*Periodismo donde se es juez y parte

*Sólo que se aplique la ley y sanseacabó


Oiga usted, ¿qué hubiera pasado si José Luis Burela López hubiera atropellado y matado a María Josefina Gamboa Torales?
O sea, si el escenario hubiese sido a la inversa, cuál lectura estaríamos deglutiendo hoy los que vivimos presa de los pleitos entre los Yunes y el aparato de gobierno, que parece un cuento de nunca acabar.
Quienes estamos, pues, en el centro de esta vorágine mitotera de bandos opuestos pero que están incluidos en la misma esfera: la política.
¿Habrían los Yunes dirigido su apoyo total y completo hacia el tatuador profesional o le habrían exigido al gobierno del estado cárcel inmediata y pena de muerte contra Burela?
¿Habría llegado personalmente el director de Tránsito, Jaime Téllez, a la escena para atender el accidente y negar que Burela trajera aliento alcohólico y condujera su auto a exceso de velocidad?
La hipótesis es chocante y con aires nefastos.
Sin embargo, deja al descubierto esa forma repugnante de usar el poder con prepotencia y para intereses personales.
Lo peor es que, en el asunto que compete al accidente en el que Marijose Gamboa mató a una persona, nadie se ha inclinado hacia los deudos, a favor de quienes hoy son víctimas.
Nadie ha volteado la vista hacia esa parte.
Nadie.
Todo ha girado mezquinamente hacia Marijose Gamboa, ya sea para recriminarla –cosa que tampoco debe ser– o para intentar zafarla de un delito que cometió y del cual los Yunes insisten en llevarla hacia la parcela de la impunidad.
¿Cuándo ha visto usted que un director de Tránsito sea quien personalmente atienda y acuda al lugar del accidente para, qué barbaridad, tratar de proteger a quien mató a una persona?
Más aún, ¿cuándo ha sabido usted que un alcalde declare a favor de quien mató a una persona y trate de presionar para torcer la justicia y lograr la libertad de quien hoy carga ya con una muerte?
Ni los periodistas debemos festinar por la tragedia que hoy mantiene en la cárcel a quien ha jugado el brutal y rechazable papel que sobrepasa el código deontológico periodístico de ser juez y parte: columnista y funcionaria a la vez, pero eso sólo lo permite la bazofia que dice ejercer una profesión apasionante como el periodismo, ni los periodistas debemos tomar parte en el asunto, pues sería tanto como admitir que actuaríamos de la misma forma cuando nos toque ser protagonistas de algo tan lamentable como lo ocurrido a Marijose Gamboa.
No señores, tan repugnante el golpeteo mediático en contra de la columnista, por el hecho de quedar bien, como rechazable formar parte de un asunto que sólo debe tocar las esferas del dato periodístico y nada más.
Si la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos o el Código Penal dan la razón a la columnista y dictamina que merece la libertad, pues que se libere.
Pero si la ley, la ley, no quienes la aplican, dictamina que Marijose debe quedar en la cárcel para pagar su culpa, pues que ahí quede.
Lo dictamina nuestra regla.
Que se aplique la ley.
Y sanseacabó.