Los graves acontecimientos ocurridos el pasado uno de mayo en el que fueran incendiados establecimientos de Bancos, comercios, gasolineras, vehículos particulares y de servicio público y sucedieran las muertes de militares, policías ministeriales y civiles, así como el derribo de un helicóptero de la Armada de México, significan, lamentablemente, una declaración de guerra intensiva del narco hacia el Gobierno y con ello, en contra del Estado mexicano.
Se han agredido las instituciones y muerto personal de las fuerzas armadas de la nación, atacado bienes de particulares y de instituciones privadas, causado la muerte de civiles y atentado en contra de la paz interna, con lo que la única respuesta que han dejado al Gobierno de ENRIQUE PEÑA NIETO es el reinicio de una guerra ya intensificada en el anterior régimen por EL PRESIDENTE CALDERÓN en contra de estos grupos criminales, desestabilizadores de la seguridad nacional.
La situación es grave y sus consecuencias apenas previsibles. Está en juego nuestra paz pública y nuestra endeble economía tanto como la esperanza de hacer llegar inversiones extranjeras que aprovechando nuestra apertura a la explotación de nuestros recursos se ha dado con las llamadas reformas estructurales y con ello la confianza en crear oportunidades que generen trabajo a nuestra población cada día mayormente integrada por jóvenes quienes, aun con especialidad o profesión, cada vez sienten más que se les dificulta encontrar un espacio de realización personal y familiar en nuestro país.
Las circunstancias no admiten duda. La sociedad debe definirse, entender lo que cada uno de nosotros quiere y desea para el futuro de nuestros descendientes y actuar en consecuencia, cerrando filas en torno a nuestro Gobierno y nuestro PRESIDENTE - SEAMOS militantes, partidistas o simplemente SIMPATICEMOS CON LA CORRIENTE IDEOLÓGICA QUE SEA - y pensando única y exclusivamente en México y en la paz y seguridad de nuestra entidad en particular, nos solidaricemos con la causa de la paz y la estabilidad nacionales, sin las cuales, nuestro país estará irremisiblemente perdido.
Son momentos que no deben ni por asomo, ser de titubeos y menos de indefiniciones, México está en peligro y sólo nosotros, los ciudadanos, podemos y debemos actuar solidariamente entre nosotros para estar del lado de nuestras autoridades y la Ley que nos rige, si queremos que la delincuencia no nos alcance y devore con su violencia y su miedo y parálisis social que provoca.
Cerrar los ojos y creer que lo que le pasa a nuestros vecinos no habrá de afectar nuestras vidas y alcanzarnos con sus problemas sería ponerse en el lugar de aquel de quien se narra que fue testigo de cuando aquellos llegaron por un desconocido y se lo llevaron para nunca regresarlo y no hizo ni dijo nada, que calló lo mismo cuando llegaron por su vecino y así también actuó cuando fueron por su familiar. Así que cuando llegaron por él ya no hubo nadie que a él le defendiera.
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