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El enemigo en casa
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2015-02-14 - 10:48
¿Quién es el verdadero enemigo del gobierno de Enrique Peña Nieto? Ya es una pregunta recurrente en círculos de análisis político. A estas alturas ya no es posible pensar que existe mal sino en esta administración, más bien una serie de errores provocados por inexperiencia en algunos casos, y por soberbia en otros.

Los casos de ineptitud se han mostrado a ojos de la opinión pública mundial como la falta de reacción inmediata del gobierno federal ante la tragedia de Iguala. La decisión de haber intentado ocultar lo sucedido en Tlatlaya, independientemente de que el ejército afirma haber intentado hacer justicia, lo cual en un país de leyes es impensable, pues quien debe de aplicarla son las autoridades correspondientes, en este caso, juzgo con menos dureza al ejército, pero señaló ásperamente al gobernador del estado de México y a su equipo jurídico. Ineptitud que fue demostrada una vez más al enviar a la primera dama a explicar al país el asunto de la casa blanca. Ineptitud demostrada al afirmar alegremente en enero pasado, que la baja del precio del petróleo no afectaría la economía nacional, y un mes después reconocer con un brutal recorte al gasto que realmente sí afecta y lo dicho por el secretario de hacienda fue falso. Ineptitud al insistir una y otra vez en que los indicadores económicos muestran crecimiento económico, cuando los mexicanos estamos sintiendo en nuestros bolsillos una brutal afectación, y cada vez que escuchamos a un funcionario de primer nivel hablar con tanto optimismo, sentimos que se burla de nuestra desgracia, y que pretende engañar con palabras en contra de una realidad tan trágica.

Ineptitud al no seguir las investigaciones hasta las últimas consecuencias de todos los implicados en el caso Iguala, tan sensible ante la opinión pública, e ineptitud también al pretender abrir los cuarteles a los agitadores profesionales que pretenden entrar para después utilizar los conocimientos adquiridos en contra del propio ejército. Ineptitud al no haber actuado desde el primer día en contra de las complicidades con los distintos grupos de criminales que administran y controlan el triángulo de la amapola en la zona Guerrero-Michoacán. Ineptitud al no reconocer (hasta la fecha) que el reclamo más urgente y sentido de la sociedad mexicana es el combate a la impunidad y a la corrupción que carcomen a este país desde sus cimientos institucionales. Ineptitud al haberse enfrentado por nimiedades con ciertos grupos empresariales para favorecer a otros grupos empresariales, en lugar de haber actuado con total imparcialidad, y hoy sufrir las consecuencias de enfrentarse gratuitamente con quien no debía enfrentarse, propietario del 30% del New York Times.

Soberbia al haber comprado la casa blanca, la de Videgaray, las de Murat, la de Fidel y de varios más, considerándose intocables. Independientemente de que la ley no tipifique las adquisiciones como delitos, pues la población ya juzgó y condenó a los implicados. Soberbia al haberse pensado intocables, y ahora el reclamo de justicia se vuelve clamor popular. Soberbia por apostar al olvido de la ciudadanía, cuando ofrecieron en la reforma educativa el no pagar a aviadores, y hoy, todo México sabe que han negociado estado por estado con los sindicatos magisteriales, no sólo para no aplicar la reforma educativa ya aprobada (ridículo completo) sino también para seguir pagando aviadores y sueldazos a líderes magisteriales, sometidos de manera humillante incluso al chantaje de la sección 22 de Oaxaca.

Soberbia porque pensaron que sólo con anunciar el tren bala, éste se materializaría, siendo que de entrada no era rentable el proyecto por la insuficiente demanda. Soberbia también porque pensaron que con cancelar la obra se acabaría el problema, cuando se ha generado un conflicto diplomático con China, y para colmo, se cancela el proyecto de DragonMart en Cancún, cuando desde el principio los grupos ecologistas demostraron que violaba las leyes ambientales, y aun así, el proyecto fue solapado durante los dos primeros años del sexenio.

Para no aburrir, y sobre todo para no llenarle el hígado de piedras a mis lectores, evito continuar la lista de demostraciones de ineptitud y soberbia, - que por cierto, en algunos casos cumplen con los dos requisitos-, para concluir con algo tan obvio que se nos olvida tener presente: ¨El enemigo está en casa¨ porque el enemigo forma parte del primer círculo del presidente de la República, en la presencia de sus mejores amigos, de aquéllos a quienes les debe lealtad y favores, de sus consejeros, de sus aduladores, de sus socios de negocio.

En todos los casos, el enemigo es un ser humano que comete errores ya sea al actuar en un puesto público, al aconsejar de manera equivocada, o al tratar de enriquecerse literalmente robando al erario público, aprovechando la cercanía con el presidente de México.

A pesar del error de diciembre, a Zedillo se le notaba el conocimiento económico, y su capacidad, a tal grado que revirtió el error de diciembre y terminó su sexenio con un crecimiento del PIB del 7% anual. Fox a pesar de sus tonterías con las que tanto nos divertía, tuvo la suerte de tener grandes excedentes petroleros, lo cual le permitió manejar un superávit en las finanzas públicas, y sabemos que con dinero todo es más fácil. Calderón con su guerra mal planeada, mal ejecutada, y manejada tan inepta que murieron más de cien mil mexicanos durante su sexenio debido a una decisión correcta pero mal aplicada. Con Peña Nieto la esperanza de transformar la economía del país, la habilidad para comprar al congreso para llevar a buen término las reformas estructurales, que ofrecían el rompimiento del estancamiento legislativo de dos sexenios y medio, la posibilidad de un cambio de rumbo, con la esperanza de que fuera positivo, llevaron a algunos mexicanos a pensar que teníamos un presidente excepcional, a la altura de Carlos Salinas, quien a pesar de las críticas, modificó el destino económico de México. Sin embargo al comienzo del tercer año de gobierno, somos muchos los mexicanos que consideramos que este sexenio es demasiado largo, está durando demasiado tiempo. El peso de las malas decisiones, y la mala imagen ganada a pulso por parte de funcionarios clave, representan una carga muy pesada para la Nación y sobre todo para los ciudadanos.

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