28 de Abril de 2024
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ENTRE PARÉNTESIS - David Martín del Campo
Que siempre no
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2017-02-28 - 13:38
Pobre de Warren Beatty. Se quedó haciendo el oso en el escenario. Algo pasó. Demasiadas prisas ¿o es que no aprendió a leer en la escuela? ¿O hubo mano negra y se trató de una manipulación de última hora? Que dice mi mamá que siempre no. Ganó la otra, no La La Land, así que bájense por favor, regresen las estatuillas, guárdense sus discursos para otra ocasión. Lá la la-la-la, la lá.
La entrega de los óscares 2017 pasará a la historia por esa pifia descomunal. Era de no creerse aunque más valiera irnos acostumbrando; eso de que prometer no empobrece. ¿Iba a construirse el tren rápido a Querétaro? ¿Crecer al 4.5 por ciento anual? ¿Acabar con los gasolinazos? Pues no, siempre no, hubo un error de cálculo.
Novias que se quedan con el plantón al pie del altar (hay los casos), acuerdos que no llegan a la última firma, espectáculos cancelados por razones fuera de control. Eso que en jurisprudencia se denomina “incumplimiento de contrato”, y en el orden común simplemente retractación.
Antaño había hombres de palabra y de los otros. Los que pagaban las deudas, los que cumplían, los que no se andaban con vacilaciones. Que en eso de tener o no tener palabra se nos va la vida. Lo del Teatro Kodak, el domingo pasado, fue un patinazo de escándalo, aunque se pudo remediar a tiempo. Imaginemos que la rectificación hubiera ocurrido tres minutos después, cuando Ryan Gosling y Emma Stone ya abandonaran el escenario. Nadie lo hubiera creído. Ambos se hubieran sumado al coro de ¡Fraude, fraude!... que aún resuena al sur de la frontera.
En México estamos más que acostumbrados a los incumplimientos. La palabra cuenta poco, se la lleva el viento, papelito habla... aunque ni con eso. El 6 de julio de 1988 fue el día que se cayó el sistema (de conteo electoral), cuando así lo anunció el secretario de Gobernación, Manuel Bartlett. Al recuperarse el conteo, horas después, los números habían dado la voltereta y de ese modo, ni con la ayuda de San Pedro, Cuauhtémoc ganaría.
Por ello somos tan desconfiados. En toda palabra hay doble intención, pensamos, y más si es pronunciada por la gente del poder. Recelo ante la publicidad y ante las promesas de campaña, ante las zalamerías del enamorado y las llamadas telefónicas de los empleados bancarios ofreciéndonos el paraíso del consumo.
De ahí que el gobierno se haya entercado en las campañas de transparencia, lo cual estaría muy bien, si el propósito no estuviera viciado. Ingresar a la página de la institución y “ver” en qué se gastan nuestros impuestos. El problema es que al día siguiente estalla el desfalco del señor gobernados (ahora en fuga) que no se llevó las macetas porque no cupieron en el camión. Así que no nos vengan a suplicar certidumbres nacidas en el aire.
“Todo es truco”, dice el personaje de la película de Paolo Sorrentino, La grande belleza, cuyo oficio circense consiste en desaparecer jirafas. Geppo, el protagonista de la cinta, le pide: “Si puedes hacer desaparecer una jirafa, ¿por qué no me desapareces a mí?”. Y en la plática, de pronto, la jirafa que estaba junto a ellos ha desaparecido. “Todo es truco, Geppo”. Todo es engaño, así que no nos vengan con sorpresas.
Inventamos la verdad porque antes no existía. Y cuando nos exaltamos, lo subrayamos: “Te voy a decir tus verdades”, porque hasta ese momento aquello no era más que seducción y farsa. El artículo Cero de la Constitución, ahora que cumple el centenario, debiera decir: “Atención, ciudadano, todos quieren tus encantos, tu dinero y tu voluntad. La vida es dura, no lo olvides”.
Entonces Warren Beatty y Jessica Lange, sesentones al fin, no salían de su asombro al ver que había cometido la metedura de pata del siglo. El oso mayúsculo, porque no olvidemos que la expresión viene de medio siglo atrás, cuando por las calles iba un gitano con un oso de verdad, y tocando el pandero pedía monedas a los curiosos reunidos en las plazas a la voz de “que baile el oso”. Y el plantígrado, muy obediente, bailaba feliz del ridículo. Era su vida, después de todo. Hacer el oso.

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