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Las pretensiones de la izquierda
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2015-10-03 - 02:20
Deprimente resulta ver que, con el pretexto de protestar por la suerte de los 43 normalistas que fueron secuestrados y asesinados por la banda narcotraficante rival, se enarbolen banderas de la extinta Unión Soviética, efigies del terrorista y farsante Ernesto “Che” Guevara y hasta del genocida Joseph Stalin. No hacen más que enseñar el cobre respecto a cuáles son las verdaderas pretensiones de todos los que organizan marchas, protestas, actos vandálicos y demás.
Aberrante resulta también que, por ejemplo, el día que el presidente Peña Nieto se reunió con los familiares de los 43, la comitiva que llegó al lugar por parte de los normalistas, arribaron en autobuses robados, siendo que, precisamente, lo que detonó aquella tragedia de la noche del 26 y 27 de septiembre de 2014, fue que esos normalistas de la escuela Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa habían secuestrado cinco autobuses de pasajeros en los que se dirigían a Iguala a reventar el informe de labores de la esposa del alcalde de esa ciudad. Y es que, por otra parte, los padres de esos jóvenes secuestrados y asesinados, distan mucho de ser sólo unos dolidos papás desesperados por no saber el paradero de sus hijos; no. Varios de ellos, desde antes de la desaparición y muerte de sus hijos, ya pertenecían a grupos radicales de izquierda; es decir, tienen una agenda política bien marcada. Ellos saben que sus hijos están muertos y que fueron asesinados por un asunto de narcotráfico. Sin embargo ellos, y en general toda la izquierda extrema y hasta la no tan extrema, están aprovechando la oportunidad, la figura de esos 43 “mártires” de la izquierda, para sacar tajada política y lanzarse contra las reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieto, principalmente la energética, que va a traer (es cuestión matemática, no de apreciación) beneficios para todos, para todas las clases sociales, al permitir la inversión privada tanto nacional como extranjera, sobre todo en el ramo petrolero; y la educativa, que viene a derribar infames vicios que se habían generalizado en el magisterio; sobre todo a acabar con el poder absoluto de líderes charros de izquierda, enriquecidos por las prácticas corruptas de los maestros ahora disidentes. Bonito resulta ver a esos parásitos pseudomaestros de izquierda romper cristales a palos, destrozar oficinas gubernamentales destruyendo computadoras y demás equipo de oficina, lanzar piedras y bombas molotov contra nuestros soldados y policías. ¡Y esos son los mentores y los que pretenden serlo de nuestros niños y jóvenes!
Por eso el frenético grito de “¡Fue el Estado!” Ellos saben que los hechos de violencia que desembocaron en el secuestro y asesinato de esos 43 alborotadores profesionales, se debieron a una cuestión local de narcotraficantes (incluida la reciente e interesante versión de un desaparecido quinto camión, supuestamente cargado de heroína), pero la ocasión se presenta que ni pintada para que la izquierda se lance viciosamente contra el gobierno federal y contra nuestras fuerzas armadas. Y en esa izquierda radical incluyo también a todos los organismos internacionales de “derechos humanos” que siempre tienden a la siniestra, incluido ese grupito de “expertos” forenses argentinos. Sólo analicemos cuál ha sido la actitud de todas esas organizaciones cuando se trata de países como México, con un sistema de libre empresa, y cuál es su actitud respecto a regímenes totalitarios como los de Corea del Norte o Cuba.
Tanto esos “expertos” argentinos como muchos de los miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) vienen de luchar contra las acciones de los gobiernos militares anticomunistas que hubo, principalmente en Sudamérica. Su postura ideológica es totalmente parcial hacia la izquierda.
Los miembros de la CIDH que se encuentran en nuestro país, andan junto con los padres de los 43 y los dos abogados extremistas de izquierda que los asesoran, como parte de ellos. Acuden a la normal de Ayotzinapa y lanzan consignas con el puño izquierdo en alto junto con los normalistas y demás simpatizantes. La CIDH vino a México a tomar partido por la izquierda, y no a realizar una investigación imparcial de los hechos.
Lo malo, entre todo, es la imagen falsa de nuestro país que se está dando hacia el exterior: la de un malvadísimo gobierno de México que desapareció a unos pobrecitos inocentes muchachos que estudiaban para ser maestros. Que vengan esos extranjeros y entrevisten al ciudadano común del estado de Guerrero (y de hecho en todos los estados donde hay normales rurales, verdaderos nidos de agitadores marxistas), y vean si no están más que hartos de los bloqueos de vías de comunicación que tanto daño causan a la economía, principalmente la de las clases más bajas, aparte de las molestias; del vandalismo y destrucción de propiedades públicas y privadas; de los atentados con piedras y bombas molotov contra nuestros soldados y policías, aclarando que los normalistas de Ayotzinapa y los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), ya cometían todas esas tropelías desde antes de lo ocurrido con los 43.
El gobierno les ofrece, a pesar de todo, crear una fiscalía especial para los desaparecidos en México. Pero no; ellos quieren una exclusiva para ellos. Y aunque la versión de los extremistas de izquierda fuese cierta, ¿de qué privilegio gozan, cuando en el país, como lo dije en mi entrega anterior, miles de ciudadanos han perdido hijos, hijas, padres, hermanos, por hechos de violencia? Nada más recordemos, por ejemplo, los cientos de inmigrantes centroamericanos que fueron secuestrados y asesinados por narcotraficantes en San Fernando, Tamaulipas, y esos sí, sin más “pecado” que haber ingresado sin papeles al país e intentar trasladarse a Estados Unidos. ¿O los 52 muertos en el atentado a un casino en Monterrey? ¿De qué privilegio gozan los ayotzinapos (así los llaman los guerrerenses hartos de su vandalismo)?
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Dos de octubre ¿no se olvida?
Dice el General de División DME Retirado Roberto Badillo Martínez en su libro “El libro verde de las fuerzas armadas”: “Lo del 68, fue una trampa al sistema político mexicano tanto de estadounidenses por un lado, como los rusos y cubanos por el otro; desgraciadamente, de este movimiento sólo han hablado los guerrilleros y líderes marxistas leninistas de todo tipo que se consideran héroes y que desde entonces, han ocupado diversos cargos en las administraciones federales e incluso estatales, así como han sido diputados y senadores y hasta diplomáticos.” El 68, otro mito absurdo que los izquierdistas pretenden eternizar.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.
raulgm42@hotmail.com

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