Luis Don Aldo, frente al viejo edificio del PRI, debe estar sumamente pesaroso por haber tenido de presidenta a Elízabeth Morales, y quizá se lo reclame al difunto don Mario Vázquez Raña dondequiera que esté ahora, porque ni a los planeadores de la vida social y política del sistema, que organizaron la elección, justamente el Día de la Libertad de Prensa (siendo tan importante la fecha), como la elección misma para la vida democrática de México, les resultó el programa. En contradicción aparente también filtraron a la opinión pública declaraciones discriminatorias del presidente del Consejo del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, pero además le empalmaron el partido de futbol entre las selecciones de México y Brasil. Una maniobra mediática que de antemano alejaba de las urnas a los indiferentes electores, y dicho sea de paso, la acción pensada fue en detrimento de la jornada electoral, que tampoco benefició la alianza PRI-Verde Ecologista.
En política no hay espacio para las casualidades, pero sí para la causalidad. Todo se planea desde el escritorio del poder, porque lo que está en juego es la conformación del nuevo Congreso, que tendrá que redactar y votar las leyes complementarias de las 11 reformas estructurales, aprobadas por la saliente Cámara de Diputados, más la privatización del agua, que ya fue aprobada en comisiones, y que será la letra chiquita de los contratos leoninos, donde los abusivos especifican las ganancias o el usufructo contra los contribuyentes, consumidores, trabajadores y población abierta.
Es ahí, justamente, donde los planeadores asientan el texto de la prevaricación, dejando en estado de indefensión a los ciudadanos-votantes, ilusionados en que a través del voto, mejorarían sus condiciones de vida.
En esta elección se pretendió hacer creer que fue una pelea encarnizada entre el PRI y el PAN. Nada más falso, la pelea era apenas por tres puntos porcentuales, que daban ventaja al tricolor, pero éste los trasmutó al partido Verde. Un arreglo estratégico en virtud de la debacle que se esperaba para el PRI. Lo fundamental del resultado está por escribirse, y será en el reparto de las tajadas, al aprobarse las leyes secundarias. No hay otra cosa, afirmado incluso por el propio presidente Enrique Peña Nieto.
En otro país, que no México, si la gente tuviese mayor preparación, y si su condición económica fuese mejor, estaríamos hablando que la partidocracia gobernante estaría recibiendo un aplastante fracaso electoral. En la realidad se rechazaría el evidente panorama adverso de la población nacional. En el Distrito Federal, por ejemplo, donde confluyen y hacen sinergia todo tipo de medios de comunicación, han hecho del “chilango” un ciudadano de primera. Es indudable que los habitantes de la ciudad de México representan a la ciudadanía con mayor grado de conciencia política, por los elementos informativos que poseen para su toma de decisiones políticas. Los defeños eran lapidarios cuando se les preguntaba sobre la inclinación de su voto hacia el PRD, y mantenerlo en el poder por más de 25 años: “roban menos que los otros, además, se ve dónde está invertido el dinero”.
Pero con la elección del domingo, el partido del sol azteca apenas conserva seis delegaciones; lo extraordinario son las tres que gana el PRI, mientras que el PAN mantiene Benito Juárez, pero recupera la Miguel Hidalgo. La nota de la elección la da Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, al ganar cinco delegaciones en el DF, así como 16 diputados a la Asamblea de Representantes. A nivel nacional alcanza alrededor de 40 diputados, entre ellos dos en Veracruz, impensable para los sesudos analistas del gobierno.
Una gran porción de ciudadanos no cree en el sistema de partidos, que sólo beneficia a pequeñas burocracias, que acaba por secuestrar decisiones fundamentales que afectan la vida de los mexicanos.
Sin ir más lejos, en estos dos años y meses que lleva el PRI en el gobierno, la economía nacional no crece; por el contrario, los ajustes a la baja son la constante y, lo peor(según los analistas), vivimos un coctel explosivo, conformado por el déficit económico, la caída en los precios del petróleo, el imparable aumento de la deuda externa y la permanente fuga de divisas, que vaticinan un sismo para las finanzas públicas nacionales.
Es importante acentuar que ni los influyentes medios de comunicación, ni los partidos, ni la propaganda electoral, anunciaron nada de la debacle que se avecina. En 2016 se avizora un radical recorte presupuestario que dará al traste con cualquier resultado electoral triunfalista. A más de un partido le aguadará la fiesta, y lo que pase a millones de mexicanos que viven en pobreza y pobreza extrema, es lo de menos. Lo importante para ellos, o lo único, son las prerrogativas.
¿Que lo de Morena es una sorpresa? Bueno, desde su perspicacia la gente distingue entre dos tipos de políticos: los congruentes que le hablan con verdad y de frente, tanto al gobierno como al pueblo, y los otros, los que se suman en el oropel, y se suman en la corrupción.

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