El hartazgo de los veracruzanos para los procesos electorales se percibe en todos los rincones de la geografía, desde Pánuco hasta Las Choapas existe un rechazo a la clase política y, a los llamados “independientes”, que son pan con lo mismo. El abstencionismo se observa como el ganador el próximo 5 de junio con más del 50 por ciento del electorado.

En la elección local de 2016 que es de apenas dos años para el Congreso Local y el Ejecutivo, los ciudadanos han decidido lo que no quieren y en principio, no tienen interés por participar, en números concretos, cinco millones 671 mil 125 ciudadanos con derecho de votar por diputados y gobernador.

Sin embargo, a un mes de la elección, es evidente el desinterés por participar en las campañas y menos por acudir a votar, lo que pronostica desde ahora, una votación menor al 50 por ciento de la lista nominal, la guerra de lodo que libran los candidatos y sus respectivos partidos no ofrecen opciones reales de representación popular.

El hartazgo social incluye al árbitro del juego, el Organismo Público Local Electoral (OPLE) que en medio de escándalos ha sido incapaz de lograr la credibilidad y confianza necesaria para que los ciudadanos participen en la elección, los primeros en renunciar fueron más de 50 mil inmaculados que fueron llamados para integrarse a las mesas directivas de las 10 mil 500 casillas que serán instaladas el domingo 5 de junio.

Buena parte de los veracruzanos que fueron llamados a cumplir con el deber cívico de participar en la elección como funcionarios de casilla, dijeron no tener interés de participar en el proceso de capacitación y organización de la elección. Prefieren pasar un domingo familiar en vez de dedicar el día a la jornada electoral.

Las partidos políticos y sus candidatos buscarán en especial el voto de las mujeres que son dos millones 981 mil 163 son mujeres en la lista nominal en contra de dos millones 689 mil 942 que son hombres, la apuesta por las mujeres es que arrastren a los varones, sin embargo, la percepción generalizada es que no hay interés por participar.

Los esfuerzos de los partidos políticos no se verá reflejado en las urnas, tampoco los miles de millones de pesos que se gastan en las campañas para posicionar sus nombres, en esta elección ni las estructuras partidistas tienen interés por acudir a la faena de acarrear vecinos el domingo, pero los participantes tienen 30 días para revertir lo que parece imposible.

Por si fuera poco, la legislación somete a los ciudadanos a votar por un partido, no existen los votos nulos como una expresión legal y constitucional de la voluntad ciudadana, la figura de candidatos ciudadanos resultó un fiasco y nadie cree que sean independientes.

La elección local de Veracruz que tiene la peculiaridad de dos años por única ocasión para homologar los procesos con los federales, se adelanta como la de menor participación en la historia reciente. La apuesta de los candidatos por el desprestigio desalienta a todos.

En estas condiciones, las organizaciones políticas deberán acudir a sus estructuras y también a la seducción monetaria de los partidos pequeños para alcanzar ese voto que por mínimo que sea hará la diferencia.

Y mientras los candidatos lanzan cifras alegres en sus encuestas maquilladas, ocultan las verdaderas cifras de los ciudadanos interesados en participar en la elección, y difunden sólo porcentajes que buscan la espectacularidad.

Queda claro que el abstencionismo será el triunfador absoluto del proceso electoral del 5 de junio, quien alcance el Poder Ejecutivo lo hará con un porcentaje de apenas el 20 por ciento de la población.

Enredos de Duarte

La presencia del gobernador Javier Duarte como factor en la elección local del 5 de junio ha dejado mucho que desear en las últimas semanas, en su gira por Orizaba el pasado martes aceptó que se reunió con Miguel Ángel Yunes Linares pero no soltó prenda sobre los temas tratados, sus declaraciones confirman los dichos de Héctor Yunes Landa en el debate de la XEU.

Cada vez más, el gobernador se convierte en un factor de influencia para los electores, aunque no se define la tendencia a favor o en contra que pueda generar con su actuar en un proceso que de por sí nació viciado con la iniciativa del propio Ejecutivo de la gubernatura de dos años en su reforma electoral.

Por si fuera poco, Javier Duarte de Ochoa enfrenta un proceso de impugnación por su manejo de redes para difundir obras y acciones de su gobierno en pleno proceso electoral, cuando la ley establece una clara veda para el servicio público.


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