Cuando una sociedad está dividida y en la lona, cuando se encuentra azotada por las peores plagas, corroída por la corrupción y sometida al imperio del crimen, siempre encontrará una luz al final del camino.
Siempre habrá de quien abrazarse y de quien confiar porque como decía Bertold Brecht, “Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan un año y son mejores; hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos, pero hay los que luchan toda la vida ¡esos son los imprescindibles!”.
A esa estirpe pertenecen muchos, muchísimos veracruzanos nobles, notables honestos y cuya imagen se acrecienta en estos días aciagos que vive Veracruz.
Y es que vivimos las consecuencias de la llamada docena trágica. Son tiempos de confusión, de odios y luchas fratricidas. Queremos sangre, tenemos sed de venganza… de justicia por propia mano.
Olvidamos, sin embargo, que vivimos en una sociedad organizada, regida por leyes y principios en donde nada es para siempre y la raíz es lo único que nos queda como vía para la supervivencia.

Por ello y de cara a rudos tiempos de crisis resulta obligado acudir a legado de nuestros mejores hombres.
Ayer refería a Fernando Gutiérrez Barrios, pero cómo olvidar a Ignacio de la Llave, Marcos Carrillo, Heriberto Jara o en tiempos recientes a don Marco Antonio Muñoz Turbull y don Rafael Hernández Ochoa.
Los innombrables que ahí se queden, insepultos.
Evoquemos en todo caso a figuras que por estos días emergen enhiestas como la de un reconocido veracruzano, Francisco Berlín Valenzuela, constitucionalista, doctor en derecho parlamentario y electoral, hombre entregado al servicio público desde las más altas posiciones de gobierno, incluida la representación popular en el congreso nacional, hasta su paso como fundador del Colegio de Veracruz y actual representante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, vía la Casa de la Cultura Jurídica, a quien este miércoles 26 de octubre se le rindió justo homenaje.
A tres lustros del inicio de las actividades académicas de tan prestigiado centro de investigación y altos estudios se le recuerda y evoca; se le reconoce y tiene presente por su labor académica.
Y se le rinde un homenaje encabezado por el rector de esa casa de estudio, Eugenio Vázquez Muñoz, quien lucha a brazo partido por que la institución alcance la autonomía.
Ya por lo pronto Eugenio entregó al Colegio de Veracruz las escrituras de tan valioso inmueble que alberga las instalaciones. Ya por lo pronto coloca al colegio como la segunda institución de más alto renombre después del Colegio de México.
En un acto señero, el doctor Berlín recuerda aquel 25 de septiembre del año 2002 cuando el colegio arrancó con la presencia del gobernador Miguel Alemán y la Junta de Gobierno integrada por el ex presidente Miguel de la Madrid, Juan Maldonado, Fernando Serrano, Fernando Pérez Correa y Emilio Gidi.
Concebida como una institución pública, moderna, dinámica y comprometida con la docencia e investigación, el Colegio de Veracruz enfrentó, sin embargo, serios embates de los enemigos de la educación como el hoy gobernador Flavino Ríos, quien siendo Secretario de Gobierno atajó la autonomía técnica de gestión de la ya para entonces prestigiada institución.
“Producto de rencillas y pasiones políticas palaciegas el Colegio ha tenido que esperar para gozar del privilegio de auto determinarse académicamente y poseer libertad presupuestal”, sostuvo el doctor Berlín durante el homenaje.
Visionario y adelantado a su tiempo el experto en Derecho Electoral -quien trajo a Veracruz a personajes como Maurice Duverger, al tratadista Philip Norton y a los politólogos Dieter Nohlen y Rainer-Olan Schultze- augura tiempos difíciles por venir.
“Veracruz vivirá tiempos difíciles. En nuestro entorno inmediato, es manifiesto el alud de problemas producidos por el desempeño desleal y deshonesto de muchos de quienes llegaron al ejercicio del poder sin estar preparados ética, profesional y políticamente para tan delicada responsabilidad”.
Y demuele:
“Sus cartas credenciales carecían de la experiencia y de los conocimientos que la praxis y/o teoría política proporcionan”.
Por ello, dijo, “un hombre de estado sin solidez de principios es más peligroso que una pistola descompuesta y un académico sin la práctica del ejercicio de gobierno es un elucubrador de fantasías”.
Son palabras que resuenan en los pasillos de Palacio, en los rincones de poder y las antesalas de los hoy triunfalistas.
Es lo que dice Berlín… y eso, a no dudar, se tiene que tomar en cuenta en la misma proporción que a las generaciones que vienen atrás.
En el evento un joven del mismo nombre, Francisco Berlín Vázquez, hijo del doctor Berlín y la brillante escultora, Edith Berlín, a nombre del alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga destacó que para trascender y dejar legado se requiere de un desempeño pulcro y honesto que repercuta en el desarrollo de Veracruz.
“De ello se trata para quienes realmente amamos a Veracruz, que el servicio público sea ejercido con transparencia amén de aportar y servir a los demás”.
Y como hijo agradecido concluye su mensaje:
“Se rinde homenaje a un destacado jurista, servidor público destacado, ciudadano distinguido, esposo entregado, pero sobre todo un padre ejemplar. ¡Muchas felicidades papá!”.
Hay nombres de hombres que vale la pena evocar; hay nombres de hombres de papel que hay que arrojar al cesto de la basura.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo