Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.
Cuando lo vio solo y triste, le dio una compañera.
A ambos les confirió un privilegio celestial: vivir en el Edén.
Hubieran sido eternamente felices hasta la consumación de los siglos, si no se les hubiera ocurrido probar el fruto del árbol prohibido.
Plutarco Elías Calles creó a Lázaro Cárdenas del Río, y éste a su vez a Manuel Ávila Camacho, quien trajo al mundo a Miguel Alemán Valdés, el cual sacó a Adolfo Ruiz Cortines, para que diera a luz a su tocayo López Mateos, y éste prohijara a Gustavo Díaz Ordaz, quien engendrara a Luis Echeverría Álvarez, para que éste produjera el advenimiento de José López Portillo que en un arranque de locura creó al gris Miguel de la Madrid quien sin pestañear siquiera, extendió el dedo índice para levantar la figura de Carlos Salinas de Gortari, paridor de Ernesto Zedillo Ponce de León.
Cada seis años, el omnímodo dios totonaca, creó a un hombre, con la idea de que fuera como él. Le dio un país y un privilegio que no poseía soberano alguno en la tierra, ni tirano déspota, ni sátrapa dictatorial, ni mucho menos, jefe del Ejecutivo nacional electo por voluntad popular: el privilegio de vivir en un edén de lisonjas y ditirambos sin exponerse al ostracismo, así se coma el fruto y derribe el árbol prohibido para hacer leña de él.
Cuenta la historia que así estaba planeado en Veracruz desde los tiempos de Fidel Herrera Beltrán siendo senador, cuando estaba empalagado con la precandidatura para alcanzar la gubernatura de Veracruz. Confesó a varios políticos y periodistas: “mi proyecto político es para treinta años” porque llegando al gobierno del estado, difícilmente algún otro político, distinto a su grupo, podría en 30 años, regatearle el poder. Le apostaba a las circunstancias debido a que el PAN había llegado a Los Pinos con Vicente Fox en el 2000 y siguió con Felipe Calderón. Personajes que eran, políticamente, manejables por su poca experiencia, la que a Fidel le sobraba.
Sus cálculos, en ese proyecto, se fincaban en su colmillo retorcido en los quehaceres de la política. Y para llevar a cabo ese proyecto tenía amaestrados a cuatro personajes jóvenes dispuestos a llevar a cabo ese plan transexenal: Javier Duarte de Ochoa, Jorge Carvallo Delfín, Alberto Silva Ramos y Erick Lagos Hernández.
El principio de ese bosquejo se cumplió porque Javier Duarte fue gobernador y le ordenó el patriarca que incrustara en su gabinete a los demás fidelistas para que estuvieran en la antesala para sucederlo. Desde luego tenían la consigna de saquear las arcas de la tesorería a fin de fortalecer el proyecto y muy pronto comenzaron los saqueos, la corrupción, el uso indebido del poder que sirvió para comprar a hombres y mujeres útiles que supieran comprar conciencias y principalmente el voto. Eso les permitió ganar mayoría en la Legislatura local, teniendo como cómplice al más corrupto de los priistas que aún vive en Veracruz: el líder perpetuo de los maestros federales de la Sección 32 del SNTE, Juan Callejas Arroyo.
Pero esa mayoría no fue utilizada para sacar adelante proyectos que beneficiaran al pueblo; fue para fortalecer un mandato electoral que diera paso a la gubernatura de dos años con el fin de garantizar la imposición de uno de los jóvenes fidelistas enlistado para los 30 años de poder y para que los demás gozaran de impunidad quienes a esas alturas ya eran millonarios, pero además garantizar el triunfo construyendo la candidatura para los seis años siguientes. Pero todo falló porque el PAN, encabezado por su peor enemigo, logró derrotarlos.
La cadena se rompió con quien quiso ser ‘dios olmeca’ para repartir el poder ansiado de 30 años. Lo logró durante 6. Pero a quien dejó para que cuidara los dineros y limpiara y engrasara los eslabones, falló y esa cadena no funcionó a pesar de que el dinero estaba listo, invertido en propiedades, en cuentas bancarias y repartido entre quienes iban a seguir en el poder -primero Silva Ramos, luego Erick Lagos, después Jorge Carvallo.
Los 10,950 días que iba a perdurar el fidelato en el poder se vino abajo debido a las torpezas políticas que cometió quien había sido encargado de cuidar el Edén. El que gozó lo celestial y se comió, sin discreción alguna, el fruto prohibido y hasta el árbol con todo hojas y raíces.
El ‘dios olmeca’ que ruge desde muy lejos, al otro lado del mundo, llora porque el privilegio de los dioses que les fue otorgado por el principal, se perdió. Sólo hay lamentaciones en el sentido de que no se pudieron cumplir las expectativas al frente de la administración estatal: “Lamentablemente, dijo el ‘dios olmeca de la Cuenca’, mi sucesor no fue lo que yo esperaba y en medio, pues hizo cosas que no tenía que hacer”. Fidel, según cálculos de los expertos, dejó endeudado al Estado con 17 mil 971 millones de pesos. La deuda de Duarte es incierta y pesada para la nueva administración panista.
Lo importante es que ninguno de estos personajes involucrados, volverá pronto para ser dios de nuevo, porque el dios sexenal en turno, que ya se va, quiso crear a uno que se pareciera a él en imagen y semejanza, pero no se pudo. Y esto, seguramente, desaparecerá por siempre, y tal vez, hasta la consumación de los siglos olmecas como le sucedió a Plutarco Elías Calles, en su tiempo.

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