En lo más escarpado de la sierra, en Zongolica, donde la justicia social es un mito y la irritación popular no dejó más camino que la lucha armada, nace el “Ejército Revolucionario del Pueblo en Armas”.
Al igual que el EZLN, al arranque de un año nuevo, el RPPA adelanta acciones insurgentes como un ¡Ya basta! ante los abusos de poder y saqueo público.
Ello preocupa.
Por más que el gobierno del estado insista en que no hay guerrilla, la realidad revela que veracruzanos inconformes, armados y encapuchados han transitado de la desesperanza a la desesperación.
Panfletos donde se hace alusión al surgimiento de este grupo se comenzaron a repartir los primeros minutos del 2016 en Orizaba, Río Blanco y municipios aledaños, y a partir de ayer en Zongolica, donde presuntamente se ubica la zona de operaciones de este grupo insurgente.
Sea algarada o el inicio de una serie de acciones bélicas formales no se puede soslayar que el reclamo guerrillero es la resultante de la inconformidad entre la población cada vez más creciente de cara a una democracia viciada, una justicia social inalcanzada y políticas públicas de maquillaje.
Todo enmarcado en un persistente saqueo a las arcas públicas que a estas alturas ha puesto a la población al borde de la guerra civil.
Y si bien los problemas sociales, políticos y económicos no se van a resolver con una confrontación bélica, tampoco se resuelven con el dejar hacer y dejar pasar; con el mantenerse de hinojos viendo como la extrema pobreza es solo una estadística que crece.
En el panfleto que anuncia la irrupción de este grupo armado se rescatan una serie de definiciones políticas que dan sustento a la causa.
Dice el llamado “Ejército Revolucionario del Pueblo en Armas” en documentos acompañados de fotografías donde se les observa con AK-47 mismos que fueron tirados en las calles de Orizaba, Río Blanco y Atlahuilco, así como en Zongolica, que “somos un grupo de ciudadanos independientes que nos hemos conjuntado para ser el brazo armado del pueblo”.
“¿Por qué escogimos este camino y no otro?”, pregunta el testimonial. La respuesta es “porque no nos han dejado otra alternativa”.
“Ellos, los de los dineros nos lo restriegan en la cara de que no va a cambiar el modelo económico de rapiña y depredación, de crimen y represión para seguir sojuzgando al pueblo”.
Remata la epístola:
“Sabemos que sus prostitutas de la prensa nos calumniarán y dirán al pueblo que somos terroristas, comunistas y apátridas. Nos echarán a sus perros asesinos… pero esta es una lucha entre opresores y oprimidos”.
Esos son los hechos a pesar de que el gobierno del estado ha venido insistiendo que “No hay guerrilla” en la misma forma que lo hizo cuando surgieron en Orizaba los grupos de autodefensa.
Pero, el río suena.
Esa zona serrana es un refugio natural para acciones bélicas, es una región donde el crimen organizado sentó sus reales y es el inescrutable sitio para la policía o fuerza civil que de manera necesaria tendrá que acudir a las fuerzas federales para atemperar la situación.
Acaso no es tiempo de guerrilla.
Se dirá que es un tema que para la historia universal está decantado y que ya mostró una muerte súbita a finales de los ochenta del siglo pasado a pesar del que el EZLN nace con el arranque del siglo, pero es indiscutible que el malestar social está desbordado.
La gente ya no quiere diálogo, simplemente acción bélica.
Ese es el punto, el otro es que siempre se sabe cuándo empieza una guerra, nunca cuando termina.
Pequeñeces:
De humo y de nueva cuenta el decantado Flavino Ríos tomó por sorpresa a su jefe Javier Duarte, tras el escondido nombramiento del nuevo director de la Comisión de Aguas del estado de Veracruz, Víctor Garrido Cárdenas, la voz más cercana e influyente al secretario de Gobierno. En lo oscurito le dio posesión echando abajo toda una estrategia política que se tenía trazada desde la misma casa de gobierno para el proceso sucesorio. Otra raya al tigre, pero ya viene el coletazo del propio mandatario verdaderamente irritado con este amigo a quien todas las jugadas le salen mal.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo.