera, un importante avance en su recuperación política y en la confianza popular que, sin duda, también habrá de influir en los demás estados de la república.

Será pues, una muestra importante de todo lo que podría suceder en un campo político incierto, pues bien se sabe, que al Movimiento de Regeneración Nacional, el partido que mueve el famoso Peje, que acepta el mote, pero que no llega a ser lagarto, según él, le han hecho una especial publicidad, al grado de hacerlo crecer por voz de sus propios enemigos, tal y como sucedió en Veracruz, donde el mismo ex gobernador Javier Duarte de Ochoa, tanto atacó a Miguel Ángel Yunes Linares, que terminó por hacerlo gobernador, cuestión que en verdad, hasta podría agradecer el propio Yunes Linares.

Pero en fin, lo que ahora se está viendo, no es la muerte política de un partido, como el PRI, sino la resurrección popular de una organización que tiene, hay que reconocerlo, los principios fundamentales, para hacer un buen gobierno. El actuar de cada político, es cosa aparte que no tiene nada que ver con la organización política y en eso, seguramente, que hay acuerdo.

Si gana el PRI, en el Estado de México, podría ganar también, las elecciones presidenciales, las elecciones gubernamentales y otros puestos más, porque sería algo así como el anuncio de una nueva etapa política del Revolucionario Institucional, lo que pondría en problemas, desde los partidos políticos hasta los propios militantes tricolores que ante la debacle de su preferencia electoral, han preferido alejarse del mismo y buscar cobijo en otras siglas partidistas.

Desde luego, que podríamos estar equivocados, pero a como van las cosas, todo parece indicar que hay nuevas esperanzas de los priistas, en el sentido de volver a ser de su partido, una organización renovada que pueda en el futuro inmediato seguir cumpliendo con el objetivo de estar presentes en las principales posiciones políticas, además de cumplir y atender las demandas más importantes de los ciudadanos, pues las experiencias vividas en los últimos tiempos, sería algo así como tomar las cosas con más seriedad, sin olvidar los compromisos que permanentemente ha adquirido entre la población votante.

Estamos pues, a unos cuantos días de volver a tener una jornada político electoral y todo pacer ser que hay de por medio muchas sorpresas, pues aunque mucho se ha dicho de la caída política del PRI, hay que tener presente que se trata de una organización que lleva tiempo en la vida política del país y que los demás partidos políticos han tomado mucho de la experiencia política priista, pues con cierta independencia del PAN, casi todos los partidos que existen están conformados por ex priistas.

Políticos que también ahora se encuentran en el poder, han salido de las filas priistas y pocos de ellos reconocen que su mayor experiencia política la han traído desde las filas tricolores.

No se entiende, entonces, porque tanto odio a un partido que los hizo populares, que les dio oportunidades de servir públicamente y que les permitió, así de cierto, que llegaran, incluso, a enriquecerse bajo su propio respaldo.



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