“Los espíritus vulgares no tienen destino.” - Platón.

El poder (proveniente del latín posere) es un concepto que tiene múltiples significados según el contexto específico en el cual se lo utilice. En un sentido amplio y general, implica una cualidad, capacidad o habilidad para llevar a cabo una determinada acción sobre las cosas o sobre las personas.
En el ámbito de la política, el poder es la potestad rectora y coactiva que un Estado ejerce sobre un territorio así como sobre la población radicada en él.
Y he querido iniciar esta entrega con esta definición para conceptualizar lo que está ocurriendo en Veracruz, de la mano de algunos funcionarios, que empecinados en preservar ese “poder” poco les importa difamar, calumniar, intrigar, y hasta desacreditar el trabajo de algunos de sus propios compañeros.
Se sabe que la obsesión que arrastra el actual secretario de Gobierno de Veracruz, Gerardo Buganza Salmerón por asirse del poder es tal, que no le importa emplear cuanto medio tenga a su alcance, para evadir responsabilidades y de paso, acomodarse cual jugada de tres bandas, espacios dentro de la dependencia que encabeza.
Tras la jornada comicial del pasado 7 de junio, el responsable de la Política Interna de la entidad, emprendió una campaña para desacreditar al actual subsecretario de Gobierno, Marlon Ramírez Marín, a quien las cosas le han salido mejor de lo que el cordobés esperaba.
Pero vamos por partes, se sabe que aprovechando el descalabro ocurrido en la zona metropolitana de Veracruz-Boca del Río para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), hábil como acostumbra ser, Buganza empleo sus oficios para que a través de algunos medios y columnistas se comenzará a responsabilizar de la debacle a Ramírez Marín, afirmando que opero en contra de ambas candidatas.
Se sabe que el propio gobernador Javier Duarte ha dado cuenta ya de la campaña, dejándola correr solo para llegado el momento, pararlo en seco, y exigirle cuentas, y es que se sabe que el responsable de operar la zona metropolitana de Veracruz-Boca del Río, habría sido el mismo José Enrique Ampudia Mello, quien ahora navega de a muertito con el único afán de que no le cobren la responsabilidad de la falta de operación política, aun cuando también se estima que por conveniencia el PRI habría dejado perder ambas plazas y con ello evitar la presión que ejerce el PAN desde el plano nacional.
Pero regresando al tema, expertos afirman que Buganza Salmerón pretende llevar a la subsecretaría de Gobierno a Rogelio Hernández Madrid a quien le vendió su alma, cual demonio, y ahora, convertido este último en una pésima copia de Fouche le sopla al oído los susurros enajenantes de que él pudiera ser gobernador.
Es tal la obsesión de Buganza, que no recapacita, no analiza, que el fenómeno político electoral ocurrido en Nuevo León no puede por ningún motivo ser igual en Veracruz, aun así, ya comenzó a echar andar la maquinaria para que por medio de su Fundación Generando Bienestar –que lleva sus siglas- se le construya el escenario de una posible candidatura ciudadana.
Lamentablemente el poder trastoca, nubla la visión y degenera el espíritu, ojalá pronto encuentre la luz y la paz que necesita, porque su obsesión lo llevará con la ayuda de algunos mercenarios a la franca derrota.

Al tiempo.

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