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Más de la marihuana Dos casos ilustrativos:
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2015-11-14 - 08:29
El 1 de septiembre de 2013 en Las Choapas, Veracruz, el joven Isvi David Aguilar Cuellar asesinó a su mamá con una arma blanca y luego la calcinó (www.imagenypolitica.com). Había estado fumando marihuana desde la noche anterior. Ya sobrio y detenido declaró: “Me perdí; ya reaccioné cuando ya lo había hecho”. Luego también afirmó: “Yo quería mucho a mi mamá”.
Otro. Este en la delegación Coyoacán del Distrito Federal el sábado 5 de septiembre del presente (www.elsiglodetorreon.com). El joven de 18 años de edad Aldo Josef Sánchez Trejo llegó a su casa en la tarde como todos los días. Como su mamá le acababa de decir que no lo quería, el inocente tomó un cuchillo de cocina y se lo clavó en el vientre a su malqueriente progenitora. Tomó algunos aparatos domésticos y se fue tan campante. Estaba bajo los efectos de la marihuana.
Aquí lo importante es tener en cuenta que los dos imberbes matricidas jamás hubiesen hecho lo que hicieron sin haber fumado la mentada hierba. Pero no hay problema ¿verdad?; después de todo los muchachitos no hacían más que ejercer su derecho humano a fumar marihuana con fines lúdicos ¿no?
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Separación de temas
Otra cuestión importante respecto al asunto es el siguiente: se deben separar por completo los temas de la marihuana para uso medicinal y el de su uso para fines de simple diversión. Resulta extremadamente mañoso (porque dudo que se trate de un error) mezclar los dos asuntos y ponerlos en un solo paquete.
Es tan absurdo oponerse al procesamiento del cannabis para uso medicinal, como favorecer su legalización para fines lúdicos. Ahí tenemos al opio, que utilizado con fines de diversión resulta tan dañino como la marihuana. Sin embargo aquel (el opio) se utiliza legalmente en la fabricación de analgésicos, destacando la morfina, que resulta una bendición de Dios y de la ciencia en el mitigo del dolor en heridos y enfermos terminales, entre otros.
Así que las dos cuestiones se deben tratar separadamente, no mezclarlas; el uso de la marihuana con fines de diversión no se debe permitir por el bien de la sociedad, principalmente de los más vulnerables, los niños y los jóvenes; en cambio, para uso medicinal se debe permitir pero, por supuesto, con el debido control gubernamental para que la producción, distribución y consumo se haga bajo estricto control, y control médico, que sólo bajo prescripción se pueda adquirir.
Otro argumento que esgrimen los promotores de la legalización de las drogas es que al estar legalizadas se acabarían los cárteles de narcotráfico. Este es otro enfoque errado (y herrado diría yo), pues resulta tanto como decir: “Vamos a permitir legalmente el envenenamiento de nuestros niños y jóvenes con tal de que se acaben los grupos del crimen organizado”.
Es una media verdad (y las medias verdades suelen ser la peor clase de mentiras) que las prohibiciones provoquen el surgimiento y establecimiento de organizaciones delincuenciales. El nacimiento y empoderamiento de grupos criminales se da por ineficacia e ineficiencia de las autoridades, y no salgamos con sofismas. Bajo ese punto de vista, entonces, deberíamos legalizar la producción y venta de discos de música y películas que hoy llamamos “pirata”; permitir el contrabando y el trasiego general de cualquier tipo de productos, y hasta abrir totalmente las fronteras para que desaparezcan los famosos “polleros”, traficantes de personas.
Hay un asunto en el que difiero con la mayoría de los que, como yo, nos oponemos a la legalización de las drogas que hoy todavía están prohibidas: la cuestión del alcohol.
El único de los argumentos de los proponentes de la legalización de la marihuana con el que coincido es que el alcohol, que causa mucho más estragos en la sociedad que todas las drogas prohibidas juntas, está legalizado. Ciertísimo. Sin embargo en lo que no coincido es en la solución que ellos proponen, que es legalizar algo que puede resultar igual o peor que el alcohol. No. La solución es a la inversa, es decir, pronunciarnos, aunque por el momento parezca un imposible, por la prohibición también de las bebidas alcohólicas. Sólo es cuestión de verificar las estadísticas de accidentes mortales, hechos de violencia, enfermedades de origen etílico, causado todo esto por el consumo del solo alcohol, haciendo a un lado las drogas prohibidas; y esto sin mencionar otros aspectos como disolución familiar, faltismo y disminución de capacidad laboral y escolar, debacle económica individual y familiar. La lucha contra la legalización de las drogas (que tiene que ser una lucha férrea porque el intento de legalizar las drogas proviene de una perversa consigna internacional) parte de una premisa falsa si no se pugna también por la prohibición del alcohol como bebida, aunque en esto, como suele decirse, nos pongamos con Sansón a las patadas, ya que la industria alcoholera solamente en nuestro país genera decenas de miles de millones de dólares al año.
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Otra vez los ayotzinapos
Los normalistas de Ayotzinapa robaron varios autobuses de pasajeros y una pipa de gas el miércoles (aparte de bloquear por enésima vez una importante autopista), ¡ah!, pero ya hasta manifestaciones hay haciéndose las víctimas y acusando al gobierno de “represión” por haber cumplido con su deber la policía estatal de Guerrero y la policía federal, al impedirles finiquitar su delito en el que fueron sorprendidos en flagrancia. Habrase visto… Y el gobierno de Guerrero hizo muy mal al entregar a los detenidos a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero, en lugar de ejercer acción penal contra los ladrones y asaltantes de Ayotzinapa como correspondía. El gobierno le tiene miedo a los violentos izquierdistas.
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Enhorabuena Fernando del Paso
Ahora sí le otorgaron el Premio Miguel de Cervantes de Literatura a quien de verdad lo merece (y no digo más para no meterme en problemas).
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.
raulgm42@hotmail.com

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