06 de Mayo de 2024
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Actitud airada contra la crítica
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2015-10-28 - 11:25
Es claro que el que mal principia, mal sigue y mal acaba.
Quien principió como encargado de tapar las cloacas del desorden y de la corrupción, como candidato de los prevaricadores y de los abusivos gastadores y aprovechados, no ha podido ser un gobernante de los que cuidan los intereses del pueblo.
No puede recibir aplausos aunque lo quiera y tiene que recibir en cambio las muestras de desagrado que por todas partes se le dan para que recuerde sus orígenes y sus corresponsabilidades.
El mandatario JDO no ha hecho lo suficiente como para demostrar que rompió sus amarres con quienes lo dejaron para cuidarlos de las penas que bien merecen. El pueblo veracruzano, noble, leal y trabajador, le desconfía no tanto porque lo ha considerado irresoluto, vacilante o incapaz de arriesgarse en favor de la causa popular, sino porque piensa que en sus reflexiones aparece cauteloso sólo para no herir a quienes lo precedieron y representan, junto con él, a quienes desencadenaron el desastre económico del estado.
Unos cuantos ejemplos de persecución no valen, pues lo que los veracruzanos quieren es que se penetre hasta las raíces del mal y no se quede todo en enjuiciar a los débiles o a los menos responsables. En todo caso, las acusaciones que se han tomado como ejemplares, son únicamente causales menores si se les considera como comparativas de los males que produjeron. Una vez más diremos que el juicio que merecen los transgresores tiene dimensiones históricas y no solamente penales. A la medida de la historia estatal y nacional, nada se ha intentado.
No se hicieron males a la economía de una empresa o de un sector; lo que se realizó fue todo un mal a la economía del estado veracruzano, un economicidio, cuyas dimensiones no pueden minimizarse con sólo publicitar que hay más de dos mil aviadores en la SEV.
Tampoco el mandatario ha de buscar deliberadamente o no, la inconformidad y los silbidos. No debe, ni siquiera, intentar matar de hambre al pueblo en nombre de una austeridad que sólo es tal para muy pocos; pues para la mayoría es casi inanición y burla. Tampoco ha de ser indiferente a los clamores de la ciudadanía cuando piden justicia para que regresen sus hijos desaparecidos.
Que la política que ha venido siguiendo JDO no es popular, está fuera de toda duda. Las constantes manifestaciones de inconformidad y las protestas, que se manifiestan todos los días en la Plaza Lerdo y en muchas partes del estado, por mesuradas que parezcan, lo demuestran ampliamente.
El joven gobernador tiene que entender que los que se quejan, critican, y se muestran desesperados, lo están realmente. La política que ha seguido para domeñar la crisis económica, de seguridad, de desempleo y política que nos abate, ni es popular, ni es efectiva, ni es nacionalista ni revolucionaria. Ha despertado, en cambio, y sigue despertando progresivamente en mayor grado, una lastimera inconformidad y una sensación de que la crueldad que implica, de uno o de otro modo hiere más a los más numerosos y menos preparados para resistirla.
La política estatal no es un teatro ni un foro de lucimiento. No es lugar para recibir aplausos ni, a falta de ellos, vergonzosas adulaciones. Nadie es electo con 1 millón 300 mil votos de cerca de 6 millones de electores que tiene el estado de Veracruz, para jugar el papel de actor histriónico. El pueblo tampoco tiene por qué aplaudir ni agradecer nada. Darle, desde ahora, las gracias al gobernador Duarte por lo que no sabemos que haya hecho, fue una moda transitoria creada en los tiempos del cruento y viejo alemanismo.

rresumen@hotmail.com

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