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Don Roberto García Loera y el ‘coloso de sotavento’
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2016-10-27 - 14:18
Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? Eclesiastés 5:11
Una cuestión que ha impactado mi vida desde la infancia, es el ingenio de San Cristóbal, también llamado “el coloso de sotavento” y me ha impactado, porque su actividad económica generó la prosperidad de toda la región de Cosamaloapan desde mediados del siglo XX hasta los años setenta, cuando el gobierno de Luis Echeverría se hizo cargo de la administración.
La factoría se fundó en 1896 por un grupo de empresarios españoles agrupados en la sociedad Pérez Ríos y Cía, en la comunidad de San Cristóbal, ubicada a ocho kilómetros de Cosamaloapan, los primeros responsables de la administración fueron el ibérico José Carriles y los ingleses Alejandro Wright y Juan Fisher, todos preparados en ingenios de Cuba.
Sin embargo, no fue sino hasta mediados del pasado siglo, cuando el beneficio azucarero citado alcanzó su época de gloria, esto, en virtud de que un cuenqueño excepcional, don Roberto García Loera, entró al quite, primero como administrador y luego como propietario de la fábrica.
Siendo gobernador el coronel Adalberto Tejeda, en el marco de las luchas agraristas, don Roberto entregó a los “comisariados ejidales de Carlos A. Carrillo y Cosamaloapan la hacienda con 3511 hectáreas, los terrenos de San Felipe y Pichuapan de 1911 hectáreas también del mismo municipio, una fracción del predio San Francisco Oyosontle, con 1563 una parte del potrero Buena Vista del mismo municipio con 219 hectáreas” (fuente: Hermilo Medina, nuevohorizonte.info), lo que sin duda se convirtió en un hecho sin precedentes, pues los campesinos pasaron de ser jornaleros a propietarios de las tierras.
Fue en el año de 1962, cuando finalmente con un grupo de socios, García Loera adquirió el ingenio al Banco Central Mexicano, dando inicio a las más grandes zafras de las que hemos sido testigos. Lo anterior, por una inteligente reinversión de las utilidades que propiciaron la expansión sin precedentes de la factoría con base en la mecanización del campo. Muchos trabajadores fueron enviados a Puerto Rico, Estados Unidos y Australia, a capacitarse en las tecnologías de vanguardia.
En este contexto, cuando corrían los años veinte San Cristóbal molía alrededor de 500 toneladas diarias, pero debido a las políticas de García Loera, en el sentido de fomentar la responsabilidad y el espíritu de equipo entre los trabajadores, la producción tuvo un despegue impresionante. En 1947 se instaló el Tándem “B” lo que permitió procesar 9 mil toneladas al día.
El crecimiento siguió y para 1960 San Cristóbal era el ingenio más grande del mundo beneficiando 2 millones 048 mil toneladas y produciendo 176 mil 756 toneladas de azúcar, no obstante, la cúspide se dio en la zafra de 1966–1967, al superar su propia meta por la de 2 millones 885 mil toneladas de caña y 247 mil 900 toneladas de azúcar, de acuerdo a información del analista Luis Soto.
Tal era el poder económico de don Roberto, que le permitía patrocinar los comentarios del periodista Carlos Denegri, a quien muchos consideran el mejor reportero en la historia de México. El programa radiofónico de don Carlos, poliglota consumado, iniciaba con el estribillo: “los diarios comentarios de Carlos Denegri, patrocinados por el ingenio San Cristóbal, el de mayor molienda en el mundo”.
Como suele ocurrir, al paso de los años don Roberto dejó las responsabilidades del ingenio en su hijo Roberto García Mora, quien nunca había vivido en la región. Influenciado por Joaquín Cisneros, ex secretario particular de Díaz Ordaz, dedicó la mayor parte de su tiempo a los negocios financieros en el Banco Internacional. El golpe final al “coloso de sotavento” fue con la requisa ordenada por Luis Echeverría, quien designó como administrador a Francisco Cano Escalante, que no tenía experiencia en el tema de la agroindustria. Tan fue así, que pasamos de exportadores a importadores de azúcar, como lo dijo en su momento el líder cañero Armando Rodríguez Suárez.
Fue hasta que llegó al gobierno del estado don Agustín Acosta Lagunes, que San Cristóbal recuperó un poco de esplendor, ya que don Agustín nombró como administrador a Juan Díaz Montalvo, un conocedor consumado del ingenio, pues prácticamente nació y se crió allí, a grado tal que él inventó la tecnología del Tándem “IV”, cuya patente vendió a empresarios alemanes.
Ni hablar, el gobierno no es buen administrador, lo demuestra el hecho de que nunca en Cosamaloapan hemos vuelto al pleno empleo, como cuando el “coloso” atraía mano de obra de Guerrero y Oaxaca. Esperemos que Andrés Manuel revise la historia.

*Vivencias de Rafael “El Negro” Cruz, editadas por Javier Roldán

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