28 de Abril de 2024
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Transigir
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2015-02-05 - 09:51
Sorprendió de alguna forma la designación del secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade Martínez por parte del presidente Enrique Peña Nieto, en el mensaje del lunes anterior, ceremonia en la cual además le dio instrucciones destinadas a esclarecer si el llamado conflicto de interés está presente en la compra de sus propiedades, las de su esposa con la casa blanca incluida y la del secretario de Hacienda, sobre todo con el corporativo Higa tan famoso.

El ánimo del presidente Enrique Peña Nieto está de forma evidente alicaído puesto que le han caído hasta aguaceros torrenciales al iniciar ya su tercer año de gestión, pues no sólo es el asunto de la corrupción y la transparencia que se le vino como oleada, está el grave caso de Iguala –catalogado por el gobierno de EU como unos de los crímenes más graves en la historia humana- y un freno fuerte a la economía nacional a causa de los bajos precios del petróleo (asunto que se supone irá hasta el 2016), lo cual ha obligado a cancelar proyectos relevantes como el tren transpeninsular en Yucatán, posponer el rápido México-Querétaro de cuestionada memoria y a saber que otras obras contenidas en Plan Nacional de Infraestructura que ya caracterizaban a su mandato de Mover a México.

Por eso vuelve a comenzar desde el principio con el nombramiento del secretario de la Función Pública que se une al hasta ahora inamovible gabinete caracterizado por una mayoría de funcionarios mexiquenses y otros representativos de los más fuertes intereses de la élite política y económica, que impulsan el llamado capitalismo de compadres y cuates.

A ver qué tal le va al nuevo funcionario que ahora se une a las llamadas Contralorías públicas cuyas actuaciones –en las tres escalas del poder público- están muy lejos de cumplir a cabalidad sus atribuciones y responsabilidades puesto que simple y llano son empleados al servicio del quien los pone y suelen acuñar enormes trabas en todo lo que se refiere a la transparencia y a los esfuerzos de disminuir la corrupción.

En cualquier espacio público surgen las descalificaciones y burlas a todo lo público que aparezca en el camino. No se salvan ni el presidente, ni los gobernadores, diputados, jueces, alcaldes, policías, funcionarios de toda índole, medios, lo cual tampoco es del todo acertado aunque sí prevaleciente como una secuela histórica.

Ahí está también el caso de Marcelo Ebrard Casaubón, funcionario de familias francesas prominentes, quien ahora va a Movimiento Ciudadano como candidato a diputado federal, con cara de insomnio persistente a consecuencia de las tremendas fallas de ingeniería que nadie, sin siquiera con esos estudios profesionales, osaría incurrir en la línea 12 del metro; eso lo trae a la baja precipitada y lo aleja cada vez más del reconocimiento popular que alguna vez tuvo a bien lograr y en esas hasta de su carrera política, pues no puede alegar desconocimiento cuando estuvo rodeado de funcionarios y asesores en cada una de las materias de la función pública a su cargo.

Inicia pues 2015 con enormes desafíos del desarrollo nacional, desde las reformas energéticas, educativa, telecomunicaciones, financiera, entre las más prominentes, fuera de la palabra transigir que tanta falta hace entre la sociedad y entre la misma clase política.

[Los contenidos, estructura y redacción de las columnas se publican tal cual nos las hacen llegar sus autores.]

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