Mi imaginario visitante del exterior, ya sea del exterior del país (hoy con minúsculas) o del exterior del planeta mira asombrado lo que sucede en México y hace la pregunta que titula esta colaboración. Me comenta que en su mundo, el ejército es una de las instituciones más respetadas, tanto por la seguridad que le otorga a la nación como a la población, y que jamás allá nadie se atrevería a atacarlos y dejarlos a ojos del mundo como unos cobardes indefensos que permiten todo tipo de vejaciones, con el pretexto de que órdenes superiores así lo indican.

Así como me indigné profundamente por el envío de los normalistas de Ayotzinapa a Iguala, por el asesinato de 43 de ellos, por las complicidades del gobierno municipal y estatal, por la inactividad del gobierno federal ante el gran negocio de la amapola y la heroína… así, hoy me indigno al ver a los soldados atacados por una turba de delincuentes, mientras que ellos, los representantes de las fuerzas armadas, dan una imagen de indefensión y sobre todo de terrible indecisión.

Por ello, uno se pregunta, ¿dónde está el gobierno?, ¿dónde queda la ley?, ¿dónde están las instituciones que aún quedan en pie en este país? ¿Cómo es posible que el general secretario acepte la recomendación del gabinete de seguridad? ¿Acaso el propio gobierno se sabe incapaz de contener un brote de violencia por parte de los provocadores y violentos? ¿Si los soldados no son capaces de defender sus propias instalaciones ni su integridad física, serán capaces de defender a la población? ¿Entenderá el jefe supremo de las fuerzas armadas el daño que le hace a México con sus decisiones que rayan en la cobardía, escudadas en la prudencia?

Mientras Francia nos pone el ejemplo, con un presidente con una popularidad del 13%, tomando las decisiones adecuadas para proteger a SU PAIS, SU PATRIA. Y la población completa cierra filas en favor de la defensa de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. En México vemos a un gobierno pusilánime, cobarde, que no toma las decisiones acorde a su promesa de cumplir y hacer cumplir la ley, sino que las toma en función de las próximas elecciones.

A la pregunta de mi amigo imaginario, debería de contestarle que no, que no hay gobierno en México, hoy todo el aparato gubernamental se ha convertido en una maquinaria electoral, y todas las decisiones están orientadas hacia la decisión de los votantes el próximo siete de junio. Todo mundo está haciendo cálculos electorales y viendo cómo desde su puesto público puede ayudar a su grupo, sector, tribu, cómplice, compinche o como quiera usted llamarle. Y esto no sólo en el PRI, también en el PAN, PRD y morralla. El problema para el PRI, es que ellos hoy están a cargo de la seguridad nacional, y esa imagen que dieron en el cuartel de Acapulco muestra que no son capaces de brindar ni su propia seguridad.

Cierto que el fantasma de la represión de Tlatelolco, y del jueves de Corpus todavía vuela en los cielos mexicanos, pero ello no debe impedir que la ley se cumpla. Cierto que hay un derecho a manifestarse, pero ese derecho a manifestarse no implica un derecho a ser violento. Cierto que la moda es que en todas las actividades sociales se vigile el respeto a los derechos humanos, PERO DE TODOS, no nada más de los que protestan, también de los que somos víctimas de estas protestas. Y lo único que está logrando Enrique Peña Nieto con sus decisiones, es dejar el país en manos de la anarquía.

Quizá eso convenga a ciertos grupos a los que sirve el presidente. – Esto lo podemos pensar si creemos que todo está planeado, dentro de las grandes teorías de la conspiración -… O quizá, la explicación más fácil sea la correcta. Y la explicación más fácil es que en el gobierno federal no hay la adecuada competencia, para resolver estos problemas. Así como en el sexenio pasado tuvimos incompetentes dirigiendo el país, tan incompetentes que lo dejaron peor que como lo encontraron, hoy vemos que podemos llevar el mismo rumbo, y que al final del sexenio estemos peor que al principio. Oaxaca no ha mejorado para nada, Michoacán sigue en el caos, aunque se ha reducido el poder de los grupos criminales, Guerrero cada día está peor. Y en los demás estados no vemos mucha mejoría, salvo pequeños éxitos en medio de grandes fracasos.

La vergonzosa situación en la que las órdenes recibidas puso al glorioso ejército mexicano, con el pretexto de no caer en provocaciones es algo inédito en México, y muestra el nivel tan mezquino con el que se toman las grandes decisiones del país.

En países civilizados (entiéndase México no incluido), existe eso que no entendemos muy bien por estos lares, pero que se llama ¨imperio de la ley¨. Eso significa que la ley se cumple, pase lo que pase, y caiga quien caiga. Aquí, el paraíso de la impunidad, hace que la ley se aplique cuando quien manda lo considere pertinente, y que no se aplique cuando quien manda así también lo considere. Es decir, tenemos reglas de convivencia de contentillo, cuya aplicación discrecional provoca mayores molestias a los ciudadanos que la aplicación de reglas claras y para todos por igual.

Supongo que muchos militares pensarán como yo. Estarán avergonzados de lo que sucedió en Acapulco. Y como ellos no piensan que puede salir a votar el 40 o 45% de la población y que por lo tanto con un 12 o 15% de los votos posibles, se puede ganar la mayoría en la cámara de diputados, ellos también estarán indignados al ver el nivel al que los políticos han llevado una institución que ha sido orgullo para México, y sobre todo un baluarte en medio de las tempestades de todo tipo que ha enfrentado nuestro país.

Me confieso liberal, pero no puedo aceptar que la ley se viole una y otra vez, ante la complacencia de cálculos políticos.

Señores gobernantes. México no se gobierna en función de la próxima elección, sino en función de las próximas generaciones.

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