“El rumor es pariente de la mentira y en los cafés políticos de esta tierra bendita, más”, José Luis Enríquez Ambell

Son días aciagos los que vive Veracruz.
Nadie quiere apostar por las instituciones. Todo mundo se le quiere ir a la yugular al gobernador Javier Duarte y no esgrimas defensa alguna porque eres corrupto, comprado y chayoteado.
Se olvida, algunos pretenden olvidar, que Veracruz es más que una grilla, un rumor, una mentira repetida mil veces hasta convertirse en verdad.
El gabinete, salvo honrosa excepción, hace su mejor esfuerzo por no defender el bastión. El resto se mantiene de hinojos, con la cabeza enterrada en el piso.
Nadie se atreve a pestañear, no les vaya a salpicar la mierda que de manera inclemente arrojan sobre la institución dos localizados personajes de apellido Yunes.
El gabinete está aterrado.
No acierta ni a defender ni a trabajar. Enterrados en su oficina, los funcionarios sólo atienden las redes, la grilla y los rumores. No hay boletines. No hay entrevistas. Nadie arriesga un centímetro por las instituciones que, queramos o no, encarna Javier Duarte, objeto de ironías por decir que le tocó bailar con la más fea o sincerarse asumiendo el costo de la deuda pública.
¿No es así?
Para qué espantarse o darse baños de pureza cuando si hubiera llegado un Yunes o un Pérez la descomposición de Veracruz se recrudeció en todos sentidos justo en 2010 cuando arrancó el sexenio.
Y no sólo bailó con la más fea, recibió el estado del más feo.
Con una de las peores desgracias en la historia de Veracruz se inició un mandato inédito. Con un Veracruz quebrado, con una herencia en personas de lo peor, con legados malditos.
Y lo peor.
Fidel sigue presente filtrando, comentando al oído de sus corifeos, versiones de desgarre; citando cartuchos quemados –como Ranulfo– para que entren a la salvación de Veracruz.
Insisto, se olvida que Veracruz está por encima. A las instituciones son a las que hay que apoyar sin estar tanto volteando al centro. En Veracruz hay un pacto federal que se debe respetar y los veracruzanos, tener presente.
¿Qué es la institución?.. ¿Por qué tan importante la unidad en estos momentos?
Pues la única y sencilla razón de que la mayor institución se llama Veracruz, y su representante elegido por los veracruzanos se llama Javier Duarte, quien requiere del respaldo de todos los sectores sociales.
Es lamentable que personajes infames, que al amparo del ejercicio público pasarán de ser unos mediocres funcionarios a empresarios portentosos, con fortunas que a todas luces se conocen y se sabe son producto de la corrupción.
Urge, por consiguiente, que sus entes fiscalizadores actúen como garantes de las instituciones, pero sobre todo del estado; no puede, ni debe Veracruz, permitirse más funcionarios de esa estirpe.
¿Por qué no deben los veracruzanos dejar solo a su gobernador?, se pregunta la gente adulta. Por qué los agoreros de la maldad, insisten en ver sólo la parte mala, ésa que habla de que Veracruz continuará inundado de cadáveres?
La respuesta es sencilla: la diatriba y la calumnia son más gananciosas.
Hoy que la oposición de derecha y de manera localizada personajes del yunismo manejan redes a su antojo, se olvida o pretenden que la opinión pública olvide esos jugosos negocios al amparo de cargos de elección popular que hasta hoy ni uno solo de sus actos le ha redituado a los veracruzanos o a su entidad un beneficio directo.
Por el contrario, se sabe de algunos que, enfundados dentro de la casaca de un panismo de nueva generación, saquean municipios en su afán perverso por desestabilizar a las instituciones.
Hoy que las instituciones de gobierno requieren del respaldo social para sacar a la entidad del barco en que algunos malos funcionarios lo han sumido, no acaba de entenderse que un hombre no gobierna solo. Requiere, y con mucho, del apoyo de ese selecto grupo que ha quedado demostrado ha traicionado su total confianza.
De igual modo, aquellos amantes del pasado obscuro tejen insanas tenebras en busca de la desestabilización.
Llama la atención la cuerda que le dan a dos visitas de Fidel Herrera que han desatado todo tipo de especulaciones. La primera, según que para dar órdenes a Javier sobre la renuncia de Fernando Charleston, y la segunda jalada, que vino a ordenar la inserción de Carolina Gudiño en el esquema de las diputaciones federales.
El oráculo habla:
Ya vienen los ajustes. Habrá de llamarse a cuentas a aquéllos desleales y traidores que faltaron a la confianza y que andan tan campantes por la vida, con la conciencia impávida y, eso sí, la talega rebosante.
Llegó el momento de poner y llamar a cuentas a todas las pulgas… Veracruz no merece encontrarse en estas circunstancias y mucho menos dejar sola a la institución.
Veracruz es más que un escenario borrascoso.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo