18 de Mayo de 2024
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PROSA APRISA - Arturo Reyes Isidoro
La entrega-recepción, al fin
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2016-11-14 - 15:25
"Yo no quiero, de ninguna manera, mentirle a los veracruzanos: nos están entregando un Gobierno estatal en quiebra".
“No creo. Decir que sí sería engañarlos. No hay que engañar a la gente”.
Las voces son de los gobernadores Miguel Ángel Yunes Linares, electo, y Flavino Ríos Alvarado, interino.
Me llama la atención la coincidencia. Ambos hablan de no engañar a nadie, de decir las cosas tal cual son, o cómo están.
Siendo optimistas –creo que a pesar de todo no debemos perder el optimismo– se pensaría que, por fin, las aguas tienden a volver a sus cauces y a sus niveles normales.
Que ambos se sinceren me parece el mejor principio para arrancar este lunes el tan esperado y a la vez polémico proceso de entrega-recepción de la administración estatal.
Miguel Ángel habló el jueves pasado cuando reconoció que la Secretaría de Hacienda no aceptó el presupuesto que solicitó para la entidad. "De ninguna manera es el presupuesto que esperábamos".
Al reunirse con el Presidente Enrique Peña Nieto, con el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y con el Secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, Yunes Linares buscaba partidas suficientes para Veracruz en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2017 con el propósito de hacer frente a la grave crisis económica que ahoga al gobierno del Estado.
Al día siguiente, el viernes en la madrugada, se aprobó el Presupuesto de Egresos y no hubo recursos extras para la entidad. Se acabó cualquier expectativa.
Hace bien el nuevo gobernador en sincerarse, aunque no es necesario que nos diga que hereda el gobierno en quiebra. Todos lo sabemos y vivimos las consecuencias.
O tal vez lo mencionó como una forma de justificarse por anticipado que no podrá hacer mucho o todo lo que se proponía en cuanto a obras y servicios.
Pero cualquier otra persona que hubiera llegado al cargo estaría en la misma situación. Lo que haga, por mínimo que sea, será bueno, aunque ahora lo urgente es poner orden y sentar las bases para iniciar la reconstrucción, algo que no se ve como luciría una gran obra material, pero qué importancia tiene ahora lograrlo.
Creo que esperó hasta lo último para saber si le autorizarían recursos adicionales, y cuando tuvo la certeza de que no, entonces entregó su Plan Veracruzano de Desarrollo al Congreso local, consciente de las limitaciones económicas que tendrá para operar.
Esbozó el viernes lo que seguramente definirá con precisión dentro de 17 días cuando rinda protesta constitucional: habrá un presupuesto austero para 2017 y como consecuencia una reingeniería financiera que obligará a la austeridad en el ejercicio del gasto público.
Dentro de la reingeniería eliminará lo que llama oficinas gubernamentales “absurdas”, como la de la representación que se tiene en Madrid, España, que nunca hemos sabido que utilidad le ha reportado a Veracruz, o los viajes en helicóptero o en avión oficiales de los funcionarios, tanto dentro del Estado como fuera de él.
Algo verdaderamente importante es su reiterado anuncio de que no nos aumentará los impuestos porque, destaca, y debe reconocérsele, los veracruzanos de a pie, los causantes no tenemos por qué pagar lo que Duarte y sus cómplices malversaron, desviaron o, de plano, se robaron.
(El entonces gobernador Miguel Alemán Velasco, para ahorrar, introdujo el horario corrido, para laborar hasta las seis de la tarde a efecto de ahorrar en el pago de energía eléctrica, evitando encender focos y lámparas, computadoras, ventiladores, climas artificiales, enfriadores-calentadores de agua, cafeteras, etc.– de edificios públicos, salvo en los indispensables como hospitales o de seguridad pública.)
En agosto pasado, al dar inicio a los foros de consulta para integrar el Plan Veracruzano de Desarrollo, Yunes Linares pronunció algo que tiene plena vigencia y que debe de tomarse como asidero para catapultarnos hacia la recuperación del Veracruz que perdimos, pero también para avanzar hacia el que queremos para el futuro.
Dijo: el “Estado hoy sólo produce noticias negativas, que tienen que ver con rezago, delincuencia, corrupción y pobreza", para enseguida proponer: "no podemos seguir lamentándonos, tenemos que ir en busca del Veracruz que se puede mejorar, tenemos que hacer que Veracruz cambie". Éso. A estas alturas la lamentación no sirve de nada.
Reconoció entonces que sabe que la victoria que obtuvo es condicionada a los resultados que el pueblo espera a corto plazo, de la gente que quiere que Veracruz cambie. Seguramente hará lo que pueda. Es cierto, recibe un gobierno en quiebra. Hay que apostarle, por el bien de todos los veracruzanos y de Veracruz, que le vaya bien.

El oportuno mensaje de la Iglesia
Al iniciarse –parece ser que ahora sí va en serio– la entrega-recepción de la administración estatal, la Arquidiócesis de Xalapa, a través de su vocero el presbítero José Manuel Suazo Reyes, se pronunció ayer al respecto, a mi juicio en forma muy oportuna y atinada. Transcribo dos párrafos de su mensaje:
“En este periodo de entrega recepción del gobierno, ciertamente se espera transparencia, claridad y orden en los responsables de las dependencias. Pero también respeto, civilidad y escucha de parte de quien las recibe. Las descalificaciones a priori y las agresiones sólo abonan a la descomposición. Se requiere superar los prejuicios, los fantasmas y los miedos.
La riqueza de Veracruz no sólo está en el dinero que no aparece, también está en las personas que con experiencia, competencia y dedicación han sacado adelante las responsabilidades propias de las instituciones donde laboran. Necesitamos reconocer que muchas de estas personas han desempeñado sus funciones incluso en la precariedad y con los recursos que les dejaron”.
Un llamado y un reconocimiento dignos de tomarse en cuenta por la autoridad de la institución y por su importancia como receptora del sentir de su feligresía, que es de miles de veracruzanos, esperanzados, deseosos de que lleguen nuevos y mejores tiempos, y que, por fin, termine la pesadilla de los últimos seis años o, si somos más severos y vamos más para atrás, de los últimos doce.

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