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MANLIO Y ALIADOS, ¿SACRIFICADOS?
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2015-08-07 - 09:36
Aunque no forma parte del Grupo Atlacomulco, pero Manlio Fabio Beltrones conoce muy bien los intereses, prioridades y el pragmatismo de esta fuerte corriente priista fundada en el Estado de México por el profesor y ex gobernador Carlos Hank González, una de cuyas frases más memorables es la de “un político pobre, es un pobre político”.
Y es que cuando todo parecía indicar que el presidente Enrique Peña Nieto impondría en la dirigencia nacional del PRI al joven jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, de última hora el mexiquense decidió encargarle el CEN priista al diputado federal saliente.
Precisamente en su columna de este jueves que publica en El Universal, el periodista Ciro Gómez Leyva relata que la semana anterior Beltrones “estaba muy tranquilo, consciente de que absolutamente todo lo que tenía que hacer, hecho estaba. El viernes atendió las últimas citas, el sábado se sometió a un estudio de rutina de estómago y pasó el fin de semana en casa a la espera del desenlace. Por si acaso, encargó a su equipo que comenzara a pensar las líneas generales del discurso de toma de posesión.
“Si la lógica se imponía, él sería el próximo presidente del PRI. La lógica conforme a la combinación del momento, la circunstancia, los personajes a la mano y los tremendos desafíos rumbo al 2018. Pero no habría más lógica que la del presidente Peña Nieto. Beltrones lo sabía, Aurelio Nuño lo sabía.
“Por primera vez en mucho tiempo, el PRI contaba con un par de aspirantes de primera línea. Sólo con una gran torpeza, el Presidente convertiría un problema de éxito en una crisis política”, concluye el columnista.
En efecto, con Beltrones como candidato de unidad a la presidencia del CEN del PRI, Peña decide optar por un político de mayor oficio y experiencia, pero además manda una clara señal de apertura al priismo, ya que el sonorense no forma parte de su grupo ni era bien visto por sus colaboradores más cercanos.
No es la primera vez que el Jefe del Ejecutivo federal, como máximo representante del Grupo Atlacomulco, toma una decisión de pragmatismo político puro. En marzo de 2011, por ejemplo, a la hora de definir al candidato del PRI para sucederlo en la gubernatura del Estado de México, Peña Nieto tuvo que sacrificar las aspiraciones de su primo Alfredo del Mazo Maza, un junior que despachaba entonces como alcalde de Huixquilucan, para nominar al popular munícipe de Ecatepec, Eruviel Ávila, hijo de un matrimonio que no había concluido la primaria y quien de niño fue cobrador en un camión de pasajeros y después vidriero en un negocio de cristales para autobuses.
La zona de influencia de Ávila –representante de los políticos del Valle de México, quienes siempre le han peleado los espacios de gobierno al Grupo Atlacomulco, asentado en el Valle de Toluca– se concentraba en el oriente del Edomex, principalmente en Ecatepec, el municipio más poblado del país, además de los de Cuautitlán, Tlalnepantla, Tultitlán y Coacalco. Por eso a Peña Nieto, quien construía con empeño su candidatura presidencial, no tuvo más opción que apoyar a Eruviel, quien amenazaba con contender por una alianza PRD-PAN en caso de no ser el candidato del PRI.
En esa ocasión, Peña Nieto y el Grupo Atlacomulco dieron prioridad a su proyecto presidencial y sucumbieron al chantaje de Eruviel, quien inclusive fue destapado por Alfredito como candidato del PRI a la gubernatura la noche del 25 de marzo de 2011. El Presidente decidió darle tiempo al tiempo y supo esperar. Ahora está volviendo a impulsar a su primo Del Mazo Maza, a quien en diciembre de 2012 nombró en la Dirección de Banobras, cargo al que renunció en enero de este año para contender por la diputación federal. Actualmente a nadie le queda duda que en 2017 buscará la gubernatura mexiquense, pues en el equipo de Ávila no hay aspirantes fuertes para sucederlo.
Ahora, en la sucesión del CEN del PRI, Peña vuelve a sorprender al optar por el oficio y el colmillo político de Beltrones que rompe el sectarismo que hasta ahora caracteriza al grupo gobernante. Con esta decisión, el mandatario decide privilegiar la “unidad” del priismo por encima del “relevo generacional” que él mismo había perfilado hace apenas unos días ante el Consejo Nacional de su partido, haciendo suponer que su “favorito” sería Aurelio Nuño, quien además de ser impugnado estatutariamente por su nula militancia y trayectoria partidista encarnaría un liderazgo inmaduro que hubiera sido un problema en momentos en que el PRI enfrentará una fuerte competencia por la renovación de 12 gubernaturas el año próximo –entre ellas la de Veracruz– y la inminencia de la sucesión presidencial del 2018, para la que el sonorense y obviamente los aspirantes a gobernadores aliados quedarían en apariencia descartados por institucionalidad con el Presidente
Y es que este jueves Beltrones no sólo declaró que será un dirigente “muy cercano” a Peña Nieto sino que también se descartó para la Presidencia de 2018, pues dijo que el presidente del tricolor “debe ser un buen árbitro, no un participante”, tal como lo había advertido previamente el líder saliente César Camacho, otro miembro del Grupo Atlacomulco que ahora será promovido para coordinar en la próxima Legislatura a los diputados del PRI en el Congreso de la Unión, el mismo cargo que está por dejar el ex gobernador de Sonora.


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