14 de Mayo de 2024
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Roma no paga traidores
“Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro”. Georges Clemenceau
2016-07-23 - 09:25
En 150 antes de Cristo, Escipión tomó la decisión de asesinar a Viriato, líder de los rebeldes de Lusitania. Para ello pactó con tres nativos muy cercanos a Viriato, ofreciéndoles una substanciosa recompensa.
Conseguido el objetivo, los desleales lusitanos acudieron a recibir su pago del general romano. Escipión les dijo solemnemente: “Roma no paga traidores”, y los ejecutó.

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La lealtad es una de las virtudes más grandes que puede poseer el hombre. Y por el contrario, Cervantes nos dice en el Quijote que aunque la soberbia es considerada el peor de los pecados, para él es el desagradecimiento.
Es deber de una persona cabal permanecer incondicionalmente al lado del individuo o entidad del que se ha beneficiado y ha recibido apoyo y ayuda; alegrarse y regocijarse con sus triunfos y éxitos (lo que es muy fácil), pero también caer con él, descender hasta tocar fondo cuando por las circunstancias que sean ese benefactor cae en desgracia. Es esto último lo que demuestra la grandeza de alma de una persona, lo que le hace ganar la total confianza y admiración, no sólo de aquel a quien se es leal, sino hasta de el o los adversarios.
Los desleales en cambio son ratas de barco en naufragio que se van acomodando a las circunstancias materiales y cuando ven a su benefactor caído en desgracia lo abandonan y se entregan al nuevo encumbrado esperando recibir algún beneficio como con su antiguo protector. Actitud tan ruin como la de aquel capitán del crucero italiano Costa Concordia Francesco Schettino – verdadera rata, dicho sin ambages – que ante el naufragio de la embarcación salvó la propia vida dejando a cientos de civiles, incluidos mujeres y niños, a hundirse con el crucero, de los que murieron 32. Verdadera rata, reitero, con perdón de esa especie de roedores.
Así son los que van cambiando a conveniencia su lealtad, no sólo a una persona, sino de partido en la vida política, social o económica de cualquier grupo humano.
Muchos son los beneficiados por el doctor Javier Duarte de Ochoa, ya sea directamente con algún puesto o empleo en el gobierno del estado; o con alguna recomendación o apoyo para obtener la candidatura para una diputación o una plurinominal; favorecidos económicamente de alguna manera.
Hoy, con el triunfo de la oposición en Veracruz, cuando todos parecen estar haciendo leña del árbol caído – una tanto exageradamente, hay que decirlo –, ¿cuántos de los beneficiados por el gobierno saliente permanecen como verdaderos hombres, fieles a quien le deben estar donde están o con un patrimonio multiplicado en los pasados seis años? ¿Cuántos de ellos salen públicamente en su defensa ante los ataques y acusaciones que se le hacen al todavía gobernador Duarte, sean fundadas o no?
Si no están de acuerdo con la actitud o con algo que su benefactor haya hecho durante su mandato, su deber es decirlo abiertamente, primero a él (el benefactor) y luego al público. Pero no ir sin más de manera rastrera a ponerse a las órdenes del nuevo rey. No sólo es la cuestión moral, sino que esa actitud, a la larga, no trae ningún beneficio, sino todo lo contrario. Queda la percepción generalizada de que quien traiciona una vez va a traicionar también al nuevo jefe o partido. Ser rechazado por todos es el destino inexorable de los desleales, de los pérfidos.
Reitero: no se trata de avalar posibles malas conductas de un funcionario o un gobierno por mucho que hayamos sido beneficiados por éste. Pero entonces nuestro deber es decirle primeramente a nuestro benefactor, de frente, que no compartimos tal o cual proceder. Y luego declararlo públicamente. Sólo así podríamos separarnos de nuestro antiguo superior y bienhechor sin cometer perfidia.
El infiel no debiera tener nunca acceso a un puesto de mando; ni en la burocracia ni en el sector privado, ni en la estructura eclesiástica ¡ni siquiera en la vida familiar!; ni siquiera debería tener voz en las decisiones de una familia.
Empero, abundan quienes optan por la actitud de ir brincando como chapulines de una lealtad a otra; de un partido a otro sin importarles que éste sea de un parecer ideológico contrario al primero. Quienes crecen política y económicamente, no sólo abandonando a su antiguo patrocinador, sino hasta echándole tierra para quedar bien con el nuevo encumbrado.
“¡El rey ha muerto, viva el rey!”, dice el viejo proverbio. En la Escritura, Job, tirado en el suelo en medio de ceniza; con la piel llena de llagas agusanadas por la lepra, caído en la indigencia y sin familia, se queja y describe cómo aquellos a quienes ayudó cuando estaba en la abundancia, ahora se mofaban de él y hasta pasaban y le escupían. Y el mismo Cristo, a quien las personas por quienes se sacrificó, les dio esperanza y libró del rigorismo hipócrita del Sanedrín, no dudaron en gritar “¡crucifícale!” cuando lo vieron azotado y humillado en manos de Poncio Pilato.
Viéndolo desde las gradas, la verdad es que resulta curioso e interesante el fenómeno inédito en el estado de Veracruz, de dos administraciones gubernamentales, la saliente y la entrante, por primera vez de distinto partido, tirándose con todo. Algunos se lamentan de esta situación, pero vamos; sería demasiado pedir a políticos que se conduzcan con prudencia y responsabilidad, y que piensen primero en lo que conviene a los ciudadanos veracruzanos; es pedir demasiado. Por eso a quienes no estamos directamente involucrados en los dimes y diretes de esta transición de un régimen estatal a otro, sólo nos queda sentarnos cómodamente en las butacas del ring y observar la disputa que, después de todo, repito, es algo nunca visto en nuestra entidad.
Pero en cuanto a la lealtad o deslealtad, es un asunto que trasciende al ámbito de la política. Es cuestión de ser verdadero hombre o no serlo.
Señor gobernador electo, si le conviene a su persona o por el bien del estado aprovechar la deslealtad de algunos beneficiados por el gobierno saliente, adelante. Pero después…
Roma no paga traidores.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

raulgm42@hotmail.com

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