PARA EL próximo año, Veracruz se verá enfrascado en otro escenario político con las elecciones municipales.

Los partidos políticos, habrán de luchar por sacar la mejor raja electoral y gobernar en la mayoría de los ayuntamientos.

Y no es cuestión, solamente de acaparar el mayor número de municipios, sino que a partir de este encuentro político, se podrá vislumbrar lo que puede suceder ya en el dos mil dieciocho con la gubernatura del estado, y desde luego, la propia sucesión presidencial.

Por eso, quizá la importancia del próximo proceso electoral municipal.

Se espera, por lo tanto, que se concrete la sucesión gubernamental, cuando el nuevo gobernador del estado, rinda protesta ante el Congreso estatal, para luego continuar tomando las riendas de una entidad sumida en el más difícil momento de su historia política y de su administración pública.

Las elecciones municipales, podrían ser un indicativo de lo que se espera para el dos mil dieciocho, cuando vengan los más fuertes enfrentamientos políticos electorales con las campañas políticas que a la par realizaran quienes aspiren a gobernar Veracruz, como al mismo país.

Y es que los tiempos se acercan inexorablemente.

Ya estamos, por lo pronto, a un mes veinte días de que haya relevo constitucional del gobierno en Veracruz, por lo que tanto el PRI, como los demás partidos ya deberían ir pensando en la política del dos mil diecisiete.

Y aunque parezca que en estos momentos trabajan en este objetivo, la verdad de las cosas es que todavía no se toman los lineamientos necesarios para entrar de lleno en este proceso, que si bien no es oficial por ahora, ya las estrategias políticas de cada organización política, deberían estar en el ambiente político de toda la entidad.

Tal parece que se espera el inicio del nuevo gobierno para ver a que le tiran, pues el PRI, más débil que nunca, no tiene, por ahora, alientos para iniciar su propio proceso interno, el de la selección de aspirantes a las alcaldías, que si bien siguen llamando el interés de todos los políticos, también es cierto que muchos de ellos no estarán dispuestos a aventurarse tan fácilmente.

Las alcaldías, como siempre, constarán dinero, tanto por la campaña que se tiene que realizar como por los diezmos que se tienen que pagar. Todavía se intentará vender las posiciones políticas, práctica común de cada proceso electoral, por lo que el PRI, perdió la confianza en casi todos los municipios de Veracruz.

Hoy, más que nunca, los recursos económicos estarán ausentes. No hay dinero ni para una fuerte campaña política ni tampoco para poder comprar una candidatura como sucedió frecuentemente en el pasado.

Si a todo esto se le suma la presencia de un escenario diferente, entonces pocos serán los que estén dispuestos a aportar las cantidades solicitadas por sus líderes y delegados especiales en cada municipio.

El PRI, ex partido político de las mayorías, estará participando con menos posibilidades de triunfo electoral en las próximas elecciones municipales, quizá muy atrás del partido que gobernará en los próximos dos años en la entidad, junto con el amarillo partido que tendrá, sin duda, algunas oportunidades de colocarse en posiciones estratégicas para sus fines políticos.

Pero, hay todavía mucho que considerar, porque el Partido político Morena, pudiera superar, incluso, al partido de acción nacional en estas elecciones municipales y ese será el reto político que tengan los priistas y los panistas que todavía deberán tener presente el avance político del partido de Andrés Manuel López Obrador.

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FINALMENTE, NADIE sabrá cuál es la cantidad de dinero que se esfumó durante el presente sexenio gubernamental de Javier Duarte de Ochoa. Nadie tiene la cantidad exacta del famoso daño patrimonial que está sufriendo la entidad veracruzana, quizá, ni el mismo Ejecutivo del estado, tiene el dato más confiable, pues es de saberse que la gobernabilidad, en este sentido, se perdió desde hace mucho tiempo.

Por eso, ni los nueve mil millones de pesos, ni tampoco los catorce mil o los treinta y cinco mil y más ahora, los que se señalan como la cifra más certera de los cientos cincuenta mil, puede decirse que es la más exacta. La magia para desaparecer tanto dinero, es todavía increíble para la mayoría de los veracruzanos.

Los mismos personajes encargados de la vigilancia de los recursos económicos del Estado, nunca tuvieron en sus manos los verdaderos datos del dinero que se perdió en el camino con una duración de seis años, por lo menos, aunque este desfalco habría que trasladarlo, quizá, seis años atrás cuando comenzó la debacle económica de Veracruz.

Todos, de alguna manera, se hicieron de la vista gorda. Todos tuvieron, de alguna manera, que proteger sus propios intereses. De ahí que todos, de alguna manera, tendrán que ser investigados a fondo sobre la razón de haber dejado hacer, de haber dejado pasar.

Y ahí deberán estar presentes los titulares de la Secretaría de Finanzas y Planeación, los que dejaron hacer y dejaron pasar, antes de que Antonio Gómez Pelegrín, llegara con el propósito de lograr estabilizar el tremendo desorden que encontró.

Gómez Pelegrín, fue el único invitado a la fiesta, al final de la misma, donde encontró a la más fea para bailar.

Por eso, la investigación deberá recaer en los anteriores secretarios, quienes sabedores de la desgracia económica del estado, prefirieron emprender la graciosa huida.

Pero hay tiempo, sin duda alguna, para reclamarles su actuación.

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AUNQUE BIEN SE sabe que el gobernador no parará en la cárcel como muchos lo han predicho y más aquellos que ya lo han sentenciado desde ahora, las cosas no quedarán en el estado en que se encuentran.

Habrá quien pague las verdes y las maduras y en ese sentido muchos de los ex funcionarios gubernamentales que han evidenciado sus fortunas a lo largo de estos meses, están en la curda floja para responder por todo lo que está sucediendo.

Hay la seguridad, entre la población veracruzana, que más de uno irá a la cárcel, porque forman parte de la reata más delgada, por donde, finalmente, se tendrá que responder por tanto daño acumulado a través de estos seis años por lo menos.

Y aunque el responsable directo es el propio Gobernador lo más probable es que en este momento ya se estén haciendo los ajustes necesarios para aplicar la ley, de rigor, a quien o quienes ni siquiera en estos momentos lo han pensado.

Insistimos, la cuerda se revienta por lo más delgado.

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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.

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