El 19 de febrero del 2010 el partido Verde Ecologista destapó a Javier Duarte. El 27 de marzo, mismo año, el sector campesino y los obreros lo eligieron candidato del PRI. Inició su campaña en Boca del Río el 16 de mayo y cerró el 30 de junio en Córdoba. Se cumplirán, el mes entrante, seis años de ese hecho.
Ahora no fue ningún sector de los que conforman el PRI quienes abiertamente destaparon a Héctor Yunes, debido a las circunstancias políticas que se están viviendo. Hubo, sí, actos de simpatía hacia su persona por parte del sector campirano encabezado por el campesino naylon, Juan Carlos Molina, secretario general de la Liga de Comunidades Agrarias y otros grupos de empresarios que en reuniones sencillas externaron simpatías hacia su persona. Y tampoco es cierto que la clase priista se reunió el lunes 25 y martes 26 para acompañarlo en su registro en las oficinas de su partido y si fue así entonces esa clase está muy minada. El PRI, todo mundo lo sabe, está dividido en muchos pedazos.
No hubo búfalos sino borregos que se apretujaron para estar en dicho acto de registro. Los periódicos, las redes sociales y los columnistas lanzaron la noticia tan esperada y cantada. Comenzó la estampida, “la cargada” en el espectáculo insultante del sometimiento zalamero. “En las apretujadas filas”, el pleno del poder, los hombres del dinero, en fin, la numerosa clientela con su incondicional soporte, cortesano que prolongan la agonía y difieren el desenlace de un sistema herido de muerte por la crisis, el desenfreno, la incredulidad y la esclerosis.
El gobernador en turno, Javier Duarte, desde la Sala de Banderas de Palacio de Gobierno durante su “conferencia de prensa” de los lunes, dice a los periódicos, cínico, mentiroso, que su secretario de comunicación le ha informado la decisión de su partido y que “comparte” el regocijo de sus compañeros priistas. Seguramente en muy pocos años escribirá o dirá y se reconciliará con la verdad diciendo que todo fue una obra teatral cuidadosamente montada para el engaño del pueblo, para el disfraz y para reconocer la derrota de su padre putativo que está de cónsul en Barcelona, España rumiando su derrota porque había profetizado que mientras el viviera ningún Yunes llegaría a ser gobernador de Veracruz.
El mundo político y de los medios de comunicación sabíamos que Héctor Yunes no era el de su preferencia para ser candidato al gobierno del estado. Sin embargo, Yunes Landa aguantó bajezas; perdió la dignidad, sufrió vergüenzas y humillaciones, casi se arrodilló ante Duarte con tal de alcanzar el poder absoluto del estado a través de su partido el PRI. Esa es la disciplina política que intentó imponer Duarte.
La designación de Héctor, para muchos priistas provoca suspiros de alivio y de esperanza porque el Estado es un desastre en todos los aspectos que se arrastran desde el sexenio pasado. No vale la pena señalar el estercolero en que estamos inmersos, pues sería una cantaleta que al gobernador le vale madre.
El candidato priista recorrerá otra vez Veracruz, ya lo hizo como senador, e irá por los caminos del regreso, erizados de espinas ingratas, de sombras densas, de dardos envenenados; el hombre es hoy papel amarillento para el cesto de la basura; los amigos se reducirán, los detractores se multiplicarán; muchos, la mayoría, lanzarán a los vientos el aullido iracundo: “¡a la cárcel, crucifícalo!”. El que se va este año carga los pecados mortales de frivolidad, ineptitud, corrupción y el sistema que dejará moralmente podrido. Así pasan las glorias del mundo, así se apagan los dioses, así de cruel es el poder y el sistema político del PRI.
¿De veras Héctor, si es que llega a ser gobernador, “hará justicia” y “limpiará la casa y las calles”? La humillación que sufrió cuando le entregaron una caña de pescar lo debió haber llenado de odio, igualmente a su esposa y sus hijos. ¿Irá a usar cañas para encarcelar a los ratas fidelistas que tanto daño han hecho a Veracruz? Ojalá así sea porque ya sabemos que su partido PRI perdona todo: injurias, rapacerías, asesinatos, injusticias y saqueos.

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