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La justicia nueva
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2017-02-11 - 15:40



La Ley y los Profetas.-En este día, 12 de febrero de 2017, celebramos el Domingo sexto del Tiempo Ordinario, Ciclo A, en la liturgia de la Iglesia Católica. El pasaje evangélico de hoy es de San Mateo (5, 17-37) el cual comienza así: “Jesús dijo a sus discípulos: ‘No crean que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos”. La Ley y los Profetas es una expresión que se refiere al Antiguo Testamento. La Ley, en sentido amplio, ordinariamente designa el Pentateuco, es decir, los primeros cinco libros de la Biblia atribuidos de forma general a Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. En sentido estricto, la Ley es la revelación enseñada por Dios a Israel para regular su conducta cultual y moral. La religión de Israel será regida por una visión global de la Ley o Torá, que surge como resultado de la Alianza de Dios con su pueblo. Los escritos de los Profetas, junto con la Ley y los libros Sapienciales constituyen las Santas Escrituras. Jesús vino para dar plenitud a la Ley y los Profetas. Pablo, posteriormente, explicará en sus escritos cómo la Ley de Moisés es reemplazada por la fe en Cristo.

La justicia nueva.-El relato evangélico continúa así: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entraran ustedes en el Reino de los cielos”. Jesús fue un fiel practicante de la Ley antigua, aunque situando sus preceptos en relación con la exigencia de una conversión interior y oponiéndose al legalismo de su tiempo. Jesús resume la Ley en el doble mandamiento del amor a Dios y al prójimo, y con su propio ejemplo otorga el mandamiento nuevo a sus discípulos: “Ámense los unos a los otros como yo los ha amado”. Jesús radicaliza y supera los mandamientos antiguos mediante una proclamación personalizada: “Han oído que se dijo a los antiguos, pero yo les digo”. De este modo, Jesús enseña el verdadero espíritu de los mandamientos y da la interpretación definitiva de la Ley por medio de algunas antítesis.

El Sermón del Monte.- La enseñanza de Jesús en el Sermón del Monte, abarca seis antítesis que relacionan el mensaje de Jesús con la legislación del Sinaí. Ellas se refieren sucesivamente al asesinato, al adulterio, al repudio de la esposa o divorcio, a los juramentos, a la ley del talión y al amor a los enemigos. Cumplir los mandamientos de acuerdo a su verdadero espíritu es un llamado a la verdadera fidelidad a Dios, la que nace del corazón. En el interior del hombre se fraguan las actitudes más auténticas y radicales del ser humano, sus decisiones más fundamentales. Esta es la exigencia mayor de la ley cuando es llevada a su plenitud por Jesús: no basta no matar sino que es necesario no enojarse ni insultar; no basta no cometer adulterio sino que es necesario no desear la mujer del prójimo; no basta legalizar el divorcio sino que es necesario evitarlo para evitar exponerse al adulterio; no basta no jurar en falso o cumplir a Dios lo que se le ha prometido con juramento, sino que debe hacerse innecesario el juramento ante la confiabilidad y coherencia de las personas que son honestas en sus pensamientos, palabras y acciones. En resumen, la interpretación evangélica de la Ley, propuesta por Jesús, manifiesta la genuina exigencia de la voluntad de Dios. El Evangelio de este domingo nos invita a ir más allá de la ley, a vivir el amor y la entrega al Reino de Dios más allá de la justicia de los escribas y fariseos. Entrar en el Reino de Dios consiste en vivir los valores del Evangelio a partir de la fe en Jesucristo y del poder de su gracia.

+Hipólito Reyes Larios
Arzobispo de Xalapa



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