29 de Abril de 2024
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De a montón
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2015-08-07 - 09:24
No me lo va a creer pero ando buscando qué hacer con mis tiempos libres. No son muchos, tampoco piense que la prángana y el ocio deja espacios suficientes, pero sí unos cuantos mal distribuidos entre mis abluciones matutinas y en lo que me rascaricio la pancita. Convendrá conmigo en que lo malo no es el trabajo, si no el tener que trabajar, y por eso acepté de muy mala gana que me reorganizaran mi horario laboral. Creo que ya estaban chocados en el periódico donde he vendido mi alma de que me la pasara viaticando y revoloteando por variados y exóticos lares de Xalapa.
Lo canino del asunto es qué hacer después de las seis de la tarde, que es la hora en que me dicen “ya se puede usted ir joven”. No estando acostumbrado a esos horarios cuando salgo a ganar la calle todavía el sol aún deslumbra y me voy pateando latas por toda la avenida en tan triste escena que ni los más oscuros afiches franceses. He pensado en tomar algún curso en línea, pero gratuitos solo encontré “Adorno de cupcakes” y “Cómo nadar de muertito en el Gobierno” (municipal, estatal o federal, ya que la pachorra, dicen, es universal).
He caído en la desgracia y me doy cuenta que no sé administrar mi tiempo. Todo el día se me va en hablar y hablar de las cosas bonitas de la vida, de las cosas malas que sufrimos, de hipotecas, préstamos y deudas en Coppel que según entiendo es cómo Liverpool pero con pagos más chiquitos aunque infinitos. Últimamente, para las cinco de la tarde caigo en la cuenta (pobrecita) que no he hecho nada más que parlotear y es la hora que dispongo para escribir esta columna que finalmente termina siendo de nada, pues quién puede vivir algo interesante en el transcurso del día si ya sabemos que los mejores momentos, los más chinmengüenchones se viven por las noches.
Para estas horas comienzan a agarrarme las prisas y desesperado me meto la información del día mediante la lectura, audios, videos, intramuscularmente o por medios campechanos, y quedo solo con pinceladas de información. Hoy todo mundo está informado y por eso es más difícil agarrar de mensos; hoy a todos le importa la política que está consagrada como Deporte Estatal; y todos están conscientes de los desenlaces de los culebrones palaciegos. Yo no sé muchas cosas, pero tampoco soy de esos que se la pasan asintiendo como perritos de tablero de taxi, cuando no sé, pues no sé y punto, lo reconozco. Tengo pocos años en esto del interés político y una memoria selectiva de apenas 32 gigas. Sustituyo, por ende, nombres, caras y fisonomías, así que si algún día lo saludo en la calle y le cambio el nombre, usted sígame la corriente que nada malo va a pasar.
Hoy tenemos una sociedad más informada, aseguró el Secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, y qué bueno que esté informada y que sea crítica porque la crítica también ayuda, dijo. Pero aun así, aunque esté informada y sea crítica sigue habiendo vacíos de entendimiento. Por ejemplo, este su cuenqueño predilecto no entiende por qué a las bellezas del ejido de los 400 Pueblos no los meten en cintura. ¿Qué pecado tan grande hemos cometido para tener que soportarlos? No entiende su servidor el por qué las féminas tienen más valor o menos pudor que los hombres y ellas sí hacen un full naked. Según sé la ley no distingue entre faltas a la moral si se desnuda un hombre o una mujer. Pero se me hace que los correligionarios de Zapata le van tanteando el agua a los camotes y saben que si se quitan el taparrabo los varones entonces sí los meterían al bote. Son cuestiones que no entiendo, pero no es semántica. Dice Flavino que el Gobierno debe ser tolerante e identificar las causas y los orígenes de cualquier manifestación, y tiene razón, pero me queda la duda de si echando montón es más difícil que la autoridad actúe. ¿Qué pasaría si una de esas encueratrices ya profesionales, una sola, se parara en Plaza Lerdo y se desnudara sin tener atrás esa banda de rufianes apoyándola? Se me hace que ahí sí no sería el gobierno tan tolerante. En fin, que a mí se me hace tarde y me bajan el switch. Por esta semana, hasta ahí, y como diría don Germán Dehesa ¡Hoy toca!
Tome nota: Manlio Fabio tiene la voz igualita a la de Mauricio Barrientos, el Diablito, y cuando tenía bigote parecía Capulina… qué cosas ¿no?
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